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Somos como enanos aupados a hombros de gigantes[i]. Si llegamos a algo, es apoyándonos en lo que consiguieron otros, aquellos que influyeron sobre nosotros. En muchos casos, por más que nos aupemos somos incapaces de superar esos modelos que, consciente o inconscientemente, nos han ayudado en nuestro camino.
La Inteligencia Artificial se ha interesado por las influencias que ha podido detectar en mi trabajo y alguna, desde luego, ha encontrado. Entramos en la que me parece la parte más floja de todo su informe, así que me he permitido complementarla con mi propia visión. Cargada, por supuesto, de subjetividad. Como no puede ser de otra forma.
Influencias
El trabajo de Palacios demuestra un compromiso con otras figuras prominentes en el campo, como William Shapcott, ex Director del Centro de Situación Conjunto (SITCEN) de la UE de 2001 a 2010. El artículo de Palacios «El impacto de la inteligencia en la toma de decisiones: la UE y la Primavera Árabe» (2018) cita explícitamente la obra de Shapcott de 2011 «Do They Listen? Communicating Warnings: An Intelligence Practitioner’s Perspective». Esto indica la conciencia de Palacios y su compromiso con los desafíos prácticos de la comunicación de inteligencia, un tema que Shapcott también abordó. El propio capítulo de Shapcott en Forecasting, Warning and Responding to Transnational Risks reflexiona sobre los desafíos específicos de comunicar advertencias en entornos multinacionales.
Esta conexión directa destaca una preocupación compartida sobre la eficacia de la inteligencia para influir en la política. La cita explícita de un profesional de alto nivel como William Shapcott por parte de Palacios, él mismo un exprofesional convertido en académico, es significativa. Esto demuestra un esfuerzo deliberado por basar la investigación académica en las realidades de las operaciones de inteligencia y la formulación de políticas. Significa una valiosa polinización cruzada de ideas entre los ámbitos teórico y práctico de la inteligencia. Este compromiso mejora la relevancia práctica y la credibilidad del trabajo académico de Palacios, asegurando que sus contribuciones teóricas estén informadas por, y aborden directamente, los desafíos del mundo real que enfrentan los profesionales de la inteligencia. Fomenta una comprensión más holística de la inteligencia como disciplina académica y como oficio práctico.
El autor, intentando enmendar la plana a la Inteligencia Artificial
Si tuviera que completar el trabajo realizado por la Inteligencia Artificial, hablaría de la influencia evidente recibida de los excelentes profesionales con los que he tenido el honor de trabajar. Por ejemplo, de Ilkka Salmi, director del EU INTCEN entre 2011-2015, cuya comprensión del papel de la inteligencia en la parte política del proceso de toma de decisiones es difícil de superar. Por ejemplo, de Emilio Alonso Manglano, que nos enseñó cómo una potencia media (España) podía tener una inteligencia exterior ambiciosa, que supo jugar de farol como solo los mejores son capaces de hacerlo[ii]. Desde luego, de muchos colegas cuyos nombres no son conocidos del público y que no voy a revelar. Ellos saben bien a quiénes me estoy refiriendo.
En el campo académico, me reconozco influido, sobre todo, por aquellos autores cuyo trabajo se encuentra más cerca de la práctica. Por eso, no es extraño que en mi “trinidad” de autores favoritos figuren tres gigantes con experiencia, más o menos extensa, dentro de la comunidad de inteligencia norteamericana: Tom Fingar, Robert Pillar y Stephen Marrin. A alguna distancia de ellos situaría a los componentes de mi “segunda trinidad”, de perfil algo más académico. Está compuesta por autores también muy estimables, que he leído mucho y siempre con provecho: Greg Treverton, Robert Jervis y Philip Tetlock.
Quizá parezca extraño que no incluya a autores europeos en ninguna de mis dos “trinidades”. Porque, desde luego, los hay y algunos de ellos tienen en su CV publicaciones de mucho nivel. Echo en falta, sin embargo, esa sólida combinación de rigor académico y experiencia práctica que se encuentra en algunos buenos autores americanos. En la Primera División de la disciplina, situaría a muy pocos colegas de nuestro lado del Atlántico. El más notable de ellos, David Omand[iii]. Tal vez nuestras generaciones hayan estado demasiado fascinadas por los norteamericanos como para atrevernos a explorar por nuestra cuenta, sin seguir las sendas que ellos han abierto.
Hablando de europeos, no puedo olvidar a la profesora Sieglinde Gstühl, que me dio la oportunidad de enseñar análisis de inteligencia a los alumnos del Colegio de Europa (Brujas), jóvenes brillantes de los que siempre pude aprender.
Me queda, por último, reconocer la influencia de algunos autores españoles que han trabajado sobre las realidades que mejor conocemos y cuyas reflexiones y hallazgos nos resultan, por ello, particularmente útiles. Muchos de ellos están o han estado ligados a la Cátedra Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos, de Fernando Velasco (URJC).
[i] Según la célebre frase de Bernard de Chartres (siglo XII), utilizada después por Isaac Newton y por tantos otros.
[ii] El General Alonso Manglano incorporó a muchos jóvenes a los cuadros del Servicio e hizo lo que estuvo en sus manos por despertar en ellos una curiosidad intelectual que debería estar siempre presente en los analistas de inteligencia. Cuando terminaban el Curso Básico de Inteligencia, les regalaba libros que esperaba leyeran. En 1987-88 fueron España Inteligible, de Julián Marías, y Los últimos años del siglo, de Raymond Aron. Una selección muy reveladora.
[iii] https://en.wikipedia.org/wiki/David_Omand (acceso: 03.10.2025).