abril de 2020

Entre las misiones que tienen la mayoría de los Servicios de Inteligencias del mundo se encuentran las del seguimiento y lucha contra la proliferación de todo tipo de armas, entre ellas las llamadas NBQ, nucleares, bacteriológicas y químicas. Ello significa, en teoría, que uno de sus objetivos de trabajo englobaría, directa o indirectamente, el caso de la pandemia que padecemos de la COVID-19, sin que tengamos que confirmar, a priori, si este virus ha sido fabricado como arma por algún país, o ha sido una desdichada negligencia, de nefastas consecuencias para el mundo entero.

Los gobiernos de la mayoría de los países del mundo se han visto desbordados por la rapidez de expansión del virus y por sus repercusiones sociales, amenazando con consecuencias graves como el bloqueo de los sistemas sanitarios. La medida más eficaz encontrada en todos estos países, a falta de una vacuna o medicamento que pare la pandemia, ha sido el confinamiento, más o menos radical, de los ciudadanos, con el cierre de colegios, universidades y suspensión de todas las actividades económicas que no se consideren de primera necesidad. A nadie se le escapa las consecuencias negativas que dichas medidas están teniendo y van a tener sobre la economía de los países, así como la amenaza que representa para el sistema financiero internacional.

La dificultad de la gestión de esta pandemia y su efectos sociales y económicos, hace que el futuro más inmediato sea muy difícil de prever. Los expertos hablan de que las relaciones sociales no serán como antes y que la economía nacional se recuperará a un ritmo más lento comparado con el de su caída.

Y en toda esta crisis, ¿qué papel van a jugar los Servicios de Inteligencia?, ¿y cuáles son las adaptaciones a realizar, si es que hay que hacer alguna, a este nuevo escenario, que parece que ha llegado para quedarse entre nosotros?

Calder Walton, Director de Investigación del Proyecto de Inteligencia, de la Harvard Kennedy School, ha sido uno de los primeros en hacer unas reflexiones en este sentido, considerando la COVID-19 como una amenaza sin precedentes para la seguridad nacional e internacional. Considera que los Servicios de Inteligencia tendrán un papel importante en esta lucha.

Walton adelanta en su artículo publicado en Foreign Policy[1] cuatro ámbitos donde los servicios pueden hacer una gran contribución a la lucha contra este tipo de amenazas: el análisis y evaluaciones sobre la propagación e impacto de virus, en íntimo trabajo y colaboración con los epidemiólogos, virólogos, economistas y otros expertos; la actividad de la contrainteligencia en el seguimiento de amenazas biológicas y de países susceptibles de utilizarlas, como son China, Corea del Norte, Irán y Rusia; la contra información para neutralizar la desinformación y propaganda, con una acción centrada en las redes sociales; y por último, la vigilancia intrusiva, con desarrollo y utilización de softwares de rastreo telefónico para el control de los infectados.

Es obvio que estos cuatro ámbitos se refieren a la lucha directa contra una potencial pandemia, pero se evidencia que el panorama económico y financiero que se abre ante nosotros, tras la crisis de la COVID-19, necesita también de un análisis y seguimiento sobre los desafíos económicos y financieros que se presentan, así como las pautas que deben de seguirse en la progresiva recuperación de la normalidad.

Como se puede inferir, las capacidades y el potencial de análisis que poseen los Servicios de Inteligencia deben de ser empleados y puede ser usados en numerosos ámbitos para el apoyo al gobierno en la toma de decisiones. Es conocido que el gobierno israelí está utilizando a la Unidad de Inteligencia 8200 en colaboración con el ministerio de la salud del país, para luchar con eficacia contra el COVID-19[2]. El Mossad y el Shin Bet se encuentra muy comprometidos en esta lucha.

Las Agencias de Inteligencia de EEUU ya lo han venido haciendo, y se conocen varios informes, de los meses de enero y febrero, en los que alertaban del peligro de la pandemia[3]. En Francia, el servicio de inteligencia exterior, la Dirección General de la Seguridad Exterior, DGSE, según informa France24[4], está involucrada, en todos los frentes y desde el primer momento, en el problema de la COVID-19, con la vigilancia de la población, el rastreo de enfermos, acciones de influencia contra la desinformación y en la captación de mercados de equipos médicos, especialmente en la búsqueda de respiradores.

En general, son muchos y variados los ámbitos en los que los Servicios de Inteligencia pueden trabajar y seguirán haciéndolo en apoyo a la toma de decisiones de los gobiernos. Por citar algunos importantes, se puede nombrar desde las alertas sobre la propagación de virus en países de origen y la vigilancia del posible uso perverso de los mismos por países, a la protección y defensa de los intereses nacionales durante la pandemia y en el futuro mundo postpandemia, cuya geopolítica coinciden los expertos en que ya no será como antes.  

En España, la vigente Estrategia de Seguridad Nacional aprobada en el año 2017, ya contempla el fenómeno de la proliferación de epidemias y pandemias. La ESN es el marco de referencia para la política de Seguridad Nacional. En su capítulo 4 valora dicho fenómeno no como una amenaza, sino como un desafío, y lo recoge así:  En las últimas décadas, el número de enfermedades emergentes identificadas y de situaciones de riesgo asociadas a ellas ha aumentado. Se han identificado al menos seis alertas sanitarias globales, todas ellas con un importante impacto a nivel nacional: el Síndrome Respiratorio Agudo Grave, la gripe por virus A/H5N1, la pandemia de gripe por virus A/H1N1, la nueva diseminación internacional del poliovirus salvaje, la enfermedad por virus Ébola en África del Oeste y la infección por virus Zika.

La ESN reconoce las vulnerabilidades a las que está sometido el país y la dificultad de poder lograr un riesgo cero: Reducir la vulnerabilidad de la población a los riesgos infecciosos cuando es factible (por ejemplo, mediante la vacunación), la probabilidad de introducción de riesgos infecciosos (por ejemplo, mediante el control e inspección de mercancías en frontera), así como la probabilidad de transmisión interna de enfermedades (por ejemplo mediante buenos programas de prevención y promoción de la salud o buenos sistemas de saneamiento) es fundamental para minimizar los riesgos y su posible impacto sobre la población.

Teniendo en cuenta que el riesgo cero es casi imposible, el documento hace hincapié en la importancia de “desarrollar planes de preparación y respuesta ante amenazas y desafíos sanitarios, tanto genéricos como específicos” así como pone de relevancia el carácter multisectorial de las respuestas “de todas las administraciones implicadas tanto a nivel nacional como internacional”.

Por su parte, el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), en su documento “Horizonte 2040, Panorama de Tendencias Geopolíticas”, publicado por el Ministerio de Defensa español en diciembre de 2018[5], también recoge la posibilidad de este fenómeno cuando expresa que: La salud de la población será uno de los grandes desafíos del siglo xxi, con la proliferación de epidemias y pandemias.

Incluso adelanta unas orientaciones hacia donde deben de implementarse las medidas para su lucha: La mayor frecuencia de pandemias, junto a la necesidad de atajar los brotes en su lugar de origen, requerirá un mayor uso de capacidades e instalaciones militares. También será necesario establecer más medidas de control del personal a su regreso, especialmente cuando proceda de regiones con riesgo de brotes epidémicos.

En España, el Centro Nacional de Inteligencia, organiza, estructura y legitima sus actividades basado en los objetivos que el gobierno le marca en la Directiva de Inteligencia, la cual aprueba anualmente el ejecutivo. En la próxima reunión de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia, que es el órgano de trabajo del gobierno para la redacción de la Directiva de Inteligencia, es muy posible que se le dé relevancia a la amenaza bacteriológica y, tras la triste experiencia que estamos viviendo, se integre como un nuevo objetivo independiente en la Directiva de Inteligencia, sobre el cual, el CNI organizará y estructurará su trabajo para cumplirlo.

 

[1] Calder Walton, Spies Are Fighting a Shadow War Against the Coronavirus, 3 de abril 2020, Foreign Policy, disponible en https://foreignpolicy.com/2020/04/03/coronavirus-pandemic-intelligence-china-russia/

[2] Esti Peled, Israel utiliza inteligencia militar para superar la crisis por el coronavirus, 5 de abril de 2020, disponible en https://www.enlacejudio.com/2020/04/05/israel-utiliza-inteligencia-militar-para-superar-la-crisis-por-el-coronavirus/

[3] Shane Harris, Greg MillerJosh Dawsey y Ellen Nakashima, U.S. intelligence reports from January and February warned about a likely pandemic, 21 de marzo de 2020, disponible en https://www.washingtonpost.com/national-security/us-intelligence-reports-from-january-and-february-warned-about-a-likely-pandemic/2020/03/20/299d8cda-6ad5-11ea-b5f1-a5a804158597_story.html

[4]Ali Laidi, Coronavirus : avec la pandémie, les services de renseignement sur tous les fronts, 8 de abril de 2020, France24, disponible en https://www.france24.com/fr/20200408-coronavirus-avec-la-pand%C3%A9mie-les-services-de-renseignements-sont-sur-tous-les-fronts

[5] Ministerio de Defensa, Panorama de tendencias geopolíticas Horizonte 2040, 18 de diciembre de 2018, disponible en http://www.ieee.es/Galerias/fichero/OtrasPublicaciones/Nacional/2019/panorama_de_tendencias_geopoliticas_2040.pdf