“The man who is absent is the man they conspire against”

John Le Carré

A Perfect Spy, 1987

 

José Miguel Palacios, 4 de septiembre de 2021

“La culpa fue del cha cha cha”, cantaba Gabinete Caligari en 1989, y ahora, más de treinta años después, algunos de los mejores cerebros de Occidente están empeñados en averiguar de quién ha sido la culpa de lo que casi todos perciben como un enorme fracaso de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán. Y, entre los “sospechosos habituales”, figura en lugar destacado la inteligencia. Desde luego, en la literatura anglosajona, pero también en la española. Dos recientes muestras:

“Los servicios de inteligencia norteamericanos la han pifiado, pero también lo han hecho los de otras poderosas naciones presentes sobre el terreno. No parece tampoco que se opusieran a otro fallo cometido, el de fijar una fecha de retirada sin haber evacuado ordenadamente a los miles de personas que había que sacar por temor a represalias”[1] (Embajador Inocencio Arias).  

“¿En ningún momento el CNI ha sabido algo? No pagamos este servicio para que nunca responda nada ni ante nadie”[2] (GD Rafael Dávila Álvarez).                                                                                 

Cuando nos enfrentamos a quejas de este estilo, a menudo lo que tenemos delante son casos de esperanzas no satisfechas. Le estamos pidiendo a un órgano, a una entidad o a una persona algo que no puede ofrecer. Y este parece ser el caso. Esperamos que la inteligencia estratégica nos proporcione algo que no está diseñada para producir:

a) La inteligencia no dispone de una bola de cristal y casi nunca puede ofrecer buenas predicciones sobre futuros acontecimientos o desarrollos. Quizá sí en situaciones simples, de limitada incertidumbre y evolución lenta y lineal. En estos casos, puede aceptarse que el futuro es una proyección del presente, de manera que si este se conoce bien, aquel no nos sorprenderá. El caso de Afganistán, sin embargo, era muy distinto. Como problema de inteligencia, el de la situación en Afganistán y su evolución probable era una “complejidad” (en el sentido en que Greg Treverton usa este concepto”[3]. Y cuando se enfrenta a “complejidades”, el problema para la inteligencia es que los recursos, técnicos y analíticos, que utiliza para enfrentarse a “rompecabezas” y a “misterios” tienen una utilidad muy limitada, de manera que el reto consiste en proporcionar a los decisores “algo” que pueda ayudarles a reducir la incertidumbre a la que tienen que enfrentarse. Ofrecer predicciones precisas sobre la evolución de “complejidades” es algo que no está al alcance de la inteligencia.

b) La inteligencia está diseñada y equipada para interesarse por lo que ocurre “al otro lado de la colina”. Su organización, sus recursos y su cultura profesional/organizativa resultan muy inadecuados cuando el problema que hay que estudiar está condicionado en todo (o en gran parte) por nuestras propias acciones y por las de nuestros aliados. La inteligencia no podía ofrecer buenas evaluaciones de la capacidad de resistencia de las fuerzas gubernamentales afganas porque eran “los nuestros” y, además, porque esa capacidad de resistencia dependía, en gran medida, de acciones que adoptaran Estados Unidos y otros países occidentales[4].

¿Por qué, entonces, se culpa a la inteligencia de este fracaso y de otros similares? Pues, fundamentalmente, porque se puede hacer a coste casi cero. La inteligencia está por completo ausente de este debate. El asesoramiento que presta no es público y sus informes seguirán siendo clasificados durante décadas, por lo que, en condiciones normales, no le resulta posible presentar evidencias que contradigan las acusaciones.

Y así es como la inteligencia estratégica se convierte en el perfecto “chivo expiatorio” (scape goat) en caso de crisis políticas graves. Por cierto, una función cada vez más importante en nuestro mundo postnormal[5].

 

[1]     Arias, I. (2021, 2 de septiembre). Apocalipsis e hipocresía. Heraldo de Aragón. https://www.heraldo.es/noticias/opinion/2021/09/02/apocalipsis-e-hipocresia-1516560.html.

[2]     Dávila Álvarez, R. (2021, 2 de septiembre). Afganistán (1). Al abandonar la posición. Blog General Dávila. https://generaldavila.com/2021/09/02/al-abandoinar-la-posicion-donde-quedan-los-heroes-de-afganistan-general-de-division-r-rafael-davila-alvarez/.

[3]     Treverton, G. (2008). New Frontiers in Intelligence. Notes from seminar in Stockholm May 27-28 2008. Center for Assymetric Threat Studies. P. 20.

[4]     Ver Sadat, S. (2021, 26 de agosto). I Commanded Afghan Troops This Year. We Were Betrayed. The New York Times , International edition. Recuperado a través de ProQuest.

[5]     Palacios, J.M. (2018). The Role of Strategic Intelligence in the Post-Everything Age. International Journal of Intelligence, Security and Public Affairs 20:3. P. 195-196.