José Miguel Palacios, 1 de junio de 2023

Cuando consideran las diferentes fases del ciclo de inteligencia[1], académicos y profesionales suelen centrar su atención en las dos centrales, la obtención y la elaboración. Algunos autores, sobre todo aquellos más sensibles a los problemas de planeamiento, discuten también la primera fase, la de dirección. Más raramente encontramos referencias a la cuarta fase, la de difusión, “mediante la cual se hace llegar oportunamente el producto de inteligencia al usuario”[2].

Y, sin embargo, la fase de difusión tiene una importancia fundamental. Si queremos que la inteligencia sirva de verdad, si pretendemos que sea una contribución válida dentro del proceso de toma de decisiones, deberemos prestar una gran atención a lo que llegan a asimilar los destinatarios finales. Lo que la inteligencia-organización ha sido capaz de producir, pero no es bien comprendido por los clientes y, por ello, no se incorpora a su memoria operativa”, no sirve de nada[3].

Por ello, la forma en que el producto de inteligencia (es decir, el resultado del trabajo de la organización) se presenta a los destinatarios finales tiene una enorme importancia. Los informes de inteligencia no son obras literarias y con ellos no se espera alcanzar un determinado nivel de belleza formal. El objetivo básico es que sean fáciles de entender y que su contenido se retenga sin dificultad y pueda ser utilizado por los destinatarios en el momento en que lo necesiten. Y sobre este problema es sobre lo que vamos a hablar en esta entrega del blog.

 

Escribir como para la radio

A menudo, los productos de inteligencia son presentados en forma oral a los clientes y demás consumidores[4], lo que obliga a que sean breves y tengan una estructura sencilla. Pero incluso los informes escritos se enfrentan con problemas similares. La edición 2014 del libro de estilo de la inteligencia europea indicaba en su primera página que “nuestros lectores son personas ocupadas y nuestros informes tienen que competir por su atención con muchos otros documentos”[5]. Por ello, los productos de inteligencia, tanto orales como escritos, se enfrentan a problemas similares a los que afectan a las noticias de la radio: consumidor (oyente) a menudo distraído, cuya atención hay que conseguir, e imposibilidad de volver atrás para oír de nuevo una frase o párrafo que no se haya entendido bien.

En lo que sigue, se exponen algunos consejos que el formador colombiano Tito Ballesteros[6] ofrece para mejorar la redacción de los programas de radio. Todos ellos son aplicables a los productos de inteligencia:

1) “Las oraciones deben seguir la estructura simple de “sujeto + verbo + predicado” y ser lo más cortas posibles”.

2) “Cada oración deberá estar separada de la otra por un punto y seguido”.

3) “Lo más recomendable es que cada oración tenga 20 palabras como máximo”.

4) “Los párrafos deben tener cuatro líneas como máximo y deben tener al menos dos oraciones separadas por punto y seguido”.

5) “Cuando en un párrafo existen oraciones subordinadas lo mejor es usar puntos y seguido y convertirlas en oraciones simples (sujeto+verbo+predicado). (…) Cuando las utilizamos (…) es más probable que las personas que nos escuchan no entiendan el mensaje. Por esta razón es mejor eliminarlas por completo”.

6) “El primer párrafo de una nota debe resumir el enfoque o la noticia, pues de esto depende si se despierta o no el interés [del consumidor] (…). En ocasiones suele ocurrir que lo más importante de la nota se menciona en los últimos párrafos, lo que puede convertirse en un grave error, tomando en cuenta que la atención debe captarse desde el primer instante”.

7) “Cuando sea necesario, debemos dedicar en la redacción al menos un párrafo al contexto o los antecedentes, con el fin de asegurar una comprensión de la noticia”.

8) Hay que evitar los gerundios. “Son una forma del verbo que indica acción, pero que no está definida por el tiempo ni por el número. No lo usamos porque siempre va acompañado de otro verbo “estar”, así que lo más recomendable es buscar una forma más breve y sencilla de decir nuestra idea”.

9) Hay que evitar también los adverbios terminados en mente”. “Estas terminaciones siempre se pueden sustituir por palabras simples, cortas y más fáciles de pronunciar”.

10) Tampoco debemos introducir varios verbos en la misma oración. “Nuestra redacción y locución serán más claras, breves y sencillas si evitamos usar varios verbos seguidos en una sola oración”.

 

Lenguaje inclusivo

En los últimos años, la creciente popularidad del llamado “lenguaje inclusivo” y otras formas de lenguaje políticamente correcto hace que nos planteemos en qué medida debemos utilizarlo en los informes de inteligencia. Y, por desgracia, es un problema sin ninguna buena solución.

En principio, en los informes de inteligencia debería evitarse el lenguaje políticamente correcto. Por dos motivos, el primero, porque su uso hace que los escritos sean más largos y difíciles de comprender, algo que va directamente en contra de lo que hemos propugnado en el párrafo anterior. El segundo, porque un lenguaje políticamente correcto presupone la existencia de una cierta cosmovisión que trasladaremos al cliente/consumidor, lo que introducirá un sesgo que, quizá, ninguno de ninguno de los que participamos en el proceso seamos capaces de detectar.

Por otra parte, las organizaciones clásicas de inteligencia forman parte de la administración del estado y están obligadas a seguir las normas de estilo que la administración haya adoptado. En la gran empresa, ocurre algo similar. Además, algunos clientes/consumidores están muy sensibilizados y reaccionarán con irritación ante casos de uso de las formas tradicionales del lenguaje (con lo que se perderá el mensaje que la inteligencia quiere transmitir).

La Real Academia Española se ha referido recientemente a algunos de los problemas que plantea el “lenguaje inclusivo”: “Algunos autores y guías de lenguaje no sexista reducen la obligación de utilizar los desdoblamientos de género al lenguaje administrativo, así como a contextos de cierta solemnidad. Este intento de limitación es loable, pero también se ha de practicar con tiento. En estos momentos, el lenguaje administrativo se halla en un proceso que persigue la sencillez, la inteligibilidad, la claridad, la aproximación al lenguaje llano. Los documentos jurídicos y administrativos difícilmente soportarían más complejidades.”[7]

Lo dicho. No hay solución posible y no queda otra que dejarse guiar por el sentido común y aceptar la solución que en cada momento y lugar parezca la menos mala.

 

Conclusión

Tres ideas principales que deberíamos retener:

1) La difusión (transmisión al cliente/consumidor final) es una fase clave del ciclo de inteligencia. Solo lo que el cliente/consumidor final llega a asimilar tiene importancia.

2) Como regla general, los productos de inteligencia deben redactarse en lenguaje claro y simple.

3) Los modernos lenguajes políticamente correctos plantean un problema importante en la redacción de productos de inteligencia. No es posible (al menos, no lo es en estos momentos) dar ideas claras y de validez universal sobre la medida en que estos lenguajes deben ser utilizados en la redacción de productos de inteligencia.

 

[1]              Para una descripción general del ciclo de inteligencia y una discusión en detalle de sus cuatro fases, véase Jiménez Villalonga, Rafael (2020, 2 de abril). El ciclo de Inteligencia: una explicación didáctica. Global Strategy Report 22/2020. https://global-strategy.org/el-ciclo-de-inteligencia-una-explicacion-didactica/ (acceso: 11.04.2023). El ciclo es un modelo ideal y no representa más que de manera aproximada el funcionamiento real del proceso de inteligencia. Para detalles sobre las insuficiencias del ciclo clásico y posibles formas de contrarrestarlas, véase Jordán, Javier (2016, 18 de enero). Una revisión del ciclo de inteligencia. Análisis GESI 2/2016. https://www.ugr.es/~jjordan/2-2016.pdf (acceso: 11.04.2023).

[2]              Jiménez Villalonga. Op.cit.

[3]              No sirve de nada en el esquema simplificado que traduce el ciclo. En la realidad, la organización también trabaja para acrecentar su conocimiento y su destreza, algo que le ayudará a proporcionar productos de mayor calidad en el futuro. Desde este punto de vista (no recogido de manera explícita en el ciclo clásico), resultados no bien asimilados por los clientes pueden también tener cierto valor.

[4]              Pueden encontrarse numerosas referencias en la obra publicada por la CIA A Consumer’s Guide to Intelligence. https://es.scribd.com/document/16981173/CIA-Publication-A-Consumer-s-Guide-to-Intelligence (acceso: 31.05.2023).

[5]              EEAS (2014). SIAC Style Manual, 2014 edition. Ref. Ares(2014)3709683 – 07/11/2014. Disponible en el Registro General del Servicio Europeo de Acción Exterior.

[6]              Ballesteros López, T. (2023, 10 de Marzo). Manual de redacción para radios. Blog Radio en América (El Tiempo). https://blogs.eltiempo.com/radio-en-america/2023/03/10/manual-de-redaccion-para-radios/ (acceso: 15.03.2023).

[7]              Real Academia Española (2020). Informe de la Real Academia Española sobre el  lenguaje inclusivo y cuestiones conexas. P. 57. https://www.rae.es/sites/default/files/Informe_lenguaje_inclusivo.pdf (acceso: 27.03.2023).