Dr. Pablo García Molina
Faculty Lecturer, Georgetown University
marzo de 2020 |
Si tenemos información confidencial, tenemos que protegerla. Esto es obvio en seguridad nacional y en asuntos militares. También lo es en sectores como el industrial y el comercial. Y por supuesto es crítico en la política.
Los siguientes ejemplos de Estados Unidos lo ilustran.
En marzo del 2016, hackers comprometieron mediante phishing la cuenta de correo electrónico personal (Gmail) de John Podesta, ex profesor y mi colega en la Universidad de Georgetown, ex «chief of staff» del Presidente Bill Clinton, y «chair» de la campaña presidencial de Hillary Clinton. El ataque fue atribuido a Fancy Bear, un equipo de hackers asociado con la agencia de inteligencia militar rusa.
En octubre del 2016, Wikileaks empezó a publicar los correos de Podesta, con más de 20.000 páginas de texto. El resultado fue devastador para la campaña presidencial de Hillary Clinton y para el partido demócrata en general. Anecdóticamente, la filtración ocasionó el Pizzagate. En mi barrio de Washington DC hay una pizzería llamada Comet Ping Pong. Algunos lectores pensaron que los correos revelaban en clave que Hillary Clinton, John Podesta y otros líderes demócratas abusaban de niños en el sótano del restaurante. Un lector de conspiraciones en internet se presentó en el restaurante con un rifle y disparó. Afortunadamente nadie resultó herido.
El 7 de marzo del 2020, el diario The New York Times informaba que en el año 2016 Erik Prince lanzó campañas de espionaje contra organizaciones demócratas. Erik Prince es hermano de la actual ministra de educación de Estados Unidos, Betsy DeVoss, ex líder de la compañía de seguridad Blackwater Worldwide y asesor informal de varios cargos de la administración Trump.
Erik Prince contrató a ex espías, algunos de ellos del MI6 británico, con el objeto de espiar en la sede de Michigan de uno de los sindicatos más numerosos: el American Federation of Teachers. También espió en la campaña al congreso de Abigail Spanberger, actual congresista demócrata por el estado de Virginia.
Sabemos que los rusos interfirieron en las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 2016. Proteger las campañas políticas es fundamental para preservar nuestra confianza en la democracia. Las campañas y los partidos políticos deben tener su ciberseguridad muy presente. Los altos cargos de esas campañas y de esos partidos deben predicar con el ejemplo. Recientemente comenté sobre este tema en medios de comunicación estadounidenses. Mi conclusión es que necesitamos más expertos: