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Inteligencia Económica, una necesidad para España. Inteligencia Competitiva, una necesidad para sus empresas

1ª parte.- La necesidad de la Inteligencia Económica.
Con esta entrega en el blog se quiere trasladar una reflexión sobre la situación actual de la Inteligencia Económica en España y sobre la utilización de la Inteligencia Competitiva en las empresas españolas.
No se pretende hacer un análisis exhaustivo, sino hacer referencia a algunos conceptos necesarios para entender estos dos tipos de Inteligencia y llamar la atención sobre ellos y la necesidad de llevarlos a la práctica de manera adecuada, por tener una repercusión muy importante en la defensa de los intereses económicos de España y de sus empresas.
Se dividirá en dos partes: 1º La Inteligencia Económica y 2º la Inteligencia Competitiva.
INTELIGENCIA ECONÓMICA, UNA NECESIDAD PARA ESPAÑA.
La Seguridad Nacional en su sentido más amplio abarca la seguridad económica, en lo relativo a la dimensión gubernamental y a las grandes cifras económicas y, también, al tejido económico y empresarial como base de una gran pirámide nacional.
La Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 menciona el objetivo de la seguridad económica y financiera y señala la inestabilidad económica como un desafío a tratar; indica la necesidad de fortalecer la proyección internacional de España, señala que vivimos en un mundo globalizado, pero también fragmentado y competitivo, donde el entorno de seguridad cambia constantemente, y también hace referencia a la responsabilidad del conjunto de las administraciones y a la sociedad en general
Todo esto se puede ver en el nivel del Estado, como aspectos a considerar por el Gobierno y los distintos organismos de la Administración Pública española, pero hay que llamar la atención sobre la dimensión más próxima a los ciudadanos de a pie y, fundamentalmente, a nuestro tejido empresarial, al que aspectos como la proyección internacional de España, la inestabilidad económica, el entorno de seguridad cambiante y el mundo competitivo que nos rodea no le resultan ajenos.
Todos podemos y debemos contribuir a la Seguridad Nacional desde la posición en la que estemos y el Estado y las empresas tienen un papel muy importante en lo relativo a la seguridad económica.
Nuestro mundo se caracteriza por su complejidad y porque siempre está en evolución, algunas veces con demasiada rapidez. Cada zona geográfica, cada país, plantea unos riesgos y desafíos y también unas oportunidades.
Algunos expertos utilizan el acrónimo VUCA para definir el panorama actual: Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad), al que en el campo empresarial habría que añadirle un incremento permanente de la competencia.
Si analizamos de forma muy general la situación actual del mundo podemos estar de acuerdo en los siguientes aspectos relevantes:
- Globalización y fin de la primacía occidental (EE.UU. y UE).
- Influencia cada vez mayor de grandes potencias como China y Rusia y la aparición de otros actores geográficos relevantes.
- Existencia de conflictos regionales de gran trascendencia, no solo para la seguridad de todos, sino también con importantes repercusiones económicas. No es una novedad que la economía esté relacionada con los conflictos, siempre lo ha estado, pero ahora lo está más por la globalización.
- Aumento del proteccionismo por parte de actores económicos importantes, con graves consecuencias en mayor o menor medida para sus economías dependientes, que hacen necesaria una mayor capacidad de reacción que hasta ahora.
- La revolución de las tecnologías de la información y las comunicaciones, que implica nuevos escenarios, actores, amenazas y también oportunidades. Mención especial merece el capítulo de la ciberseguridad, por la trascendencia que puede llegar a tener la vulnerabilidad de todas las organizaciones y en particular nuestras empresas en este ámbito.
- La existencia de internet conlleva un mayor acceso a la información, un cambio importante en la forma de comunicarnos y un gran intercambio tecnológico, económico y cultural, pero también una generalización de la desinformación y de las campañas de influencia que persiguen intereses muy concretos.
Tener un campo de juego con estos condicionantes, y seguro que otros más que se podrían añadir en función de intereses concretos o de zonas geográficas de especial interés, hacen necesario disponer de los conocimientos, herramientas y apoyos imprescindibles para poder actuar con garantías o, al menos, con las mismas garantías que nuestros competidores.
En la historia, la Inteligencia como producto, es decir el uso de buena información, que ha sido elaborada y analizada, ha sido una constante que se ha aplicado a la toma de decisiones por los Gobiernos, en el ámbito militar y también en el mundo empresarial.
Inteligencia y economía se necesitan mutuamente para la salvaguarda de los intereses nacionales y los particulares.
Partiendo de la definición de la Inteligencia Económica (IE) elaborada por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), la podemos entender como Inteligencia de contenido económico/empresarial elaborada por el Estado en apoyo a los intereses económicos del país y a la actividad de las empresas en el exterior.
De la misma forma, partiendo de la definición del CNI de la Inteligencia Competitiva (IC), podemos decir que es una herramienta de gestión o práctica empresarial que consiste en un proceso sistemático, estructurado, legal y ético por el que se recoge y analiza información que, una vez convertida en Inteligencia, se difunde a los responsables de la toma de decisiones en la empresa para facilitar las mismas, mejorando así su competitividad, su capacidad de influencia y las posibilidades para defender sus activos e intereses.
Son muchos los países que, cada vez más y mejor, organizan sus capacidades para utilizarlas en beneficio de sus intereses económicos y su competitividad y esa acción, completa y coordinada, hace que esos intereses estén bien defendidos en el plano internacional y que sus empresas dispongan de todo el apoyo institucional cuando es necesario. A ello suman la aportación de cada empresa, a título individual y con sus propios recursos, para que en cada momento su estrategia de actuación y sus decisiones sean las más convenientes para sus intereses.
La evolución que ha seguido la IE en España durante lo que va de siglo ha sido importante y en ello la crisis económica reciente ha tenido mucho que ver. En la actualidad figura dentro de los cometidos de distintos organismos del Estado y se llevan a cabo actividades con el objetivo de favorecer los intereses nacionales en este campo.
Sin embargo, durante los últimos años son muchas las voces que han llamado la atención en España sobre la necesidad de disponer de un sistema más eficiente de IE, como una forma de paliar las carencias actuales, dedicar mayores recursos y evitar la desagregación de estos cometidos dentro de la propia Administración.
La globalización y la existencia de grandes corporaciones multinacionales hacen que el mundo de la economía y de las empresas sea cada día más complejo y competitivo. Es imprescindible contar con estrategias que utilicen al máximo los recursos disponibles a todos los niveles del Estado y de cada organización, pública o privada, para competir en las mejores condiciones en los mercados nacionales e internacionales.
Habría que finalizar esta reflexión inicial diciendo que un sistema de Inteligencia Económica debe incluir, además de una mejor organización y coordinación en el nivel del Estado, una dimensión docente que se dedique a formar expertos en las disciplinas necesarias para llevar a cabo las labores de Inteligencia, sea Económica o Competitiva, de forma que la necesaria cultura de Inteligencia aplicada al ámbito económico se expanda a todos los niveles y genere un mayor aprovechamiento de las capacidades públicas y privadas de nuestro país.
Madrid, Febrero 2020
intcompetitiva.jjgarcia@gmail.com
Los límites de la inteligencia

“Intelligence does not drive policy. Policymakers drive policy. Intelligence forms a crucial part of their intellectual background, but competing with intelligence are their prejudices and opinions formed over lifetimes of thinking about politics and history.»
Paul D. Miller[1] |
José Miguel Palacios, 22 de enero de 2020 |
Este mismo mes de enero, el think tank francés Geopragma, que se define a sí mismo como “polo francés de geopolítica realista”, afirmaba en un artículo sobre la crisis entre Irán y Estados Unidos que “Europa, y parece que también Francia, por sus desastrosas decisiones sobre Libia y Siria a lo largo de los últimos diez años, han perdido perdido el control en Oriente Medio… y ahora pierden la cabeza”[2]. Dos casos tremendos en los que la reacción de Europa (y de muchos países europeos) ante lo que en su momento se llamó la “primavera árabe” parece haber sido muy inadecuada. Como si aquellos acontecimientos hubieran pillado a Europa (y a los dirigentes europeos) por sorpresa, como si, además, nadie hubiera acertado en el diagnóstico.
Y de una manera natural surge la pregunta de cuál ha sido el papel de la inteligencia en este fracaso político. De por qué la inteligencia no parece haber servido de mucho. Por qué, en particular, la inteligencia no ha proporcionado una eficaz alerta temprana. O por qué no ha sido capaz de diagnosticar a tiempo lo que estaba ocurriendo. Y es que, como Fernando Velasco nos recordaba hace pocas fechas, en casos como estos los ciudadanos pueden preguntarse “por qué y para qué necesitamos la Inteligencia en un mundo en el que la información está al alcance de cualquiera”, o “cuál es el valor añadido que justifica la existencia de un Servicio de Inteligencia”[3].
Cuando un sistema falla (y tendríamos que aceptar que en este tema ha fallado lo que podríamos llamar “sistema de toma de decisiones informado por la inteligencia”) el error puede deberse al mal funcionamiento de cualquiera de sus componentes. Simplificando mucho, podríamos aventurar que el fallo puede haberse dado en la elaboración de la inteligencia por parte de los servicios, o en su uso por parte de los decisores políticos. O, quizá, en ambos.
No conocemos todavía qué inteligencia elaboraron los servicios europeos sobre la posibilidad de una “primavera árabe”, sus características y su posible evolución. Aún faltan bastantes años para que los documentos relevantes puedan ser desclasificados[4]. Podemos aventurar, sin embargo, que es difícil que su aportación haya marcado la diferencia en un tema como el que tratamos. Porque no se puede pedir peras a un olmo y los servicios de inteligencia están optimizados para elaborar otro tipo de productos:
– Los servicios suelen concentrar su esfuerzo en áreas en las que tienen una ventaja comparativa clara. Porque, como nos recordaba Paul Miller, en estos momentos no están, ni mucho menos, solos entre los proveedores de conocimiento estratégico en apoyo del proceso de toma de decisiones. Así que los servicios valoran, sobre todo, aquellos de sus productos que están elaborados con información procedente de fuentes clandestinas y de procedimientos específicos. Y, claro, estos productos pueden ser muy útiles en ciertos temas y nada útiles en otros. Si se trata de conseguir información técnica detallada acerca de un avión de combate de quinta generación, o sobre la postura negociadora de un país, entonces un buen servicio puede tener algo (o bastante) que ofrecer. Pero si se trata de prever o de estudiar procesos como el de la “primavera árabe”, entonces los servicios son menos útiles. Porque, con toda probabilidad, su desencadenamiento no fue producto de los manejos de un poderoso dirigente en cuyo círculo de confianza quizá se podría intentar el reclutamiento de una fuente.
– Los buenos servicios tienen muy asumido su papel en apoyo al proceso de toma de decisiones. Lo que implica que tienden a ignorar temas y procesos que no tienen interés para sus clientes. En los países democráticos, en que la duración de los ciclos políticos depende de los procesos electorales y raramente es mayor de cuatro años, el plazo medio-largo tiene un interés escaso para los decisores y, en consecuencia, también para los servicios.
– Los servicios de inteligencia son particularmente buenos en el conocimiento del pasado reciente y tienden a imaginar el futuro extrapolando las tendencias que son capaces de detectar en estos momentos. Como Tom Fingar ha explicado, “most of the time, the future is like the past, with certain variations, and most of the time it is ‘safe’ to predict basic continuity”[5]. Lo que explica las enormes dificultades con las que se enfrentan los servicios para detectar posibles puntos de inflexión. Como, por ejemplo, la “primavera árabe”.
Pero también puede haber habido disfunciones en el lado de los clientes. La inteligencia no es la única fuente de conocimiento de la que beben y lo que los decisores buscan en los servicios “es aquello que otras agencias no pueden suministrarles”[6]. En un problema como el descrito, en el que los servicios difícilmente pueden poner en valor sus fortalezas específicas (principalmente, en cuanto a fuentes y procedimientos), es fácil que un político de alto nivel se deje guiar, sobre todo, por su ideología, por su intuición (en muchos casos, educada por una larga experiencia) o por el “conventional wisdom” de la época.
En 2010 -2011 muchos gobernantes europeos creyeron ser testigos del comienzo de una nueva “ola de democratización”[7], como la que se desarrolló en Europa Centrooriental y los Balcanes durante los años noventa. Se equivocaron.
[1] MILLER, P.D. (2010). Working for the “War Czar”. Lessons for Intelligence Support to Policymaking during Crises. Studies in Intelligence Vol. 54, No. 2. https://www.cia.gov/library/center-for-the-study-of-intelligence/csi-publications/csi-studies/studies/vol.-54-no.-2/pdfs-vol.-54-no.-2/U-%20Miller-Working%20for%20the%20War%20Czar-19June2010-web.pdf (acceso: 22.01.2020).
[2] GEOPRAGMA (17.01.2020). Communiqué Geopragma : Dans la crise irano-américaine : l’Europe entre inconstance et suivisme. Geopragma. http://geopragma.fr/communique-geopragma-dans-la-crise-irano-americaine-leurope-entre-inconstance-et-suivisme/ (acceso: 22.01.2020).
[3] VELASCO, F. (16.01.2020). Repensar los servicios de inteligencia: aprendiendo de la sociedad. Blog Cátedra Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos. http://catedra.proyectointeligenciavisualanalitica.com/blog-fernando-velasco/ (acceso: 22.01.2020).
[4] La UE sí desclasificó hace unos años un análisis estratégico sobre este tema redactado en 2007. Council of the European Union (05.07.2017). Worst Case Scenarios for the Narrower Middle East (declassified version of the confidential report SIT-6577/07, dated 12.07.2007). http://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-7636-2017-INIT/en/pdf (acceso:22.01.2020).
[5] FINGAR, T. (2011). Reducing uncertainty: Intelligence analysis and national security. Stanford University Press. P. 80.
[6] DÍAZ FERNÁNDEZ, A.M. (2006). El papel de la comunidad de inteligencia en la toma de decisiones de la política exterior y de seguridad de España. Fundación Alternativas: documento de trabajo OPEX 03/2006. P.61.
[7] Para el concepto “ola de democratización”, ver HUNTINGTON, S. P. (1993). The third wave: Democratization in the late twentieth century. University of Oklahoma press. P. 15.

Repensar los servicios de inteligencia: aprendiendo de la sociedad
Consideramos que se trata de repensar el papel de los Servicios de Inteligencia y por tanto de la Inteligencia pero no como una mera adaptación al mundo actual a través de la transformación digital, sino como un cambio de mentalidad.
Hoy nadie duda que los problemas a resolver tienen que ser tratados de manera transversal y desde diferentes perspectivas. Los cambios a los que estamos asistiendo por la globalización están generando transformaciones que afectan no solo a nuestras vidas, sino también a los Servicios de Inteligencia y a su forma de ser y de estar en la sociedad. Sociedad donde nadie sobrevive si no se reinventa. Ante los cambios en los que estamos inmersos, nadie por sí solo y los Servicios de Inteligencia tampoco, disponen de una guía y menos de recetas únicas para actuar. Todo esto nos lleva a tener que repensar la relación entre los Servicios de Inteligencia y la sociedad y los políticos. Por un lado, los Servicios de Inteligencia han desarrollado “agorafobia”: ese miedo a salir de casa, a abrirse. Considerar a los Servicios de Inteligencia como algo de naturaleza cerrada e inmutable lleva a importantes errores de comprensión y de actuación. El creerse autosuficientes, no es una metodología suficiente para un Servicios de Inteligencia. Es seguir viviendo y describiendo el mundo de forma incompleta. Es mantener una “visión estrecha” en una “banda ancha.”
Por otro lado, también supone un error por parte de la sociedad, pensar en los Servicios de Inteligencia de forma romántica. La imagen que los ciudadanos solemos tener de los Servicios de Inteligencia oscila, entre la idealización, la seducción, la admiración que nos transmiten el cine y la literatura y, por otra parte, la que recibimos de los medios de comunicación cuando informan sobre ellos. En muchos casos, se trata de informaciones sobre actividades que dejan mucho que desear y que llevan al ciudadano a dudar y a desconfiar de la actuación y de la finalidad de sus Servicios de Inteligencia. De todas las instituciones que conforman el organigrama del Estado, una de las más ignoradas es la de los Servicios de Inteligencia de los que se desconocía y se desconoce, aunque ya menos, prácticamente todo: su funcionamiento, sus competencias y controles en un Estado de Derecho; ¿Por qué y para qué necesitamos la Inteligencia en un mundo en el que la información está al alcance de cualquiera?; ¿Cuál es el valor añadido que justifica la existencia de un Servicios de Inteligencia?; ¿Por qué necesitan el secreto y poderes especiales los Servicios de Inteligencia?; ¿Por qué tiene el ciudadano que confiar en que sus Servicios de Inteligencia actúan legal y éticamente en beneficio de la estabilidad democrática? Y se culmina la radiografía de los – Servicios de Inteligencia y sociedad- con la existencia de unos políticos poco formados y poco interesados en el ámbito de la Inteligencia.
Ante este panorama era y es esencial promover un debate sobre cómo lograr una relación positiva, sistematizada y distinta a la actual entre los Servicios de Inteligencia y la sociedad. Es fundamental y necesario un nuevo relato sobre cómo funcionan y deberían relacionarse los Servicios de Inteligencia con la sociedad. Es necesario que el ciudadano tome conciencia de la necesidad que tienen las democracias de contar con Servicios de Inteligencia, de su utilidad así como de la responsabilidad de los gobiernos en la utilización de sus Servicios de Inteligencia. Muy pocas veces se informa sobre la verdadera contribución de estos organismos a garantizar la estabilidad y la seguridad de las democracias. Es determinante el tomar conciencia de que el único modo que tiene un Servicios de Inteligencia de protegerse es dándose a conocer y formando a sus ciudadanos; es formando a la sociedad para que incluso comprenda qué quiere decir y hacer sus Servicios de Inteligencia cuando calla y actúa desde el secreto. Es clave el formar a la clase política. Y es cada vez más urgente que para tomar conciencia para nuestras sociedades conceptos como ética, transparencia, confianza, reputación etc. van a ser claves en esta nueva Cultura de Inteligencia para que nuestros Servicios de Inteligencia no sólo sean eficaces sino también creíbles.
En España este reto se ha tratado de solventar a través de la denominada “Cultura de Inteligencia” con la creación de la Cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos fruto de un convenio de colaboración entre el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y que ha ido incorporando universidades como la Carlos III, la Universidad de Valencia, la Universidad de Barcelona, la Universidad de Salamanca, la Universidad de Cádiz…así como otras instituciones, creando un trabajo en red. Durante estos 15 años se ha trabajado para que desde la Universidad española se potencien y se consideren las cuestiones relacionadas con el mundo de los Servicios de Inteligencia y mejorar la relación entre la sociedad y Servicios de Inteligencia. Para ello nos hemos centrado en las siguientes líneas de trabajo: formación, investigación, publicaciones y divulgación (congresos, seminarios, talleres etc.). Destacar respecto a la formación el Máster de Analista de Inteligencia, en su ya undécima edición y un referente en la formación de analistas. Respecto a las publicaciones, aparte de los respectivos libros sobre Inteligencia, Servicios de Inteligencia, Inteligencia Competitiva, etc. reseñar la revista: Intelligence, Security and Public Affairs.
En este mundo de hoy tenemos la necesidad y la responsabilidad de interactuar y de intercambiar ideas, experiencias y proyectos. Y sabemos muy bien que el prejuicio es hijo de la ignorancia. Incluso, consideramos legítimo que algunos se pregunten si esta forma de abrirse a la sociedad por parte de los Servicios de Inteligencia a través de la Cultura de Inteligencia no es una forma de acabar con la esencia de los Servicios de Inteligencia. Y tenemos que decir que no. Como ciudadanos necesitamos a esos Servicios de Inteligencia eficaces y anticipativos. Pero ya no sirve aquello de: “todo para el ciudadano pero sin el ciudadano.”
Consideramos que sería bueno recordar lo que dijo en el Foro Político Mundial celebrado en Bosco Marengo (Italia) Mijail Gorbachov: “Los políticos solos (y yo añado los Servicios de Inteligencia solos) no pueden abordar ni afrontar todos los desafíos que el mundo presenta hoy. La política (y los Servicios de Inteligencia) deben interactuar con la sociedad civil y la comunidad intelectual. En consecuencia, es absolutamente necesario e indispensable, un diálogo de alto espectro que nos ayude a desarrollar enfoques audaces y factibles para ser capaces de resolver los desafíos de nuestro mundo globalizado. Si esto ya era necesario en el 2002, hoy en el 2020 lo consideramos urgente. Trabajar no solo por una Cultura de Inteligencia en España sino también europea. En esto consiste nuestro trabajo y en que no nos tengan que reprochar como “pudiendo tanto nos atrevimos a tan poco.”

Qasem Soleimani. Exceso de confianza, maniobra de engaño o fugas de información sobre su desplazamiento.
Santiago Montesinos Chía, 2020
Analista de Inteligencia,
Colaborador en la Cátedra de Servicios de Inteligencia.
Profesor en el Máster Interuniversitatio en Analista de Inteligencia.
En inteligencia, una maniobra de engaño activo (o decepción) 1 consiste, en construir un cuadro de situación que induzca a un adversario a confundir su toma de decisión. Ahora, se sabe, que la decisión de desplazarse al aeropuerto de Bagdad, que tomó Qasem Soleimani fue desacertada. Lo que no se sabe con absoluta certeza, es qué, quién, por qué o cómo exactamente se consiguió poner a Qasem Soleimani en una posición vulnerable o si se puso él mismo. En una primera instancia las primeras conjeturas apuntaban a que el patrón de viajes que seguía el desaparecido general iraní, habían sido la clave de su localización. Sin embargo, Doña Carmen Medina, la que formó parte del equipo ejecutivo de la Dirección de Análisis de la CIA 2 formuló vía Twitter una pregunta, generando nuevas alternativas, la pregunta fue: ¿tenía Qasem Soleimani la costumbre de ser recibido por autoridades en el aeropuerto de Bagdad o es que era un “tipo” confiado? 3 La citada pregunta, generó un breve debate sobre los fallos del sistema de seguridad personal de Soleimani, pero a su vez, también abrió la probabilidad de que Qasem Soleimani hubiera sido objeto de una, o una serie de maniobras de engaño, y de que hubiese fugas de información sobre su desplazamiento de ese día en concreto. De otro modo, su seguridad personal y la de su comitiva en el aeropuerto de Bagdad (Irak) no habrían estado llenas de agujeros. De hecho, es difícil argumentar que sin saberse a salvo, el finado general se hubiese desplazado hasta el lugar en el que fue alcanzando por el/los misiles lanzados por un RPA (Dron) estadounidense. Por otro lado, la hipótesis de que fuese un hombre dado a dejar en manos del azar o al exceso de confianza la seguridad de sus desplazamientos tiene también evidencias a su favor, pero, en inteligencia hay que valorar todas las opciones e hipótesis y ponerlas en competencia 4 Lo que posee menores probabilidades de ser, no por ello deja de tener opciones de poder haber sido o influido de alguna u otra manera. En una operación como la del día 3 de enero, suelen estar implicados más actores y acciones de lo que puede suponerse.
De entrada, sería un error pensar que Qassem Soleimani era un General de División de la estructura militar de Irán, sin más. Existen informaciones suficientes para argumentar que Soleimani acumulaba gran poder y era una de las figuras más relevantes dentro del esquema de poder iraní, las informaciones sostienen que era una de entre las personas que más influían en las tomas de decisión de Hasán Rohaní. Entre los logros de Qasem Soleimani estaba el haber extendido -y consolidado- el área de influencia de Irán hacía Siria e Irak (se hace necesario apuntar que había heredado la infraestructura de poder de Hassan Shateri 5) El general Soleimani comandaba la Fuerza Al Quds 6 de Irán. La rama Al Quds, tampoco puede ser considerada una rama menor en la estructura estatal de Irán.
La llamada Fuerza Al Quds es considerada como una mezcla entre una unidad dotada de fuerzas especiales, el brazo de la propaganda ideológica, está al cargo de poner en acción las operaciones encubiertas y a su vez, es considerada como un servicio de inteligencia exterior muy efectivo. Y este aspecto, es importante de valorar, por el siguiente motivo: Qasem Soleimani, supuestamente, debía ser conocedor, y de una manera muy minuciosa, de los diversos protocolos de seguridad y de las distintas medidas que se siguen para esquivar el ser objeto de localización y convertirse en un objetivo asequible de terceros. Para evitar ser un objetivo fácil, existen los protocolos. En un sistema de seguridad de autoridades, los protocolos están compuestos por medidas de protección, por contramedidas de vigilancia tecnológica y física (por parte de personas), por la seguridad de equipos de avanzada y resto de medidas de contravigilancia, amen de otras suplementarias de acción inmediata y en las que interviene un número importante de personas y medios técnicos. Además, generalmente, no sería lógico estimar que una figura de poder, como lo era el jefe de Al Quds, no fuera altamente protegido, o sostener que no contara con los recursos técnicos más sofisticados en seguridad de los que tiene en su amplio directorio Irán. Del mismo modo, la medidas de seguridad también se encaminan para ocultar de manera exhaustiva todo tipo de información sobre movimientos para no ser detectados, incluso se realizan acciones de contrainteligencia para detectar posibles handler de servicios de inteligencia externos que alienten a traicionar o bien, para detectar ventas, fugas o intercambios de información sensible. Por tanto, en un primer eje se hace algo difícil sostener, que alguien que conocía perfectamente que era un objetivo a perseguir, -además realizado manifiestamente público por los Estados Unidos- que sabía cómo funcionan los protocolos, los sistemas técnicos y los distintos procedimientos, y que su perfil, en cierta medida avalaba, que era una persona desconfiada no evitara el haber tomado la mala decisión de desplazarse al lugar donde fue objeto de seguimiento, localización y ejecución, que concluyó el operativo desplegado por los Estados Unidos, después de haber sido autorizado por el presidente de Estados Unidos Donal J. Trump, la madrugada del día 3 de enero. El aviso de que algo había o iba a suceder lo fijó el Presidente de Estados Unidos Donald J. Trump con una bandera estadounidense en su cuenta de Twitter, a las 03:32 GMT (zona horaria de España)7Sin embargo, otro aspecto llamativo, es que al General Soleimani le acompañaban y recibieron una comitiva de personas con elevados grados de autoridad en Irán y figuras del grupo Hashed al-ShaabiIrak 8 Lo que huelga decir, hizo del operativo estadounidense un “éxito” mayor. En lo que respecta a este sentido, se asocian y soportan en cierta medida las preguntas analíticas y las hipótesis planteadas. Eso sí, sin descartar que las costumbres de viaje de Soleimani le hubieran vuelto confiado. Según el comunicado, emitido por el Departamento de Estado y la información del periódico el País 9 el ataque que acabó con la vida de Soleimani se efectuó mediante DRON modelo MQ-9 Reaper (DRON-RPA nave no tripulada) que lanzó los misiles -cuya tipología se especuló, eran hipersónicos, pero en realidad lo que se lanzó fue un misil Hellfire guiado por láser a 230 mph- Sean como fueran los misiles, lo importante es que alcanzaron a la comitiva de Qassem Soleimani, compuesta por diez personas. Sin embargo, los misiles de algún modo tuvieron que ser guiados con informaciones bien fueran técnicas o humanas para alcanzar su objetivo dual: a Soleimani y a las personas que estaban en la comitiva, cuya relevancia no era menor. De hecho, dentro de la comitiva iban cinco iraquíes de la red paramilitar proiraní Hashed al-Shaabi 10, cuyo líder también fue abatido. Su nombre era, Jamaal Jafaar Mohammed Ali Al Ebrahim, conocido como Abu Mahdi al-Muhandis 11 un iraquí de Basora, comandante de la Fuerza de Movilización Popular (PMF) también una figura de poder dentro del organigrama construido por Soleimani para extender la influencia externa de Irán. Es importante anotar que Jamaal Jafaar, era el segundo de Abdul Wahab Al-Saadi, quien comanda las citadas Popular Mobilization Units (PMU) en ingles. Las restantes identidades, que se saben con seguridad, son: la de un General de brigada de nombre Hossein Pourjafari, la de un Coronel llamado Shahroud Mozafarinia, la de un Mayor con el nombre Hadi Taremi y el Capitán Vahid Zamanian.
Pero, para el propósito de este artículo la pregunta con dos vectores que se desprenden es ¿qué información hizo que el operativo estadounidense haya sido una intervención tan certera y “exitosa”? Para este primer vector, existen informaciones que apuntan a que la operación Soleimani, ha sido un acierto, pero fue una elección de última hora, como argumenta Rukmini Callimachi corresponsal y analista de The New York Times, de la NBC (National Broadcasting Company) y de la NSNBC (Microsoft National Broadcasting Company) Dicha corresponsal, manifestó vía Twitter, que la información la había conseguido de fuentes de la inteligencia estadounidense, sin precisar quién era su fuente, solo que era funcionario de inteligencia. También anotar, que según Netherlands Radar una veintena de Boeing C17A Globemaster III de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos se movieron previamente en Alemania 12 Hecho, cuanto menos singular por llamativo y una evidencia más que se debe tener en cuenta.
Sea como fuere la fase ejecutiva, no se debería descartar del todo el segundo vector ¿quizá hubo una maniobra de engaño previa? No se debe descartar esta posibilidad. ¿Por qué? porque no podemos abstraernos de valorar cada una de las hipótesis y ponerlas en competencia. Y debiera ser así, en base a los siguientes argumentos.
Es de lógica empírica que los Estados no democráticos -y los democráticos- se soportan en las figuras públicas de poder, con su desaparecieron los estados no se desvanecen, pero si sufren situaciones de inestabilidad temporal, llegado el caso hasta se vuelven inestables por un largo periodo de tiempo. En el caso de los estados no democráticos, las figuras de poder son más relevantes si cabe, por poseer una mayor cuota y formas de activar el poder. Extrapolando lo anterior, en los organigramas de poder la estabilidad de cualquier país, lo que no excluye a Irán, dependen en gran media de la seguridad y de la protección efectiva de sus autoridades y resto de figuras relevantes dentro del sistema estatal. En cualquier circunstancia o país eliminar a una figura con autoridad es un acto complejo de llevar a cabo, sin contar que habrá múltiples impedimentos para conseguir llevar a buen término el objetivo. Y la seguridad de autoridades está más adherida a obtener y evaluar la información de lo que a primera vista puede parecer.
Los sistemas de seguridad autoridades poseen una dependencia directa de obtener, evaluar y analizar la información disponible para establecer o bien, el nivel riesgo, o bien, el tipo de amenazas más plausibles en los desplazamientos internos y externos para hacerlos lo más seguros posible. En los desplazamientos externos, de hecho, se amplían y aumentan exponencialmente las medidas de seguridad que se citaron anteriormente. Los lugares se examinan antes y durante, mediante visualización, monitorización y obtención de toda la información necesaria de diversos tipos de fuentes. Si la información que se obtiene es fiable y se analiza bien, la teoría dice que en la práctica, salvo incidencia inesperada, el escenario será seguro y fiable. Sin embargo, es sabido que la información se puede contaminar o fabricar para engañar con el objetivo de alterar las decisiones, y pasan de ser acertadas a ser erróneas. A lo que hay que añadir, que es poco frecuente no aumentar más las medidas a la hora de viajar a un escenario de inestabilidad como lo era Bagdad el día 3 de enero, fecha en la que sucedieron los hechos, pues los días previos en Bagdad, la inestabilidad e inseguridad habían aumentado con el asalto a la embajada estadounidense y las repetidas protestas estaban muy presentes haciendo de la capital de Irak, una ciudad altamente peligrosa a la que desplazarse para mantener una reunión como se argumenta que fue el motivo de Soleimani de acudir a Bagad. También, es un hecho que se puede cotejar, que los Estados Unidos habían desplazado tropas y diversos efectivos a la zona tras el asalto. Consecuentemente, en este marco, y por pura coherencia, no es descabellado deducir que las medidas de seguridad de Soleimani debían de haber sido muy sofisticadas y extremas, o también, cabe que hubiese fugas de información no detectadas que hicieran que tanto Soleimani, como la comitiva reunida dieran el lugar como seguro, sin serlo, basándose en informaciones fabricadas, aunque fuesen acciones ideadas previamente y puestas en práctica a última hora. Y he aquí la segunda vuelta al tema que se está tratando de visualizar. La mayoría de la veces se descarta la visión y previsión que poseen las personas que componen los servicios de inteligencia, no se debiera hacer, pero se hace. Existen multitud de casos de referencia en los que se puede sustentar este argumento, se da por sentando que no se ha realizado ninguna acción encubierta y el tiempo demuestra que sí fueron puestas en práctica con discreción y sin hacerlas públicas. Las personas que se dedican a ejercer labores de inteligencia suelen diseñar estrategias por anticipado, llegado el momento se reelaboran -si procede- se adaptan con precisión y pasan a su fase de acción para cumplir con su objetivo, en el lugar y en el tiempo justo más idóneo. No podemos olvidarnos, que las acciones de inteligencia son un sistema de ideas en progresión constante. Pero, no se trata de confirmar la hipótesis del engaño por ser la más deseable, este articulo ha tratado de no descartarla por resultar coherente con el escenario.
Para finalizar, solo añadir que si bien, inicialmente se ha prestado una mayor atención a los aspectos relacionados con la fase ejecutiva de la operación Soleimani, se ha tratado menos la fase de preparación, aspecto muy relacionado con el escenario: quizá el exceso de confianza se basó en una maniobra de engaño para influir en su toma decisión, quizá no. Es pronto para confirmarlo o descartarlo. Las evidencias señaladas, cuanto menos, llaman la atención como para no ser tenidas en cuenta.
Por lo expuesto, es por lo que nos ha parecido conveniente mencionar, en primer lugar, que tuvo que haber una diversidad de factores implicados, medios técnicos, medios humanos, sin descartar que pudiera haber habido alguien que estuviera aportando unas informaciones muy valiosas acerca de los desplazamientos del comandante de Al Quds.
Y también, pudo haber quienes hicieron concebir a Soleimani que su decisión era la más acertada, sin serlo. Con ello, a su vez, ponemos de manifiesto la diversidad de concepciones detectadas, lo que nos sirve para apreciar diferentes perspectivas y niveles de involucración en una operación de estas características. En la que, la inteligencia, con alta seguridad, tuvo que formular e idear diversos productos que hicieron del conocimiento en inteligencia un eje principal en la operación.
Otras fuentes de interés.
https://www.newyorker.com/magazine/2013/09/30/the-shadow-commander
Inteligencia: impacto y transparencia

“Porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse».
Mt, 10:26
José Miguel Palacios, 13 de diciembre de 2019 |
No sé si es positivo o negativo, pero en nuestro mundo actual estamos asistiendo a una creciente “comercialización” de la inteligencia estatal (governmental intelligence, en terminología anglosajona). Si hace cuarenta años Sir Humphrey, el inefable Secretario Permanente de la serie británica Yes Minister, se refería a sus superiores políticos como “Lords and Masters”, en la inteligencia actual se habla de clients (clientes) y de customers (usuarios). Y se busca un beneficio, que, ante la dificultad de monetizarlo, se suele identificar con el “impacto” que la inteligencia (sus productos y actividades) puede tener sobre el proceso de toma de decisiones.
Y aquí nos enfrentamos a una doble paradoja. La inteligencia, tal y como se ha concebido hasta ahora, está estrechamente relacionada con el secreto, pero el impacto de un producto de inteligencia puede ser mayor cuando es filtrado (leaked), es decir, cuando alguien viola el secreto que debería protegerlo. Por otra parte, la inteligencia actúa en apoyo de los escalones superiores del proceso de toma de decisiones (el “cliente”), pero cuando se filtra un documento de inteligencia el que lo hace suele intentar perjudicar al “cliente”, dejando claro que sus decisiones no se adaptaban a la inteligencia que había recibido. Algunos ejemplos:
– En octubre de 1990, un NIE de la comunidad de inteligencia norteamericana (Yugoslavia transformed) predecía la desintegración de Yugoslavia un año antes de que tuviera lugar[1]. Aunque el documento no tuvo ninguna influencia real sobre las decisiones que adoptaría la administración Bush, fue ampliamente leído y comentado en Washington. Es decir, resultó ser una contribución importante a la discusión pública del problema (tuvo impacto). Y ello se debió, sobre todo, al hecho de que su contenido fuera filtrado rápidamente al New York Times, quizá por alguien que no estaba de acuerdo con la política que Estados Unidos estaba adoptando.
– Un análisis de inteligencia estratégica de la Unión Europea, Worst Case Scenarios for the Narrower Middle East, anticipaba en 2007 lo que más tarde sería la “primavera árabe”[2]. Hasta la desclasificación del documento en 2017 su contenido era desconocido y no parece haber ejercido ninguna influencia directa o indirecta sobre la percepción por parte de los líderes europeos de los procesos que se estaban desarrollando en diversos países árabes a finales de la primera década del siglo XXI. Más impacto tuvo un informe de alcance mucho más modesto (current intelligence), producido el 13 de octubre de 2015, en el que se sostenía que “el atentado suicida del 10 de octubre de 2015 contra una manifestación pacífica ante la estación de ferrocarril de Ankara puede haber sido cometido por orden del partido gobernante AKP”[3]. Quienquiera que lo filtró pudo utilizar sus conclusiones como munición argumental contra el gobierno turco, en contra de los deseos del “cliente” (el EEAS) para el que se había escrito el informe[4].
– El buen trabajo analítico realizado por el CNI en los meses anteriores al comienzo de la Segunda Guerra del Golfo (marzo de 2003) es conocido, en parte, a través de filtraciones efectuadas a la prensa. Los filtradores fueron, en la mayor parte de los casos, miembros de la oposición que buscaban desacreditar la postura adoptada por el gobierno de entonces[5].
Las sociedades modernas piden cada vez más transparencia, algo que está reñido con la forma tradicional de funcionamiento de la inteligencia. El ejemplo de bastantes democracias avanzadas sugiere que es posible ser más transparente de lo que en el pasado se creía. Pero también que hay límites. En la sociedad contemporánea conocemos no pocos ejemplos de actividades en que el secreto está celosamente protegido. Es así, por ejemplo, en las comunicaciones, en la labor de los medios de comunicación, en las relaciones entre abogados y clientes, etc. De esta manera se ayuda a proteger bienes públicos tan estimables como la privacidad de los ciudadanos o su derecho a la información. Y también debería considerarse normal y democrático que (en determinadas circunstancias, con determinados controles) pueda hacerse uso del secreto para proteger la integridad y el buen funcionamiento del sistema de toma de decisiones.
Transparencia y confidencialidad son importantes, aunque cada sociedad y cada época requieren que ambos criterios se combinen en proporciones diferentes. Y parece demasiado aventurado sacrificar por completo la una a la otra. Aunque sea en nombre del ahora tan valorado “impacto”.
[1] Ver Treverton, Gregory F. y Renanah Miles. Unheeded warning of war: why policymakers ignored the 1990 Yugoslavia estimate. Washington DC: Centre for the Study of Intelligence. Central Intelligence Agency, Octobre de 2015. https://www.cia.gov/library/center-for-the-study-of-intelligence/csi-publications/books-and-monographs/csi-intelligence-and-policy-monographs/pdfs/unheeded-warning-yugoslavia-NIE.pdf.
[2] Council of the European Union, Worst Case Scenarios for the Narrower Middle East (SIT-6577/07), 12 julio 2007. http://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-7636-2017-INIT/en/pdf.
[3] Ankara Bombing. Ver https://ahvalnews.com/terrorism/ahval-reveals-top-secret-eu-report-akp-commissioned-isis-ankara-massacre.
[4] Según otra filtración, un informe del INTCEN fechado el 24 de agosto de 2016 consideraba que no podía atribuirse a Gülen la responsabilidad del intento de golpe de estado de julio de aquel año. Ver Gultasli y Rettman, “Leaked document sheds light on Turkey’s ‘controlled coup’”, EU Observer, 11 marzo 2019. https://euobserver.com/foreign/144366.
[5] Ver Palacios, J.M., “Coalitional Intelligence: The Strategic Role of Minor Partners”, Journal of European and American Intelligence Studies 2:1 (June 2019), 7-20.

From beancounting a presuming (English version)
When Stansfield Turner became head of the CIA in 1977, and thus of the entire American intelligence community, he told his family that he had now become ‘Chief Bean Counter’.[1] During the Cold War intelligence was very much about missing pieces of a puzzle, pieces that had the shape of facts which preferably could be quantified. Intelligence analysis amounted to, what Roscoe H. Hillenkoetter, head of the CIA, in 1948 called ‘endlessly putting fact on fact, until the whole outline appears’, and intelligence dissemination was, in his words, ‘providing the factual basis for high-level policy decisions affecting our national security’.[2] Typical intelligence questions of the Cold War would be how many medium or long range missiles the Soviet Union had, how big their nuclear payload was, how many of them would be along the Soviet-Union’s western border and how fast missiles along its eastern border could be transferred to the west.
Sometimes there would be intelligence issues that could be characterized, as Greg Treverton does, not as puzzles, but as mysteries. [3] They concerned for instance the likely evolvements during the so-called Prague Spring of 1968 or the developments in Poland after the labor union Solidarnosc entered the scene in 1980. Such events could not easily be quantified, but there were historical examples or analogies that analysts could use to gain some foreknowledge about ongoing processes and future events.
Today however many issues present themselves in unprecedented ways. We have known terrorism for quite some time but today’s islamist terrorism is original because of the numbers of people involved, its almost global presence and new means of communication. The same would hold true for the new caliphate called Islamic State. Treverton calls such issues complexities.[4] More often they are called wicked problems. Typical characteristics of wicked problems are:
- It is difficult to give an unambiguous definition of the problem that is acceptable to all stakeholders concerned.
- There is no single root cause for the problem, but a multitude of causes.
- Many actors are involved in combating the problem, and they use different interpretations and ways of combating the problem.
- The fighters of the problem must take into account different reactions from part-audiences.
- The problem mutates over time.
- The interpretation must therefore also be a continuous process and evolve with the problem.
- The problem shows the tendency to connect with other (wicked) problems.
- There is no real solution. Stakeholders often exacerbate the problem through their so-called solutions. While they are fighting the problem, they must continue to discussing the phenomenon. Thinking, talking and doing must be done simultaneously. It is a process of trial and error. The only real ‘solution’ seems to be to change the social perception of the phenomenon. This requires a so-called discursive or narrative approach, in which the problem is mutated into something seemingly more harmless.
An example of such a wicked problem or complexity is radicalization or contemporary Islamist terrorism. Various views on terrorism are possible. One can see it as a form of crime, as war, as a threat to national security or the democratic order, as a social issue or as a security problem. Depending on the interpretation, various government bodies are involved in the fight against it: the police, the judiciary, the armed forces, intelligence and security services, education, housing or integration authorities or public and private security agencies. All these organizations have an approach that is determined by their mission, their mandate, their powers, their interests, their values, their doctrines and their disciplines. It is difficult to coordinate these different perspectives, although in many countries this has been attempted in recent decades.
The causes of radicalization and terrorism can be sought in so-called root causes, such as economic or socio-cultural discrimination, in the relationship of the radicals or terrorists with their socio-political environment (which tolerates or legitimizes a certain degree of violence). or in the interaction between the radicals and governments, which through their respective actions may create a spiral of violence. Consequently, when taking measures against radicalization and terrorism, attention must be paid to the effect on the radicals and potential terrorists, on their direct environment, on separate population groups and on a foreign public.
Meanwhile, what radicalization is can only be determined in the context of time and space. Radicalization in 2004, which directly led to terrorism, was a different kind of radicalization than the one in 2013, which led to participation in the internal conflict in Syria and at most indirectly, after further radicalization processes to terrorism. The approach to radicalization that was conceived after events in 2004 and the ensuing years that followed immediately could therefore could not simply be used in 2013.
In discourse discussions about radicalization and terrorism tend to get tied in with other rather elusive issues such as globalization, migration, integration, crime and the relationship between religion and state. In the 1970s it was still possible for the Dutch government to define the forms of terrorism at that time, as long as they did not lead to deadly attacks, as politically violent activism. This was possible at a time when the government was still able to more or less organize the national discourse on the issue, but today, now thanks to social media every individual more or less acts as a journalist, it has become much more difficult for a government to give direction to the public debate.
It is already strenuous for governments to reach a common perception amongst themselves. Wicked problems ask for sense-making. There is not one way to look at them. Empirical approaches will have to give way to social constructivism. Today there still remain intelligence issues that take the shape of puzzles and ask for bean counting such as: how many Humvees does Islamic State have or how large is their production of explosives carrying drones? However, at a more strategical level there are no simple truths. And it is here that intelligence world is more and more handicapped by its own ethos of so-called truth-seeking. In 2018 James Clapper still writes that intelligence’s mission is to ‘“tell it like it is” – straight, objective, unpoliticized’,[5] a position which had been tenable in 1948, but which is eroding today. In the main lobby of CIA headquarters in Langley, Virginia, one can still see the bible verse telling personnel and visitors that ‘the truth shall set ye free’. And the ethos of analysts is still: ‘telling truth to power’.
However, intelligence has never intended to deliver truth in the way scholars aspire for truth. Intelligence has always been practical wisdom for practical decision-making. In a world where different perceptions of the same phenomenon exist, practical intelligence support for decision-making will require that intelligence producers and consumers will sit at the same table at a very early stage. The wall between intelligence producers and consumers, that ‘sacred curtain’ that became ‘the catechism of the intelligence officer’, has to be taken down.[6] One can no longer expect an consumer to catch the report that is thrown over the wall and use it as the basis for his decision-making. Not only do the intended consumers have more and more information and intelligence of their own available, but also, while the analysts are busy producing their reports, the consumers make their own sense of the phenomena that are at stake. If e.g. an intelligence consumer has already reached the conclusion, based upon his own findings, that Islamic State is a group of religious fanatics it will be hard for them to accept a report that sketches Islamic State as a criminal organization. In order to be effective intelligence producers and consumers will therefore have to sit together and make sense of intelligence targets as part of a collaborative effort. The division between producers and consumers will start to blur to the extent that both groups will tend to converge into prosumers.
Logical as this may sound from the perspective of the changing threat and work environment of intelligence organizations, the question remains whether the intelligence organizations’ value environments (politicians, overseeers, the media and the public at large) will accept such change. Especially if the intelligence consumers are elected officials the question will be whether their voters will accept the continuous presence of princes of darkness in their neighborhood, leading to decision-making processes in which the actual contribution by intelligence officials will leave a much more difficult to trace audit trail than the classis intelligence report. Therefore, intelligence organizations that traditionally have been rather bad in managing expectations with the public should, while adapting to an increasingly transparent environment, start preparing the broader audience for this transition.
[1] P.G. Kivett Esq., Intelligence Failures and Decent Intervals, Bloomington, IN/Milton Keynes: Author-House, 2006, 44.
[2] Quoted in R. Hilsman, ‘Intelligence and Policy-making in Foreign Affairs’, World Politics, 5, 1 (October 1952), 3 (1-45).
[3] G.F. Treverton, ‘Addressing “complexities” in homeland security’, in: L.K. Johnson (ed.), The Oxford Handbook of National Security Intelligence, Oxford etc.: Oxford University Press, 2010, 343-358’; idem, ‘Estimating Beyond the Cold War’, Defense Intelligence Journal, 3, 2 (Fall 1994), 5-20; idem, Intelligence for an Age of Terror, Cambridge etc.: Cambridge University Press, 2009, 16-21
[4] Ibidem.
[5] J.R. Clapper, Facts and Fears. Hard truths from a life in intelligence, New York: Viking, 2018, 358, 398.
[6] G.J. Schmitt, ‘Truth to Power? Rethinking Intelligence Analysis’, in: P. Berkowitz (ed.), The Future of American Intelligence, Stanford, CA: Hoover Institution Press, 2005, 53 (41-64); H. Heyman, ‘Intelligence Policy Relationships’, in: A.C. Maurer, M.D. Turnstall and J.M. Keagle (eds.), Intelligence. Policy and Process, Boulder, CO/London: Westview Press, 1985, 57 (57-66).

De beancounting a presuming (versión en Español)
Cuando Stansfield Turner se convirtió en jefe de la CIA en 1977, y por lo tanto, de toda la comunidad de inteligencia estadounidense, le dijo a su familia que se había convertido en “Chief Bean Counter.”[1][2] Durante la Guerra Fría, la inteligencia tenía mucho que ver con las piezas que faltan de un rompecabezas, piezas que tenían la forma de hechos que preferiblemente podían ser cuantificados. El análisis de inteligencia equivalía a lo que Roscoe H. Hillenkoetter, jefe de la CIA en 1948, definió como “poner hecho sobre hecho sin cesar, hasta que el esquema total aparezca” y la divulgación de inteligencia era, en sus palabras, “proporcionar la base objetiva para tomar las decisiones de alto nivel sobre políticas que afectan a nuestra seguridad nacional.”[3]
Las típicas preguntas de inteligencia que se planteaban durante la Guerra Fría eran cuántos misiles de medio o largo alcance tenía la Unión Soviética; cómo de grande era su carga nuclear útil; cuántos de ellos se encontraban a lo largo de la frontera occidental de la Unión Soviética y cómo de rápido los misiles que estaban en su frontera oriental podían ser trasladados a Occidente.
En algunas ocasiones había problemas relacionados con la inteligencia que podrían ser caracterizados, como lo hace Greg Treverton, no como rompecabezas sino como misterios.[4] Tenían relación, por ejemplo, con las posibles evoluciones durante la llamada “Primavera de Praga de 1968” o los acontecimientos que tuvieron lugar en Polonia después de que el sindicato Solidarnosc entrase en escena en 1980. Tales eventos no podían ser cuantificados fácilmente pero había analogías o ejemplos históricos que los analistas podían utilizar para obtener conocimiento previo sobre los procesos que se encontraban en curso y sobre futuros eventos.
Sin embargo, hoy en día, muchos problemas se presentan sin precedentes. Conocemos el terrorismo desde hace un tiempo pero el terrorismo islámico actual es novedoso debido al número de gente involucrada, su presencia prácticamente global y los nuevos medios de comunicación. Estas características también son válidas para el nuevo califato llamado Estado Islámico. Treverton llama a estos problemas como complejidades.[5]
A menudo son conocidos como “problemas perversos.” Las características típicas de estos “problemas perversos” son:
- Es difícil dar una definición inequívoca del problema que sea aceptable para todos los interesados involucrados.
- No hay una única causa para el problema, sino una multitud de las mismas.
- Hay muchos actores involucrados en combatir el problema y utilizan diferentes interpretaciones y formas para combatir el problema.
- Aquellos que luchan contra dicho problema tienen que tener en cuenta las diferentes reacciones del público.
- El problema cambia y muta con el tiempo.
- Por lo tanto, la interpretación debe de ser un proceso continuo que evolucione con el problema.
- El problema muestra la tendencia de estar conectado con otros “problemas perversos.”
- No hay una solución real. Las partes interesadas a menudo exacerban el problema a través de sus llamadas soluciones. Mientras luchan contra el problema, deben de abordar el fenómeno en sí. Deben pensar, hablar y actuar al mismo tiempo. Es un proceso de prueba y error. La única «solución» real parece ser cambiar la percepción social del fenómeno. Esto requiere un llamado enfoque discursivo o narrativo, en el cual el problema se transforma en algo aparentemente más inofensivo.
Un ejemplo de un “problema perverso” o complejidad es la radicalización o el terrorismo islamista contemporáneo. Hay varias formas de entender el terrorismo. Uno puede verlo como una forma de crimen, como guerra, como una amenaza a la seguridad nacional o al orden democrático, como un problema social o como un problema de seguridad. Dependiendo de la interpretación, varios organismos gubernamentales participan en la lucha contra el terrorismo: la policía, el poder judicial, las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia y seguridad, el sistema educativo, el sector de la vivienda o las autoridades de integración y las agencias de seguridad públicas y privadas.Todas estas organizaciones tienen un enfoque que está determinado por su misión, su mandato, sus capacidades, sus intereses, sus valores, sus doctrinas y sus disciplinas. Es difícil coordinar estas diferentes perspectivas, aunque en las últimas décadas, se ha intentado realizar en muchos países.
Las causas de la radicalización y el terrorismo pueden buscarse en las llamadas causas fundamentales, como la discriminación económica o sociocultural, en la relación de los radicales o terroristas con su entorno sociopolítico (que tolera o legitima un cierto grado de violencia) o en la interacción entre los radicales y los gobiernos, que a través de sus respectivas acciones pueden crear una espiral de violencia. En consecuencia, cuando se toman medidas contra la radicalización y el terrorismo, se debe prestar atención al efecto sobre los radicales y los terroristas potenciales, en su entorno directo, en grupos de población aislados y en un público extranjero. Mientras tanto, lo que es la radicalización solo puede ser determinado en el contexto del tiempo y el espacio. La radicalización que en 2004, condujo directamente al terrorismo, fue un tipo de radicalización diferente a la de 2013, que condujo a la participación en el conflicto interno en Siria y, de manera indirecta, después de nuevos procesos de radicalización, condujo también hacia el terrorismo. Por lo tanto, el enfoque que fue concebido en relación al proceso radicalización tras los acontecimientos de 2004 y años sucesivos, no pudo ser utilizado en 2013.
Los debates que tienen lugar sobre radicalización y terrorismo tienden a vincularse con otros temas bastante elusivos como son la globalización, migración, integración, crimen y la relación entre la religión y el Estado. En los años sesenta, todavía era posible para el gobierno holandés definir las formas de terrorismo que predominaban en ese momento. Mientras no resultasen en ataques mortales, dichas formas eran definidas como activismo político violento. Esto fue posible en un momento en el cual el gobierno todavía era capaz de, más o menos, organizar el discurso nacional sobre este tema. Sin embargo, hoy en día gracias a las redes sociales, cada individuo actúa, en mayor o menor medida, como un periodista. Dirigir el debate público se ha convertido en algo mucho más difícil para un gobierno.
Ya es bastante arduo para los gobiernos alcanzar una percepción común entre ellos. Los “problemas perversos” necesitan tener sentido. No hay una sola manera de mirarlos. Los enfoques empíricos deberán dar paso al constructivismo social. Hoy en día, aún quedan problemas de inteligencia que se asemejan a rompecabezas y es necesario realizar un conteo como: ¿cuántos Humvees tiene el Estado Islámico o cómo de grande es su producción de explosivos que transportan drones? Sin embargo, a un nivel más estratégico no hay verdades absolutas. Y es aquí donde el mundo de la inteligencia se ve cada vez más perjudicado por su propia moral de buscar la verdad. En 2018, James Clapper escribió que la misión de la inteligencia es «decirlo como es»: directo, objetivo, no politizado, [6] una postura que habría tenido sentido en 1948, pero que hoy en día está desapareciendo. En el vestíbulo principal de la sede de la CIA en Langley, Virginia, todavía se puede leer el versículo de la Biblia que les dice al personal y a los visitantes que «la verdad los liberará». Y el espíritu de los analistas sigue siendo: «decirle la verdad al poder.»
Sin embargo, la inteligencia nunca ha tenido la intención de ofrecer la verdad de la forma en que los académicos aspiran a la verdad. La inteligencia siempre ha sido la sabiduría práctica para la toma práctica de decisiones. En un mundo en el cual existen diferentes percepciones del mismo fenómeno, la inteligencia práctica como apoyo para la toma de decisiones requerirá que los productores y consumidores de inteligencia se sienten en la misma mesa desde una fase muy temprana. Hay que derribar el muro entre los productores y consumidores de inteligencia, esa «cortina sagrada» que se convirtió en «el catecismo del oficial de inteligencia.» [7] Uno ya no puede esperar que un consumidor lea el informe que se arroja a través de ese muro y lo use como base para la toma de decisiones. No solo los consumidores tienen cada vez más información e inteligencia propia disponible, sino que, mientras los analistas están ocupados produciendo sus informes, los consumidores tienen su propio sentido de los fenómenos y cuestiones que están en juego. Si, por ejemplo, un consumidor de inteligencia llega a la conclusión, basándose en sus propios hallazgos, de que el Estado Islámico es un grupo de fanáticos religiosos, será difícil para esos mismos consumidores aceptar un informe que esboce al Estado Islámico como una organización criminal.
Para ser efectivos, los productores y consumidores de inteligencia tendrán que sentarse juntos y dar sentido a los objetivos de inteligencia como parte de un esfuerzo colectivo. La división entre productores y consumidores comenzará a desdibujarse en la medida en que ambos grupos tenderán a converger en “prosumidores.”
Por lógico que esto pueda parecer desde la perspectiva de la amenaza cambiante y el entorno laboral de las organizaciones de inteligencia, la pregunta sigue siendo si los entornos que tienen valor para las organizaciones de inteligencia (políticos, supervisores, los medios de comunicación y el público en general) aceptarán dicho cambio. Especialmente si los consumidores de inteligencia son funcionarios electos, la pregunta será si sus votantes aceptarán la presencia continua de “príncipes de la oscuridad” en su vecindario, lo que conducirá a procesos de toma de decisiones en los que la contribución real de los funcionarios de inteligencia dejará un camino mucho más difícil de rastrear que el clásico informe de inteligencia. Por lo tanto, las organizaciones de inteligencia que tradicionalmente han sido bastante malas en el manejo de las expectativas con el público deberán, mientras se adaptan a un entorno cada vez más transparente, comenzar a preparar al público general para esta transición.
[1]“Bean Counter” es una expresión inglesa la cual designa a alguien que es el encargado de tomar decisiones financieras en el gobierno o una compañia, especialmente aquel que quiere reducir el gasto.
[2] P.G. Kivett Esq., Intelligence Failures and Decent Intervals, Bloomington, IN/Milton Keynes: Author-House, 2006, 44.
[3] Citado en R. Hilsman, ‘Intelligence and Policy-making in Foreign Affairs’, World Politics, 5, 1 (October 1952), 3 (1-45).
[4] G.F. Treverton, ‘Addressing “complexities” in homeland security’, in: L.K. Johnson (ed.), The Oxford Handbook of National Security Intelligence, Oxford etc.: Oxford University Press, 2010, 343-358’; idem, ‘Estimating Beyond the Cold War’, Defense Intelligence Journal, 3, 2 (Fall 1994), 5-20; idem, Intelligence for an Age of Terror, Cambridge etc.: Cambridge University Press, 2009, 16-21.
[5] Ibidem.
[6] J.R. Clapper, Facts and Fears. Hard truths from a life in intelligence, New York: Viking, 2018, 358, 398.
[7] G.J. Schmitt, ‘Truth to Power? Rethinking Intelligence Analysis’, in: P. Berkowitz (ed.), The Future of American Intelligence, Stanford, CA: Hoover Institution Press, 2005, 53 (41-64); H. Heyman, ‘Intelligence Policy Relationships’, en: A.C. Maurer, M.D. Turnstall and J.M. Keagle (eds.), Intelligence. Policy and Process, Boulder, CO/London: Westview Press, 1985, 57 (57-66).

Análisis de un espectador culpable
Creo que hay que tener mucho valor o suficiente petulancia para creer que puedes enseñar algo, aunque sea a través de un blog. Estoy más bien con F. Pessoa en: “No enseñes nada porque aun lo tienes que aprender todo”. Con el añadido de que hoy llamar la atención de la gente es muy complicado. “La atención humana” se está convirtiendo en un bien escaso. Así como la reflexión y el silencio.
En un mundo en el que todos estamos hiperconectados ya no hay un único ágora. La proliferación de canales, blogs, redes sociales, (Twitter, Facebook, WhatsApp etc.) desde donde poder transmitir ideas, propuestas, falsedades etc. es una realidad. Con la característica añadida de la velocidad. Antes de asimilar y de reflexionar sobre una propuesta esta ya ha sido suplantada por otra. ¿Cómo nos vamos a hacer cargo de la realidad en esta situación de sobreinformación? Donde cada vez más los hechos (lo que ocurre de verdad) ya casi no importan porque lo determinante es lo que se siente.
Además, los asuntos son tan complejos (economía, finanzas, medio ambiente, inteligencia artificial, inmigración…) que nos producen incertidumbre, miedo, ansiedad e inseguridad. No los entendemos en toda su dimensión por lo cual no sabemos cómo orientarnos. A lo señalado es preciso añadir que las instituciones que tenemos (partidos, sindicatos, organizaciones…) tanto internacionales como nacionales ni producen credibilidad en los ciudadanos ni satisfacen sus legítimas necesidades. Ni encontrarnos líderes con la suficiente autoridad moral para convertirse en referente.
Quizás por todo ello necesitamos cada vez con más urgencia saber distinguir lo que es real y lo que es ficción; lo que es verdad de lo que es mentira; lo que es política de lo que es el populismo…En estos tiempos donde las ideas- pensamientos son la mayoría de las veces como esas nubes de “evolución diurna” que aparecen y desaparecen en el día; donde prolifera el enfrentamiento sobre el diálogo, la polémica sobre el análisis…La formación de una ciudadanía ilustrada es cada vez más difícil. Y sin embargo, sin un ciudadano formado críticamente la democracia se debilita. Tener ciudadanos formados y con pensamiento crítico no es una opción, es una urgencia. Es el mejor contrapoder.
Para todo ello necesitamos “desconectar” para poder estar en silencio y poder pensar, reflexionar y de esta forma poder contrastar nuestros puntos de vista con los de otros; poder dudar, cuestionar y no dar nada por sentado es positivo; y sobre todo aprender a cambiar de punto de vista si el del otro está más cerca de la verdad que el nuestro. El admitir estar equivocado no es un “delito” que se sepa.
Ante semejante panorama constatamos que es imposible seguir progresando sin mover las ideas. Necesitamos nuevas líneas de análisis que nos permitan abandonar los lugares comunes y ahondar en nuevas perspectivas estratégicas. A esto queremos contribuir con la puesta en marcha de este blog.
No queremos que este blog se convierta en una plataforma donde un grupo de personas, con más o menos buena formación, se den cita para producir cosas sin interés. Queremos que las distintas ideas y perspectivas que se expresen en este blog dialoguen entre sí y otras colaboren y cooperen.
Un blog de estas características debe estimular el análisis y no adoctrinar; debe añadir nuevos puntos de vista y no restarlos; debe hacernos desconfiar de todo lo que viene con el sello de “verdad”; debe hacernos cuestionar las cosas (no solo las de nuestros contrarios sino también las nuestras); debe ayudarnos a desenmascarar las mentiras y las falsedades que nos tratan de inculcar etc. No es un blog para “salvar a la humanidad” sino para tratar de entender y comprender un poco mejor este mundo complejo y cambiante. No queremos caer en la banalización ni en el amarillismo para llamar la atención o conseguir un titular, “es mejor descoser que rasgar”. Tampoco queremos decirle a la gente lo que tiene que pensar. Simplemente consideramos que si estos temas y esta problemática nos interesa, tal vez pudiera interesar a más personas.
Lo último que queremos hacer con el tema de los Servicios de Inteligencia es una vulgarización. Un Servicio de Inteligencia no se puede describir solo con los parámetros del cine, de la literatura o de determinadas noticias periodísticas, sino que exigen referencia a su sentido, a su misión, a lo que es y para qué sirve un Servicio de Inteligencia.
Nuestra tarea desde este blog es la de reflexionar desde todos los ámbitos y dimensiones con los que están relacionados tanto desde la práctica como desde la teoría, los Servicios de Inteligencia. Y para ello, nuestro reto es buscar nuevos ángulos y nuevas ventanas desde las que mirar y sobre todo otras formas no solo de responder sino de preguntar. Debemos partir de la pregunta: ¿qué existe y sucede en el mundo? Y ante este análisis no cabe otra pregunta que: ¿qué hacer?
El sentido de lo posible es la actitud que nos anima.

RNE La noche en vela. Top Secret – PSY OPS. Retórica maldita – Entrevista a Santiago Montesinos
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