En 2019, el presidente francés Macrón en la última cumbre de la OTAN realizó el siguiente diagnóstico: “La OTAN se halla en estado de muerte cerebral.” La OTAN como “herramienta” que es, seguro que necesita ser reanimada. Lo que si se encuentra en estado de “muerte cerebral” es el concepto de seguridad vigente. Un simple repaso o acercamiento a la situación mundial lo certifica. Esta “seguridad” que hoy disfrutamos ha venido generando una falsa sensación de seguridad y de tranquilidad. Ha resultado ser bastante inoperante para muchas personas en este mundo. Desde este contexto, “algunos” se han creído que el mundo es suyo; cuando es algo que compartimos. No se puede ofrecer una seguridad creíble desde los respectivos intereses de cada país. Cuando el presidente Trump dice: “Ha llegado el momento de los patriotas y los nacionalistas.” Para los patriotas y nacionalistas americanos la seguridad es una y para los patriotas chinos, iraníes y coreanos…es otra.
No resulta muy halagador que una parte del mundo se sienta más o menos segura al mismo tiempo que otra se sienta más o menos insegura o amenazada. Entonces uno se pregunta: ¿Qué fue primero: la inseguridad o el negocio de la seguridad? Si nos fijamos nos lo han complicado tanto que cada vez nos resulta más difícil distinguir lo que es por una parte búsqueda de la justicia; trabajar por un orden internacional equilibrado, etc. y lo que es una mera actividad del interés nacional, partidista o interesada. Lo peor es incurrir en nombre de grandes ideales en pequeñas y muchas falsedades. A la verdad siempre le falta gente. En este contexto entra la narrativa del “miedo”, la retórica del “miedo”. Un “miedo” necesario para poder mantener la idea de seguridad que se nos quiere imponer. El “miedo” y todo lo que conlleva es un gran “negocio”. El miedo es el principio reactivo de la seguridad. Los “señores” del miedo no se cansan de meter miedo y de darnos miedo. Pero si preguntamos: ¿a qué se tiene miedo? La respuesta suele ser: a la enfermedad, al paro, al deterioro medio ambiental, a la pobreza, a la ignorancia, también al terrorismo… Y sobre todo tenemos miedo de lo que no sabemos y nos dicen que existe o puede existir. Entonces, ¿de qué nos alegramos? ¿Qué seguridad es esta nuestra que crea inseguridad? Si realmente queremos la paz, tenemos que cambiar el concepto de seguridad vigente. Este concepto se nos está revelando como un arma de inseguridad global. Esta seguridad nuestra tiene mucho de “fase”. Consideramos que no se puede seguir por más tiempo con ese chantaje de que pedir o plantear otra seguridad es cosa de ilusos o que esta que tenemos y de lo que disfrutamos es la mejor posible. Consideramos que se debe trabajar por vivir bajo otro concepto de seguridad si se quiere de verdad construir otro mundo donde se reduzcan las amenazas que nos destruyen.
Es cierto que la seguridad al cien por cien no existe. Ni existe un modelo de seguridad “pura”. Lo que sí sabemos es que esta seguridad que tenemos y que nos la presentan como la única seguridad posible no da más de sí. Es cierto que no sería justo decir que con este concepto de seguridad no se ha conseguido nada. Se ha conseguido mucho. Por eso no es de extrañar que “otros” desde sus inseguridades tengan la necesidad de venir a disfrutar de esta seguridad nuestra. Sin embargo, creemos que se necesita trabajar en un nuevo concepto de seguridad. Una seguridad “inclusiva”, “global” y “común”. Creemos que hay otra forma de plasmar la seguridad que no produzca al mismo tiempo inseguridad.
Nadie cuestiona que la seguridad es el primero de los derechos del hombre. La seguridad se constituye en el fundamento para lograr el resto de cosas. Sin seguridad no hay libertad ni bien-estar ni democracia. La seguridad es lo que nos permite tener un ámbito donde podernos desarrollar personal y profesionalmente. ¿Qué libertad hay en el miedo y en cada una de sus versiones: miedo a la pobreza, al paro, a la inseguridad…? La seguridad tiene que ir unida a la justicia. La verdadera seguridad es la que nos da protección frente a enemigos como la pobreza, la enfermedad, el medio ambiente, la ignorancia y también el terrorismo en todas sus versiones. Todo lo que no vaya en esa dirección nos lleva a donde ya estamos y nos impide salir de donde nos encontramos: la inestabilidad. Quizás, una de las cuestiones más globales sea la de la seguridad. Todos sufrimos las consecuencias de las decisiones que se toman en todos los ámbitos que afectan a nuestra vida y que crean inseguridad.
De igual forma que Goethe decía que la “libertad debe ser reinventada en cada generación.” Consideramos que la seguridad debe de ser reinventada de nuevo. Si no se puede hacer, más que lo que ya está hecho…esto resultaría demoledor. Hay conceptos como hay instituciones (quizá la OTAN sea una de ellas para Macrón) que han aprendido de los árboles: a quedarse quietos. La seguridad debe de ser repensada y reinventada de nuevo.
Sobre todo esa seguridad que se ha constituido en una cobertura de amplio espectro: hay toda una seguridad donde no existe la vergüenza, ni los reparos, ni la ética…Es esa seguridad desde donde todo está permitido y desde donde se lava casi todo: “Por seguridad nacional.” Recordamos que es la seguridad la que tiene que ser tratada con Inteligencia; que es la inteligencia la que tiene que “enseñar a la mosca a salir de la botella.”