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Inteligencia y expectativas

The problem is (…) in the application of intelligence analysis in fields where its specific virtues are not adequate, not actually needed, or even might become counter-productive. Intelligence analysis can, employed in the right context, considerably enhance overall performance. But in the wrong context ”intelligence” could be just another dead weight, wasting resources, complicating procedures, or creating unrealistic expectations of gains or results.

 

 

Wilhelm Agrell

 

 

José Miguel Palacios, 18 de enero de 2022

El siempre ameno Embajador Inocencio Arias acaba de publicar un nuevo libro[1] con sus últimas reflexiones sobre diversos temas de actualidad. En varios capítulos, nos encontramos referencias al mundo de la inteligencia y, entre ellas, la más detallada es la que se refiere a los errores que la inteligencia comete:

“Es sabido que la todopoderosa CIA la pifió en momentos clave de la historia reciente. No supo detectar la caída del muro de Berlín y, más importante, la implosión del Imperio soviético con la desintegración de la Unión Soviética y la aparición de diversos estados que la integraban: Bielorrusia, Estonia, Lituania, Ucrania…, y la salida de su férrea escena de influencia de otros ya nominalmente independientes: Polonia, Hungría, Checoslovaquia…”

“Los servicios de inteligencia estadounidenses también se equivocaron con Fidel Castro; una vez llegado al poder, no lograron percatarse de sus inclinaciones políticas y de su potencial desestabilizador del orden internacional que buscaba Washington. Luego, cuando se convirtió en un verdadero quebradero de cabeza, planearon asesinarlo en más de una ocasión. Por citar otro yerro: la agencia predijo que los rusos harían estallar su primera bomba atómica en 1953. En realidad, ocurrió en 1949. En otro capítulo aludo al desliz de Afganistán”[2].

“Nuestros servicios de inteligencia, que poseen un reconocido nivel, también cuentan con un pinchazo considerable: la Marcha Verde realizada por Marruecos en 1975 en el momento en que Franco agonizaba, con el consiguiente vacío de poder en nuestro país” (Arias 2021, 309).

Categorizando los motivos de todos estos supuestos “errores de inteligencia”, encontramos que, en el fondo, siempre estamos en el mismo caso: los servicios de inteligencia no fueron capaces de predecir el futuro:

  1. a) La CIA no fue capaz de predecir la implosión del bloque socialista en torno a la URSS[3].
  2. b) La CIA no fue capaz de predecir que Fidel Castro convertiría a su país en un satélite de la URSS.
  3. c) Los servicios de inteligencia norteamericanos se equivocaron al pensar que las fuerzas de seguridad afganas resistirían al menos cuatro meses después de la retirada del contingente internacional.
  4. d) Los servicios de inteligencia españoles fueron incapaces de detectar a tiempo la preparación de la “Marcha Verde”.

 

La tradición diplomática española (y de otros países europeos)

En la tradición diplomática española y de muchos países europeos, es el Ministerio de Asuntos Exteriores el responsable principal del análisis político en cuestiones de política exterior. Por otra parte, en esta tradición europea no existe distinción clara entre “análisis político” y “análisis de inteligencia”[4]. Como los clientes, al menos en España, “lo que buscan en (…) [la inteligencia] es aquello que otras agencias no pueden suministrarles”[5], un diplomático español esperaría que la inteligencia se dedique a lo que él mismo y sus colegas no cubren. Por ejemplo, a tratar con grupos insurgentes en Siria, o con secuestradores en Somalia. Por ejemplo, a relacionarse con los servicios de inteligencia locales. Por ejemplo, a adivinar el futuro.

 

A modo de conclusión

Quizá la mayor fuente de insatisfacción es la que nos señala el profesor sueco Wilhelm Agrell: tener expectativas no realistas sobre lo que la inteligencia puede ofrecer. Y una de las cosas que ningún servicio de inteligencia puede garantizar es el conocimiento del futuro.

Los servicios pueden, y deben, conocer bien el presente y ser capaces de explicarlo a los clientes. Una buena comprensión del presente hará que nuestros clientes casi nunca se vean demasiado sorprendidos por el futuro. Por ejemplo, alguien que supiera cómo estaba evolucionando la situación en la URSS en 1989 podía pensar que el colapso total del sistema era una posibilidad real, aunque, probablemente, no la única. En general, eso es más que suficiente para adoptar decisiones políticas razonables.

Ahora, si alguien espera que la inteligencia le proporcione “profecías”, predicciones exactas del futuro, entonces es irremediable que resulte decepcionado. En terminología de Treverton, el futuro es una “complejidad”, y no hay ninguna técnica de inteligencia que sea capaz de tratar complejidades. Ni en el Antiguo ni el Nuevo Paradigma.

 

[1]     ARIAS, I.F. (2021). Esta España nuestra. Mentiras, la nueva Guerra Fría y el tahúr de Moncloa. Barcelona, Plaza & Janés.

[2]     “Trabajando quizá con informaciones optimistas de sus servicios de inteligencia, pensó que, pactada la salida americana de Kabul, los talibanes tardarían como mínimo cuatro meses en conquistar el país dado que el ejército afgano, bien pertrechado y teóricamente entrenado por el Pentágono, resistiría” (Arias 2021, 190-191).

[3]     El material desclasificado hasta ahora sugiere, sin embargo, que la comunidad de inteligencia norteamericana tuvo durante la fase final de la perestroika una comprensión bastante buena de lo que estaba ocurriendo en los países del bloque comunista. En cualquier, caso, en beneficio del argumento que estamos desarrollando aceptaremos provisionalmente la valoración del Embajador Arias.

[4]     Sí existen, en cambio, en la norteamericana.

[5]     DÍAZ FERNÁNDEZ, A.M. (2006). El papel de la comunidad de inteligencia en la toma de decisiones de la política exterior y de seguridad de España. Fundación Alternativas, documento de trabajo3/2006. P. 61,

 

Los papeles de don Emilio

Cummings once startled his attractive young secretary by telling her he proposed to publish his memoirs after he retired: ‘I shall call them “The Indiscretions of a Secret Service Chief”. It will be a splendid-looking publication bound in red with the title and my name embossed in gold, and consisting of 400 pages – every one of which will be blank’.

 

Christopher Andrew

Secret Service, 1986[i]

 

[i]       Andrews, C. (1986). Secret Service. Sceptre. P. 124. El Capitán de Navío Sir Mansfield George Smith-Cumming fue el primer director del Secret Intelligence Service británico (conocido popularmente como MI6).

José Miguel Palacios, 5 de octubre de 2021

Una de las sorpresas editoriales del año la constituye el libro que acaban de publicar Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote[1] con materiales extraídos del archivo personal de Emilio Alonso Manglano, director del CESID entre 1981 y 1995. Y es una sorpresa porque los responsables de servicios de inteligencia no suelen escribir memorias ni dan a la prensa obras que contengan información de gran sensibilidad. La inteligencia que hemos conocido hasta ahora, la inteligencia clásica, necesita del secreto tanto para proteger sus procedimientos y capacidades como a sus fuentes. Y (muy importante) también a sus clientes. Por eso, Cummings no veía hace un siglo ningún margen para publicar unas “indiscreciones” que resultaran interesantes para el público lector.

En la entrevista que el general Alonso Manglano concedió a la cadena SER en 1993 decía que “tanto mi persona como las personas responsables tienen un compromiso de discreción y de reserva para todos los días de su vida” (Fernández-Miranda y Chicote, 287). Aunque no llegaba a afirmar de manera explícita que esa reserva debía mantenerse incluso después de la muerte, parece muy probable que esa fuera su idea. Por ello, como señala el general Martínez Isidoro, estrecho colaborador de Alonso Manglano durante bastantes años, la publicación de sus papeles es lo “opuesto a lo que hubiera deseado nuestro antiguo Director”[2].

En cualquier caso, lo hecho, hecho está. Los “papeles de Manglano”, en la versión de Fernández-Miranda y Chicote, son ya públicos y, puesto que están ahí, podemos adentrarnos en el mundo que describen e intentar aprender algo de provecho.

 

El Director y el Servicio

El libro no trata en absoluto del trabajo del CESID, sino del de su director. Y no precisamente en su calidad de gestor supremo de una organización de inteligencia, sino en la de miembro de la elite política y administrativa del estado y, como tal, participante en el juego político al más alto nivel. Es evidente, en cualquier caso, que ambos aspectos están relacionados: si el teniente general Alonso Manglano no hubiera sido el director del CESID, no habría tenido acceso al “gran juego”.

La cultura de la alta política es, esencialmente, oral. Mientras los funcionarios viven en un mundo de documentos, se comunican entre sí por escrito y se informan (principalmente) mediante escritos formales[3], las decisiones políticas de mayor alcance se adoptan en procesos básicamente orales, en/tras conversaciones entre los principales actores. Uno de los cuales resultaba ser don don Emilio Alonso Manglano.

Como vemos en el libro de Fernández-Miranda y Chicote, el general Alonso Manglano aportaba inteligencia al proceso de toma de decisiones, y lo hacía, en gran medida, de palabra. Así que, en la práctica, en el nivel superior, estratégico, el trabajo del CESID se condensaba en la síntesis que de él hacía su director. Una síntesis que estaba influida por su propia visión de la situación y del mundo, así como por las informaciones que él mismo recibía de interlocutores de distinto tipo y condición. Es el concepto de “canal privilegiado” (Fernández-Miranda y Chicote, 132), en el que Alonso Manglano creía y que guio su actuación durante la mayor parte de su mandato. La materialización de este concepto hizo que, en la práctica, el propio don Emilio fuera un “miniservicio de inteligencia” unipersonal, que en el nivel estratégico era, quizá, más influyente que el propio CESID.

Un último aspecto que llama la atención en la parte publicada de los “papeles de Manglano” es que lo que sus jefes e interlocutores apreciaban más en él no parece haber sido el “conocimiento” (inteligencia) que aportaba, sino su lealtad y discreción. Eran sinceros con él porque estaban seguros de que se llevaría sus secretos a la tumba (como así hizo). Esto puede servirnos como recordatorio de un elemento muy importante del ADN de los servicios de inteligencia: la reserva. Hay otros proveedores de conocimiento, pero ninguno tan optimizado como los servicios para la creación y conservación de secretos.

El trabajo del director de un servicio de inteligencia, como vemos a lo largo de todo el libro, es difícil y complejo. El mismo Alonso Manglano lo indicaba en una entrevista que concedió a la Cadena SER en 1993: “Indudablemente el director de un servicio de inteligencia requiere (…) una capacidad de decisión no pequeña, una capacidad para conocer una serie de problemas exteriores e interiores sobre los cuales va a tener no solamente que tomar decisiones, sino informar al Gobierno; ha de tener una sensibilidad especial para integrar los equipos humanos que han de formar el servicio; y luego ha de tener una capacidad de relación internacional grande, en todos los ámbitos, no solamente en los europeos, sino también en ámbitos árabes, ámbitos de Europa del Este y ámbito iberoamericano” (Fernández-Miranda y Chicote, 273). Solo los mejores, como el propio general Alonso Manglano, pueden desempeñar con eficacia tareas tan diversas.

 

Información clasificada

Aunque existía desde 1968 una Ley de Secretos Oficiales (ligerísimamente enmendada en 1978), a principios de los años ochenta la administración española actuaba como si no fuera así. De esa época pueden encontrarse documentos militares con la clasificación de “máximo secreto” (inexistente) y en esa época más de un embajador entendía que “muy confidencial” era el nivel superior de clasificación, por encima de “personal y reservado” (ni “muy confidencial” ni “personal y reservado” eran niveles reconocidos por la Ley de 1968). A todo ese caos vino a poner fin el trabajo desarrollado por el general Alonso Manglano en su calidad de Autoridad Nacional de Seguridad (Delegada). En esencia, introdujo un sistema de control de la documentación clasificada que seguía muy de cerca el existente en la OTAN, y lo enmarcó en la Ley de Secretos Oficiales de 1968. Se trataba de un arreglo provisional pensado para hacer posible el intercambio de información sensible con la organización atlántica y, probablemente, nadie pensó entonces que cuarenta años más tarde seguiría rigiendo la gestión de la información clasificada en España.

Desde este punto de vista podemos considerar si el antiguo director del CESID violó de alguna manera la Ley de Secretos Oficiales al conservar en su poder documentación relativa al trabajo que había realizado en el servicio, y si lo están haciendo ahora los señores Fernández-Miranda y Chicote al publicar un libro basado en esa documentación. Es una discusión para juristas, a la que, quizá, podamos aportar algunos elementos de juicio:

a) Se clasifica la información, no solo los documentos en que esa información queda plasmada. Un documento puede estar clasificado a pesar de no llevar ninguna marca de clasificación(incluso, de no figurar en ningún registro de documentación clasificada) si la información que contiene lo es.

b) Un acuerdo del Consejo de Ministros de fecha 28 de noviembre de 1986 declaraba secretos la estructura, organización, medios y procedimientos operativos de los servicios de información, así como las fuentes e informaciones que puedan revelar su actuación. Desde este punto de vista, una parte sustancial del archivo del general Alonso Manglano podría considerarse secreta.

c) La rígida aplicación del punto anterior conduciría a situaciones absurdas. Los servicios de inteligencia procesan información abierta y mantienen relaciones no conspirativas de colaboración con instituciones como universidades o centros de estudios (academic outreach, en terminología anglosajona). Una interpretación literal de la ley y de la normativa podría llevarnos a considerar clasificadas las páginas de un periódico que cualquiera puede comprar en el kiosko de la esquina o leer en internet.

d) Don Emilio Alonso Manglano tenía varios sombreros. Era, desde luego, director de un servicio de inteligencia. Pero era también general del Ejército de Tierra. Y era un miembro importante de la elite política y administrativa española, al que altas autoridades confiaban encargos delicados. Para la opinión pública, quizá las partes más interesantes de los “papeles de don Emilio” sean las que se refieren a sus actuaciones “bajo el tercer sombrero”. Se trata, sin duda, de información sensible, pero no está nada claro que revele detalles sobre la “estructura, organización, medios y procedimientos operativos de los servicios de información, así como las fuentes e informaciones” que los servicios utilizan.

Y una observación  para los partidarios de sistemas automáticos de desclasificación (a los veinticinco años o, incluso, en plazos más breves): a lo largo de todo el libro vemos más de un ejemplo de información que conserva su sensibilidad treinta o cuarenta años después de los hechos a los que se refiere. Por ello, un sistema sensato de desclasificación debería incluir la revisión sistemática periódica de toda la documentación clasificada, a fin de excluir temporalmente de la desclasificación aquellos documentos o informaciones que en el plazo marcado siguen siendo sensibles. Es algo que requiere una importante dotación de recursos humanos y materiales.

 

El siguiente paso

 

El libro que comentamos está escrito por dos periodistas y, como cabría esperar, se centra en las cuestiones de mayor interés periodístico que pueden encontrarse en los archivos del general Alonso Manglano. El mismo material puesto en manos de un historiador o de un estudioso de la inteligencia habría dado lugar a libros muy distintos.

Los autores se han decantado por una estructura básicamente narrativa, que es la que mejor convenía al objetivo que parece que perseguían. De manera que con los materiales del archivo del general Alonso Manglano han construido una amena crónica de lo que se ha dado en llamar “el felipismo”.  Para ello, han integrado citas textuales de textos del que fuera director del CESID, paráfrasis de sus textos y comentarios/aclaraciones sobre el contexto. Una opción que presenta, al menos, dos problemas:

a) No siempre resulta claro si lo que leemos son afirmaciones de Alonso Manglano o de los autores del libro. En el caso de textos de Manglano, con frecuencia no sabemos si la cita es literal.

b) En bastantes casos, las explicaciones de entorno añadidas por Fernández-Miranda y Chicote son inexactas. Quizá se deba a que se hayan visto obligados a finalizar el libro bastante deprisa, sin tiempo suficiente para una revisión rigurosa.

Una vez el genio fuera de la botella, no hay forma de que vuelva a entrar. Los “papeles de Manglano” ya son públicos y, en estas circunstancias, solo nos queda esperar que en lo sucesivo sean tratados con el respeto que merecen. Y que tanto historiadores como estudiosos académicos de la inteligencia puedan tener acceso a su contenido y utilizarlos para conocer (y explicar) mejor la política y la inteligencia españoles durante una etapa clave de nuestra historia contemporánea.

Recte facti fecisse merces est.

 

[1]      Fernández-Miranda, J., & Chicote Lerena, J. (2021). El jefe de los espías: El archivo secreto de Emilio A. Manglano, Consejero del Rey y Director del CESID del 23F a la caída del felipismo [Kindle iOS version]. Rocaeditorial.

[2]      Correo electrónico personal, 19 Octubre 2021.

[3]      El CESID, como organización, contribuía a alimentar de información sensible el aparato burocrático del estado.

 

La inteligencia europea no es estratégica (por desgracia)

“… the man who is his own lawyer has a fool for his client”.

The British Critic

1795

 

José Miguel Palacios, 5 de octubre de 2021

El pasado 23 de septiembre de 2021 se publicó el informe Clingendael sobre inteligencia europea. O, para ser más precisos, sobre la cooperación europea en materia de inteligencia[1]. El propio título del informe, Sharing the burden, sharing the secrets (Compartir la carga, compartir los secretos) nos ofrece ya una cierta idea sobre su orientación general y nos adelanta alguna de sus conclusiones principales.

No debe sorprender a nadie que el enfoque de los autores del informe haya sido básicamente securitario. Hay para ello, desde luego, motivos de peso:

  1. a) La mayor parte de los países europeos son potencias pequeñas y medianas, carentes de capacidad de proyección exterior, por lo que sus aparatos de inteligencia están enfocados hacia amenazas de tipo interno (orientación securitaria). La UE es, desde luego, un actor global, pero parece que no ha sido capaz de generar hasta ahora una cultura de inteligencia propia que tenga en cuenta sus posibilidades y necesidades, radicalmente distintas de las de la casi totalidad de sus estados miembros.
  2. b) Frente a la tradición anglosajona de respeto y aprecio del trabajo de inteligencia, en Europa continental predomina una actitud recelosa, cuando no hostil. La inteligencia, para muchos, es esa parte inconfesable del aparato del estado (con sede, probablemente, en las famosas “cloacas”), algo con lo que las personas decentes no quieren verse mezcladas. Una actividad que solo tiene cierta justificación si se utiliza para oponerse a amenazas vitales para nuestra propia seguridad. Y aquí tenemos, de nuevo, el enfoque securitario.

Un segundo aspecto llama también la atención en el informe. En él, la inteligencia es tratada como una commodity, una materia prima. Es “algo” que se extrae (a ser posible, compartiendo gastos: sharing the burden), se comparte o se intercambia, “algo” que se utiliza. Se trata de un enfoque que puede funcionar relativamente bien en el nivel táctico, y con inteligencia de tipo securitario o militar, pero que no lo hace con la inteligencia estratégica. En el nivel estratégico, la consideración de la inteligencia como un “servicio” (que se presta a un cliente decisor) resulta mucho más apropiada. La inteligencia estratégica, más que “algo que se intercambia”, es un servicio que se ofrece a un cliente complejo, que, en el caso de la UE, tiene posibilidades y responsabilidades de carácter global.

 

¿Necesita la UE una inteligencia estratégica?

Hay quien cree que la UE no necesita una inteligencia estratégica propiamente dicha. Que siendo su proceso de toma de decisiones estratégicas de carácter intergubernamental, son los participantes en este proceso (los estados miembros) los que deben estar apoyados por sus propios sistemas de inteligencia estratégica, sin que haya espacio ni necesidad para que surja una inteligencia estratégica europea.

Un reciente ejemplo puede hacernos reflexionar sobre la insuficiencia de este enfoque.

“Cuando los funcionarios europeos reflexionaban sobre la reforma de los mercados energéticos de la UE en la década de los 2000, partieron de varias suposiciones. Primero, que entramos en la era del gas, es decir, que aumentará el consumo de combustible azul. En segundo lugar, que la producción propia de la UE comenzará a declinar. Tercero: que la UE es un mercado de compradores. Esto sugirió que muchos proveedores externos estarían interesados en acceder al mercado local para satisfacer la esperada demanda anticipada de gas importado. Esto implicaría, concluían los funcionarios europeos, que era necesario crear un mercado liberalizado al máximo a fin de que ninguno de los proveedores tuviera una posición dominante y todos pudieran competir entre sí en igualdad de condiciones”[2].

 

Las decisiones sobre seguridad energética en la UE han estado basadas en una determinada comprensión de la realidad y de su posible evolución. Una comprensión en la que las intenciones y posibilidades de determinados actores (en el caso que nos ocupa, de la Rusia de Putin) tenían una influencia fundamental. Dicho de otro modo, esas decisiones tenían una base de inteligencia estratégica[3]. A la vista de los resultados, una inteligencia estratégica bastante deficiente.

 

¿Y a quién encargamos de la inteligencia estratégica (como función)?

El término “inteligencia” ha venido utilizándose en un triple sentido: a) como función; b) como producto; c) como organización. En la “edad de oro de la inteligencia clásica” existía un solape importante entre estos tres sentidos: eran las organizaciones de inteligencia las que realizaban la función de inteligencia; una función que se traducía, sobre todo, en la generación y transmisión de productos de inteligencia. En estos momentos, ya no es así. La función de inteligencia, sobre todo si la vemos como un “servicio”, no requiere necesariamente la elaboración de “productos”. Y las organizaciones de inteligencia no tienen ya el monopolio sobre este tipo de actividades, en especial, en el nivel estratégico.

¿Necesita la UE poseer una inteligencia estratégica propia y de calidad? Sin duda. Ejemplos como el de la política energética lo confirman. Y aquí estamos hablando de “inteligencia-función”, porque no es necesario que esta inteligencia estratégica común sea elaborada/proporcionada por un servicio de inteligencia de la UE (o por una coordinadora de servicios de inteligencia de países miembros). Lo importante es que los participantes en el proceso sean conscientes de que están creando o utilizando inteligencia, y de que lo hagan con el rigor que este trabajo requiere.

En el ejemplo que consideramos, el gran error cometido es que un punto fundamental (intenciones y posibilidades de la Rusia de Putin) tiene un origen puramente político y es anterior al proceso analítico propiamente dicho, que lo toma como un “axioma” en torno al que debe construir el resto de la argumentación. En buena inteligencia estratégica, ese punto tendría que haber sido un resultado del análisis. Nos encontramos, pues, ante un caso de politización de la inteligencia estratégica, un caso que no hizo saltar las alarmas porque los que cayeron en él no eran conscientes de que estaban haciendo inteligencia.

 

Corolario

Sea quien sea quien la elabore, la inteligencia funciona mejor si está próxima a la toma de decisiones, pero separada de ella. Cuando no es así, nos encontramos en el ejemplo del que quiere ser abogado de sí mismo. Una muy mala idea, incluso en la UE.

 

[1]      Puede encontrarse en la siguiente dirección: https://www.clingendael.org/sites/default/files/2021-09/EU-intelligence-cooperation.pdf (acceso: 04.10.2021). En la práctica, “europeo” es casi equivalente a “de la UE”.

[2]      Frolov, A. (2021.09.16). Знаем мы газ. Аналитик Александр Фролов — о том, с чем связан рекордный рост цен на голубое топливо в Европе и что ждет рынок дальше. Izvestia. https://iz.ru/1222131/aleksandr-frolov/znaem-my-gaz (acceso: 28.09.2021).

[3]      El que los participantes en el proceso no fueran conscientes de que estaban produciendo y utilizando inteligencia estratégica no afecta en nada a mi argumento. Es como el personaje de Molière, que hablaba en prosa sin saberlo.

 

Afganistán: la culpa fue de la inteligencia (estratégica)

“The man who is absent is the man they conspire against”

John Le Carré

A Perfect Spy, 1987

 

José Miguel Palacios, 4 de septiembre de 2021

“La culpa fue del cha cha cha”, cantaba Gabinete Caligari en 1989, y ahora, más de treinta años después, algunos de los mejores cerebros de Occidente están empeñados en averiguar de quién ha sido la culpa de lo que casi todos perciben como un enorme fracaso de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán. Y, entre los “sospechosos habituales”, figura en lugar destacado la inteligencia. Desde luego, en la literatura anglosajona, pero también en la española. Dos recientes muestras:

“Los servicios de inteligencia norteamericanos la han pifiado, pero también lo han hecho los de otras poderosas naciones presentes sobre el terreno. No parece tampoco que se opusieran a otro fallo cometido, el de fijar una fecha de retirada sin haber evacuado ordenadamente a los miles de personas que había que sacar por temor a represalias”[1] (Embajador Inocencio Arias).  

“¿En ningún momento el CNI ha sabido algo? No pagamos este servicio para que nunca responda nada ni ante nadie”[2] (GD Rafael Dávila Álvarez).                                                                                 

Cuando nos enfrentamos a quejas de este estilo, a menudo lo que tenemos delante son casos de esperanzas no satisfechas. Le estamos pidiendo a un órgano, a una entidad o a una persona algo que no puede ofrecer. Y este parece ser el caso. Esperamos que la inteligencia estratégica nos proporcione algo que no está diseñada para producir:

a) La inteligencia no dispone de una bola de cristal y casi nunca puede ofrecer buenas predicciones sobre futuros acontecimientos o desarrollos. Quizá sí en situaciones simples, de limitada incertidumbre y evolución lenta y lineal. En estos casos, puede aceptarse que el futuro es una proyección del presente, de manera que si este se conoce bien, aquel no nos sorprenderá. El caso de Afganistán, sin embargo, era muy distinto. Como problema de inteligencia, el de la situación en Afganistán y su evolución probable era una “complejidad” (en el sentido en que Greg Treverton usa este concepto”[3]. Y cuando se enfrenta a “complejidades”, el problema para la inteligencia es que los recursos, técnicos y analíticos, que utiliza para enfrentarse a “rompecabezas” y a “misterios” tienen una utilidad muy limitada, de manera que el reto consiste en proporcionar a los decisores “algo” que pueda ayudarles a reducir la incertidumbre a la que tienen que enfrentarse. Ofrecer predicciones precisas sobre la evolución de “complejidades” es algo que no está al alcance de la inteligencia.

b) La inteligencia está diseñada y equipada para interesarse por lo que ocurre “al otro lado de la colina”. Su organización, sus recursos y su cultura profesional/organizativa resultan muy inadecuados cuando el problema que hay que estudiar está condicionado en todo (o en gran parte) por nuestras propias acciones y por las de nuestros aliados. La inteligencia no podía ofrecer buenas evaluaciones de la capacidad de resistencia de las fuerzas gubernamentales afganas porque eran “los nuestros” y, además, porque esa capacidad de resistencia dependía, en gran medida, de acciones que adoptaran Estados Unidos y otros países occidentales[4].

¿Por qué, entonces, se culpa a la inteligencia de este fracaso y de otros similares? Pues, fundamentalmente, porque se puede hacer a coste casi cero. La inteligencia está por completo ausente de este debate. El asesoramiento que presta no es público y sus informes seguirán siendo clasificados durante décadas, por lo que, en condiciones normales, no le resulta posible presentar evidencias que contradigan las acusaciones.

Y así es como la inteligencia estratégica se convierte en el perfecto “chivo expiatorio” (scape goat) en caso de crisis políticas graves. Por cierto, una función cada vez más importante en nuestro mundo postnormal[5].

 

[1]     Arias, I. (2021, 2 de septiembre). Apocalipsis e hipocresía. Heraldo de Aragón. https://www.heraldo.es/noticias/opinion/2021/09/02/apocalipsis-e-hipocresia-1516560.html.

[2]     Dávila Álvarez, R. (2021, 2 de septiembre). Afganistán (1). Al abandonar la posición. Blog General Dávila. https://generaldavila.com/2021/09/02/al-abandoinar-la-posicion-donde-quedan-los-heroes-de-afganistan-general-de-division-r-rafael-davila-alvarez/.

[3]     Treverton, G. (2008). New Frontiers in Intelligence. Notes from seminar in Stockholm May 27-28 2008. Center for Assymetric Threat Studies. P. 20.

[4]     Ver Sadat, S. (2021, 26 de agosto). I Commanded Afghan Troops This Year. We Were Betrayed. The New York Times , International edition. Recuperado a través de ProQuest.

[5]     Palacios, J.M. (2018). The Role of Strategic Intelligence in the Post-Everything Age. International Journal of Intelligence, Security and Public Affairs 20:3. P. 195-196.

 

La inteligencia del mañana

“Te dije que todo es relativo, todo es temporal y todo es mudable”

Matilde Asensi

El regreso del catón, 2015

 

José Miguel Palacios, 1 de junio de 2021

Don Norberto Cuesta Dutari fue un mítico catedrático de Análisis Matemático de la Universidad de Salamanca[1]. Intelectual de provincias en tiempos en los que serlo suponía estar aislado de las grandes corrientes de pensamiento que sí llegaban a centros como Madrid o Barcelona. Un aislamiento que, junto con muchos inconvenientes, ofrecía también la ventaja de poder ser original. Y don Norberto lo fue. Y no tuvo miedo de serlo. Y no le faltó valentía para reivindicar su derecho a pensar y a actuar a su manera, haciendo muy poco caso de las modas. Incluso de las modas académicas.

En español, hemos solido hablar de “matemáticas”[2], en plural, pero a principios de los años setenta se hablaba cada vez más de “la matemática”, en singular, un término que nos sonaba mucho más moderno. Nos sonaba a casi todos, pero no a don Norberto, que en sus escritos arremetió contra esta práctica, en su opinión poco rigurosa. Lo hizo, por ejemplo, en un libro de 1974, en el que sostenía que “hablar (…) de ‘la’ Matemática, cosa tan ‘moderna’ que ya lo hacían los ilustrados del siglo XVIII, queriendo resaltar, con el artículo singular, su unidad, es harto discutible: desde tiempos bien antiguos hay por lo menos dos irreconciliables: la constructivista finitista, la ontológica infinitista sin preocupaciones constructivas”[3].

Algo parecido ocurre con la inteligencia. Hablamos de “inteligencia”, en singular, enseñamos y aprendemos “inteligencia”[4] y, en ocasiones, no nos damos cuenta de que nos estamos refiriendo a dos inteligencias claramente diferenciadas.

Tenemos, por una parte, la inteligencia que podríamos llamar “táctica” o, con más propiedad, “concreta”. Es una inteligencia muy basada en una adquisición de calidad y que tiene como objetivo poner en manos de los decisores (de cualquier nivel) una información que no está disponible de ningún otro modo. Se trata de una inteligencia cada vez más tecnificada y que, para estar a la altura de los tiempos, debe presentar resultados precisos en el menor tiempo posible. Es una inteligencia en la que el secreto sigue siendo muy importante. Es una inteligencia que, por las características de la sociedad de la información en la que vivimos, resulta cada vez más necesaria. Es una inteligencia que, por el importante coste de los medios técnicos punteros que necesita, tiene que ser practicada por organizaciones especialmente dedicadas a ello. Organizaciones a las que tradicionalmente hemos llamado “servicios de inteligencia”.

Existe también otra inteligencia, la “estratégica”, que nos permite entender el sentido del mundo que nos rodea y valorar en qué medida influye sobre los proyectos e intereses de los “clientes”[5]. Es una inteligencia muy próxima al proceso de toma de decisiones, una inteligencia a la que se plantea en toda su crudeza el dilema entre “ser útil” y “ser objetiva”. Una inteligencia que tiene que competir con multitud de proveedores alternativos de explicaciones estratégicas[6]. Una inteligencia que, como acertadamente ha comentado Stephen Marrin, es poco útil para los decisores: si coincide con lo que ellos ya piensan, es redundante; si difiere, entonces los decisores se ven obligados a elegir entre sus propias ideas (las que aportan sus equipos políticos) y las de la inteligencia (y se decantan a menudo por las primeras)[7].

Vemos, pues, que existen dos inteligencias. Una concreta y una abstracta. Una basada en la obtención y la otra basada en el análisis. Una que trata, sobre todo, de rompecabezas, y otra que lo hace de misterios y complejidades[8]. Una que es, ante todo, deductiva, y otra que a menudo tiene que ser inductiva. Una que el cliente desea cada vez más, y otra que simplemente acepta por cortesía. O porque las organizaciones de inteligencia siguen teniendo acceso al sistema toma de decisiones cuando este sistema se encuentra muy institucionalizado.

Dos inteligencias y también dos profesiones. En las condiciones actuales el trabajo de las dos inteligencias es tan diferente, las exigencias de formación y la mentalidad que se requiere tan distintas, que parece difícil que un buen analista de inteligencia táctica acabe convirtiéndose en analista estratégico. El análisis estratégico no es el escalón superior del análisis táctico, y la excelencia en este último no conduce necesariamente al primero. Son profesiones distintas y cuando buenos analistas tácticos se convierten en competentes analistas estratégicos no es porque exista una continuidad natural entre ambas profesiones, sino porque los seres humanos somos así. El que uno sea un gran matemático no lo convierte en experto en literatura conceptista, pero tampoco lo impide[9]. Son dos disciplinas distintas que la misma persona puede llegar a dominar.

Tres ideas para resumir este post:

– Los servicios de inteligencia del futuro próximo tenderán a reorientarse hacia actividades de “inteligencia concreta”, en las que no tienen rivales y cuyos resultados son muy apreciados por los clientes. Estas actividades dependen en gran medida de la posesión y desarrollo de medios tecnológicos a la altura de los tiempos.

– La inteligencia estratégica, como función, seguirá siendo importante. Aunque no necesariamente tendrá que ser desarrollada por servicios de inteligencia. Estructuras más ligeras, en las que el secreto tiene menos importancia y el capital humano (experiencia de los analistas) mayor valor, pueden competir con ventaja con ellos[10].

– Tiene poco sentido formar conjuntamente a los analistas tácticos y a los estratégicos, o pensar que los primeros, con el tiempo y la experiencia, llegarán a convertirse en los segundos. Las dos funciones, las dos profesiones son importantes, pero distintas.

 

 

[1]     Norberto Cuesta Dutari. (2021, 22 de mayo). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 09:05, mayo 31, 2021 desde https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Norberto_Cuesta_Dutari&oldid=135745950.

[2]     Para muchos alumnos de enseñanza media, el gran “coco” eran “las mates” (en plural).

[3]     Cuesta Dutari, N. (1974). 40 lecciones de Análisis Matemático. Salamanca, edición del autor. P. 7.

[4]     Por ejemplo, en el Máster Interuniversitario en Analista de Inteligencia. Ver https://www.urjc.es/component/k2/1350-master-interuniversitario-en-analista-de-inteligencia (acceso: 31.05.2021).

[5]     David Marquand se ha lamentado de que “lentamente, gradualmente, pero inexorablemente el lenguaje del mercado ha desplazado al lenguaje de servicio y de ciudadanía”. Ver Marquand, D. (2014). Mammon’s Kingdom: An Essay on Britain, Now. Kindle edition. Penguin UK. Pos. 1980. Aun compartiendo las razones de Marquand, voy a emplear el término “cliente”, ampliamente utilizado en la literatura moderna sobre “inteligencias”.

[6]     “The last lesson about intelligence support to policymaking is that intelligence does not drive policy. Policymakers drive policy. Intelligence forms a crucial part of their intellectual background, but competing with intelligence are their prejudices and opinions formed over lifetimes of thinking about politics and history. These influences may include an undergraduate professor of political science, personal experience, the headlines of the New York Times, domestic political pressures, and a host of other factors”. Miller, P. D. (2010). Working for the War Czar. Intelligence Support During Crises. Studies in Intelligence, 54(2)0. P. 8. Disponible en https://www.cia.gov/static/00036a44c24ea4cd3946901cb7066830/Lessons-for-Intel-Support.pdf (acceso: 31.05.2021).

[7]     Marrin, S. (2017). Why strategic intelligence analysis has limited influence on American foreign policy. Intelligence and National Security, 32:6, 725-742. DOI:10.1080/02684527.2016.1275139P (acceso: 31.05.2021). Página 731: «Viewed from the perspective of decisionmakers, intelligence analysis serves as a check on their judgment; if it confirms what they already think of a situation, then it is both confirmatory and redundant. But if the intelligence analysis provides a new interpretation or assessment, then the decisionmakers must decide whether to use that different interpretation or assessment as a way to revise their own analysis. (…) Frequently policymakers will choose their own interpretation over that of intelligence analysts (…) making the intelligence analysis appear as if it were ignored».

[8]     En el sentido que Greg Treverton da a estos términos. Treverton, G.F. (2003). Reshaping National Intelligence for an Age of Information. Cambridge University Press. Pp. 11-12.

[9]     Era el caso de don Norberto Cuesta Dutari.

[10]   En 2007, James D. Marchio comentaba en un trabajo publicado en 2007 que la mayor parte de los académicos llegó a las mismas conclusiones que la comunidad de inteligencia sobre la fiabilidad de los países no soviéticos del Pacto de Varsovia. La pregunta lógica era, evidentemente, por qué pagar un caro servicio de inteligencia cuando se podía conseguir el mismo resultado recurriendo al trabajo de órganos más ligeros y baratos. Marchio, J.D. (2007). US Intelligence Assessments and the Reliability of Non-Soviet Warsaw Pact Armed Forces, 1946–89. Studies in Intelligence 51, 4 (Extracts-December 2007). P. 12.

 

First Master’s Degree in Intelligence Analyst Against Transnational Organized Crime at the URJC

First Master’s Degree in Intelligence Analyst Against Transnational Organized Crime at the URJC

The opening ceremony of the title, which has funding from the EU and AECID, was attended by high-ranking Central American and Spanish officials

 
Drafting

Last Friday, May 14, the launch of the first edition of the «Master’s Degree in Intelligence Analyst against Transnational Organized Crime» took place. The new title arises from a collaboration agreement signed in March 2021 between the General Secretariat of the Central American Integration System (SICA) and the Rey Juan Carlos University, for which two editions of the master will be taught, the first in 2021 and the second next year.

Senior officials from Central American countries and the European Union participated in the opening ceremony, which took place electronically through the Zoom platform. Among them were Marco Vinicio Cerezo Arévalo, Secretary General of SICA and president of Guatemala between 1986 and 1991; Alberto Menghini, head of Regional Cooperation and EU delegate in Costa Rica and Cristina Aldama Calles, General Coordinator of Spanish cooperation in El Salvador. On behalf of the university, the rector Javier Ramos and professor Fernando Velasco Fernández, director of the Chair of Intelligence Services and Democratic Systems participated, who was in charge of the presentation of the master’s degree.

The initiative is part of the actions contemplated in the project «Cooperation in Criminal Investigation in Central America to combat crime and drug trafficking at the international level – ICRIME», executed by the General Secretariat of SICA, with the technical and financial support of the European Union (EU) and the Spanish Agency for International Development Cooperation (AECID).

The objective of the project is to improve the security of the citizens of the SICA countries, in order to contribute to the sustainable development of the region, increasing the effectiveness of criminal justice and the prosecution of organized crime and drug trafficking at the level. international, through the consolidation of joint regional practices, investigations and operations.

In each edition, 35 officials from the judicial, fiscal and police sectors will be able to apply for a scholarship that covers all academic expenses to study the Master, after which they will be able to obtain the title, with internationally certified university accreditation.

Primer Máster en Analista de Inteligencia frente a la Criminalidad Organizada Transnacional en la URJC

Primer Máster en Analista de Inteligencia frente a la Criminalidad Organizada Transnacional en la URJC

El acto de estreno del título, que cuenta con financiación de la UE y AECID, contó con la presencia de funcionarios de alto rango centroamericanos y españoles

 
Redacción

El pasado viernes 14 de mayo tuvo lugar el lanzamiento de la primera edición del “Máster en Analista de Inteligencia frente a la Criminalidad Organizada Transnacional”. El nuevo título surge de un acuerdo de colaboración suscrito en marzo de 2021 entre la Secretaría General del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y la Universidad Rey Juan Carlos, por la que se impartirán dos ediciones del máster, la primera en 2021 y la segunda el próximo año.

En el acto de inauguración, que se desarrolló de forma telemática a través de la plataforma Zoom, participaron altos funcionarios de los países centroamericanos y de la Unión Europea. Entre ellos destacaron Marco Vinicio Cerezo Arévalo, Secretario General del SICA y presidente de Guatemala entre 1986 y 1991; Alberto Menghini, jefe de Cooperación Regional y delegado de la UE en Costa Rica y Cristina Aldama Calles, Coordinadora General de la cooperación española en El Salvador. Por parte de la universidad participaron el rector Javier Ramos y el profesor Fernando Velasco Fernández, director de la Cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos, quien se encargó de la presentación del máster.

La iniciativa forma parte de las acciones contempladas en el proyecto “Cooperación en Investigación Criminal en Centroamérica para combatir la delincuencia y el tráfico de drogas a nivel internacional – ICRIME”, ejecutado por la Secretaría General del SICA, con el apoyo técnico y financiero de la Unión Europea (UE) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

El objetivo del proyecto es mejorar la seguridad de los ciudadanos de los países del SICA, con el fin de contribuir al desarrollo sostenible de la región, aumentando la eficacia de la justicia penal y la persecución de la delincuencia organizada y el tráfico de drogas a nivel internacional, a través de la consolidación de prácticas, investigaciones y operativos regionales conjuntos.

En cada edición 35 funcionarios del sector judicial, fiscal y policial podrán optar a una beca que cubre la totalidad de los gastos académicos para cursar el Máster, tras lo cual podrán obtener el título, con acreditación universitaria certificada internacionalmente.

La Secretaría General del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) lanza la Primera Edición del «Máster en Analista de Inteligencia frente a la Criminalidad Organizada Transnacional»

Secretaría General del SICA lanza la 1ra. Edición del “Máster en Analista de Inteligencia frente a la Criminalidad Organizada Transnacional”

El Máster, financiado por la UE y la AECID en el marco del proyecto ICRIME, contribuirá al desarrollo, actualización y homologación de los conocimientos existentes en el ámbito de la inteligencia criminal, orientada al análisis, conocimiento, prospectiva y persecución penal del fenómeno criminal transnacional, desde una perspectiva estratégica y de colaboración intersectorial regional y extra regional.



Centroamérica, . A partir de un acuerdo de colaboración suscrito en marzo de 2021, entre la Secretaría General del SICA (SG-SICA) y la Universidad Rey Juan Carlos de España (URJC), se impartirán dos ediciones del Máster en Analista de Inteligencia frente a la Criminalidad Organizada Transnacional (2021 y 2022).

El 14 de mayo 2021, a las 9:00 am (hora El Salvador), tendrá lugar el lanzamiento de la primera edición del Máster, evento que se realizará en modalidad virtual y abierto al público, registrándose a través del siguiente link: https://bit.ly/3aJv0Q2

La iniciativa forma parte de las acciones contempladas en el proyecto “Cooperación en Investigación Criminal en Centroamérica para combatir la delincuencia y el tráfico de drogas a nivel internacional – ICRIME”, ejecutado por la Secretaría General del SICA, con el apoyo técnico y financiero de la Unión Europea (UE) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

El objetivo del proyecto es mejorar la seguridad de las y los ciudadanos en los países del SICA, con el fin de contribuir al desarrollo sostenible de la región, aumentando la eficacia de la justicia penal en la persecución de la delincuencia organizada y el tráfico de drogas a nivel internacional, a través de la consolidación de prácticas, investigaciones y operativos regionales conjuntos.

En cada edición del Máster, 35 funcionarios y funcionarias del sector judicial, fiscal y policial podrán optar a una beca que cubre la totalidad de los gastos académicos para cursar el Máster, tras lo cual podrán obtener el título de Máster, con acreditación universitaria certificada internacionalmente.

Este programa de formación viene a fortalecer, a través de una iniciativa de cooperación internacional, el trabajo de las instituciones del sector seguridad y justicia de los países de Centroamérica, contribuyendo a atender los desafíos de la criminalidad organizada y, con ello, a promover que Centroamérica y República Dominicana se convierta en una región de oportunidades, paz, libertad, democracia y desarrollo.

Manipulación social, el uso de armas invisibles en guerras silenciosas.

Manipulación social, el uso de armas invisibles en guerras silenciosas.

El paradigma de Timsit, la ventana de Overton.

Dª Virginia Belén Subiris Moriel,

Licenciada en Psicología.

Master en Dirección Internacional de Recursos Humanos.

Profesora en el Máster interuniversitario de analista de inteligencia

 

Actualmente, pocas son las personas que no han oído hablar, o bien han leído sobre la manipulación social. Sin embargo, a veces se es ajeno a los objetivos específicos que éstas persiguen. Es por ello que con la divulgación de este artículo pretendemos crear debate, que es la esencia del pensamiento crítico. Intentaremos por un momento apartarnos del pensamiento lógico, tan necesario a veces pero tan lineal y secuencial otras, para adentrarnos en el pensamiento crítico. Lo haremos con la exposición de algunas estrategias de manipulación social, teniendo en cuenta cómo estas operan. Con ello, mostraremos cómo estas técnicas eliminan de la sociedad el pensamiento reflexivo e instauran la superficialidad de pensamiento. Seremos conscientes que el fin último de este artículo, es hacer una reflexión divergente, ejercitando la creación de planteamientos nuevos y/o soluciones alternativas.

El paradigma de Timsit (2002), es un claro ejemplo de cómo grupos de influencia pueden cambiar de forma imperceptible, la percepción social que se tiene sobre un tema. Además, como el objetivo de este artículo es el pensamiento crítico dejaremos a un lado los mitos de teorías conspiradoras adentrándonos objetivamente, en otra teoría política catalogada por autores como Beck´s en su libro “ The Overton Window” (2010), como una estrategia de manipulación social o de masas, “ La ventana de Overton”.

El verdadero problema es que cuando estas estrategias manipuladoras se emplean gradualmente, a veces durante años consecutivos, se convierten en armas invisibles ya que la sociedad se va adaptando a su presencia, asimilando su secuencia poco a poco. En realidad sin apenas percibirlo, nuestra vida está siendo dirigida por unos pensamientos hacia unos comportamientos deseados por grupos de influencia que están atacando a nuestro pensamiento crítico . Podemos decir que, sin quererlo, estamos inmersos en una guerra silenciosa, librada batalla a batalla sobre preocupaciones controladas, disonancias cognitivas, confrontaciones individuales… con el único fin de que las personas estemos ocupadas, distraídas y como no, inactivas y controladas.

Las personas siempre se informarán sobre aquello que más les interesa…¿o no?

Nuestra especie como otras, desde muy temprano aprende cómo las emociones, ya sean sentidas o fingidas influyen en el comportamiento de los demás. Esta competencia tan valorada, la de predecir cómo sienten los demás ante situaciones concretas la llamamos empatía. Recordemos el estudio sobre el comportamiento de primates efectuado por de Waal (2002), donde una primate al demostrar la emoción tristeza al no poder conseguir agua, provoca que otro chimpancé cambie su comportamiento de estar jugando, a levantarse y llevarle agua.

Con este ejemplo, se ve claramente las dos direcciones de la empatía, cuando se usa para ayudar a los demás o cuando esta, se usa para beneficio propio.Si nos centramos en este último comportamiento, que va encadenado a la emoción empatía nos conduce al término manipulación. La definición ofrecida sobre manipulación por el diccionario de la Real Academia Española, es “ Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la información, etc, con distorsión de la verdad o la justiciar al servicio de intereses particulares”. La palabra manipulación tiene raíz latina manipulus que se empleaba para referirse a un comando militar que era dirigido o “manipulado” por un mando determinado. Más concretamente en la definición de “manipulación”,autores como Carballo1 puntualizan que para que se lleve a cabo tiene que haber dos partes: una parte dominante que usa datos fuera de contexto, datos parciales, desinformación y como no, falsas impresiones. La otra parte, es la víctima que no es consciente de ello.

Manipulación social y superficialidad en el pensamiento

Quizá hoy en día podamos debatir que es mucho más fácil la manipulación social debido a dos causas principales: la primera bien conocida desde el siglo pasado, hace referencia a los medios de comunicación, la llamada manipulación informativa.

Manipulación informativa: Que los medios opinan sobre la información cuando estos la transmiten es bien conocido. Aunque periodistas defiendan con entereza la libertad de prensa, la economía de mercado marcada por la globalización influye, en que las grandes cadenas dedicadas a la información les den un tratamiento a las noticias antes de publicarlas. Por todo ello, podríamos decir que la información se ha transformado en un bien económico, un producto de consumo, donde casi toda la información se vende y casi toda puede ser comprada por unos consumidores ávidos de conocer y dar significado a los acontecimientos que afectaran a sus vidas. Detrás de este comportamiento encontramos que es más fácil leer y opinar que procesar esa información y/o pensar sobre ella, lo que nos lleva al segundo tipo de manipulación, la manipulación cognitiva.

La manipulación cognitiva se lleva a cabo incidiendo en el pensamiento y las emociones de las personas modificando su comportamiento sin que estas se den cuenta. Este cambio de comportamiento dará lugar a un cambio en su pensamiento y en sus sentimientos. Lo más interesante de esta manipulación es que el manipulador, intenta eliminar o minimizar el pensamiento crítico de las personas sin que estas sean consciente de ello, distorsionando su capacidad de reflexión.

Distorsión en el pensamiento crítico : estrategias de manipulación reconocidas, el paradigma de Sylvain Timsit.

Para ilustrar cómo operaban, y siguen operando hoy en día las estrategias de manipulación social, sin entrar en teorías conspiradoras, expondremos en primer lugar el paradigma de Sylvain Timsit con sus tres estrategias de manipulación social esenciales. En principio, siguiendo este paradigma y valiéndose de los medios de comunicación, una clase poderosa como por ejemplo, la clase política, puede controlar de forma masiva a la sociedad sin que esta apenas lo perciba.

Una de las estrategias mas poderosas definidas por este autor es la distracción. Esta manipulación está dirigida a evitar que la sociedad se interese por recibir, obtener o buscar información esencial sobre: educación, política, sanidad, economía y trabajo. ¿En que consiste? en mantener a la “ masa social “ ocupada mediante el diluvio constante de información insignificante sobre temas sin importancia. Con ello se consigue que las personas estén ocupadas y no tengan tiempo para el pensamiento crítico, adoptando un pensamiento secuencial, uno detrás de otro.

La autoculpabilidad es la segunda estrategia de manipulación social definida por este autor. Lo más llamativo de esta estrategia es que al hacerse latente, las personas se desvaloran, culpabilizándose de la situación problemática acontecida. Esta situación va a producir un estado “depresivo social,” cuyo efecto conduce a la inacción, es decir, produce la inhibición de la acción. ¿En que consiste? en que las personas se sientan culpables de los problemas, haciéndoles creer en la responsabilidad de su propia desgracia o incluso buscando entre sus iguales un culpable. Y aún peor…llegar a culpabilizarse los unos a los otros de sus desgracias, por negligencia personales, falta de esfuerzo , carencia de competencias, etcétera.

La última estrategia de manipulación social que expondremos de este autor pero no por ello la menos importante, es la llamada estrategia problema-reacción-solución. Esta estrategia se suele emplear cuando se quieren implementar medidas contrarias a derechos o libertades ya adquiridos por la sociedad. ¿En que consiste? En favorecer la creación de una “situación-problema” que se tiene controlada por el grupo de poder. Este último sabe que esta situación creará un comportamiento deseado en la masa social. Lo que dará lugar a que la sociedad, debido a esta situación-problema presentada demandará la solución, que serán las medidas esperadas que se querían implementar. La esencia de esta teoría, es crear confusión e incertidumbre para rápidamente ofrecer soluciones.

En definitiva, lo que tienen en común estas estrategias es forzarnos a usar más nuestras emociones que nuestras reflexiones. Al usar más el aspecto emocional abrimos nuestro inconsciente, accediendo más fácilmente a las ideas, temores y deseos. Ello da lugar a que nos conozcan mejor y así mantenernos ajenos a los problemas reales sociales, viviendo en una ignorancia mediocre para que al final demandemos y se nos ofrezca lo que deseamos y no lo que realmente necesitamos.

La finalidad de estas estrategias presentadas es mantener el control de la sociedad, desplazando los pensamientos sobre sus necesidades personales, hacia pensamientos sobre prioridades externas, la mayoría de las veces fabricadas.

La ventana de Overton

Beck´s (2010), usando esta técnica explica cómo se puede cambiar una nación cambiando el debate. No obstante, el Mackinac Center para las Políticas Públicas de U.S.-centro donde era vicepresidente Joseph Overton-defiende “la Ventana de Overton2” como una teoría que los políticos si quieren mantenerse o entrar en el poder, deberían usar.

Overton explica que esta ventana, tiene un rango que se puede ir abriendo o cerrando, dónde están las ideas ya aceptadas por la sociedad en un momento dado, según sus valores y normas operantes . Eso significa que, cada político debe aceptar las ideas incluidas en esa ventana para poder acceder o mantenerse en un cargo público. Conviene tener en cuenta que este centro puntualiza también, como ideas que se encuentran fuera de esa ventana por ser inaceptables socialmente, podrían ser introducidas en esa ventana, volviéndose aceptables aunque sean radicales para la sociedad en un momento temporal determinado.

Esta teoría política describe en cinco fases como la opinión pública sin darse cuenta de su cambio de pensamiento, acepta una idea que antes era completamente  inaceptable por la sociedad ya que ataca a sus valores sociales. En referencia a esto expondremos, siguiendo a Segura(2018), la fases que hay que seguir para que una idea completamente contraria a la sociedad en un momento dado por ir en contra de sus valores y normas, pueda ser completamente aceptable.

  • La primera fase, de lo impensable a lo aceptable. Un tema que era “tabú” por la sociedad se empieza a debatir.¿ Cómo? Para empezar a que se hable de ello, se traslada la cuestión al campo científico, exponiendo que para la ciencia no existe ningún “tema” que no debiera ser tratado, forzando la intransigencia original de hablar sobre “el tema” a un debate.
  • En la segunda fase, ya se persigue abiertamente la aprobación. Para ello grupos de influencia siguen insistiendo, en la liberación de los prejuicios sociales que hay sobre “el tema”. ¿ Cómo? tachando de irreflexivos a los que se oponen a no tener siquiera un debate sobre él mismo. Además se va creando un eufemismo, del “tema” en cuestión, con la intención de liberar de connotaciones negativas al término original. Se añadiría un precedente histórico nacional o internacional que sirva como punto de referencia constatado señalando como en alguna etapa de la historia o en otros países, ha sido aceptado “el tema” en cuestión.
  • En una tercera etapa ya se reclamaría el derecho de aceptarlo. Se propondría el derecho que tiene la sociedad sobre “el tema”, y por ello que está tiene la libertad de poder decidir abiertamente sobre él. Paralelamente se seguiría señalando a los intolerantes por pensar diferente o no querer aceptar “el tema “ acusándolos de extremistas o irreflexivos por ir en contra del cambio. Esta etapa se consolidaría buscando gente popular que hable de ello y no les parezca raro “el tema” en cuestión.
  • En la cuarta etapa ya se puede decir que la maquinaria está en marcha para cambiar la idea que la sociedad anteriormente tenía sobre “el tema”. Se buscan spots publicitarios, espectáculos, personajes relevantes…Así el fenómeno se va haciendo popular, dándole al “tema” un enfoque de victimismo, por haber sido siempre excluido de la sociedad por grupos intransigentes y represores.
  • En la quinta etapa ya está plenamente aceptado “el tema” por la mayoría de la sociedad que está preparada para cambiar la legislación a favor de él. Para ello se han creado encuestas y se ofrecen datos estadísticos para demostrar que la mayoría está a favor.

Como vemos, de forma imperceptible se ha instaurado la idea en la conciencia de la “masa social,” que creará nuevos dogmas y aprobación social y legal. (Si le ha resultado algo complicado de entender en estas fases, sustituta la palabra “tema” por ejemplo por “ anorexia”)

Para finalizar, si hacemos una comparación con el pasado, aunque estas teorías y estrategias siempre han operado, hoy en día su uso es más fácil. Ello es debido a que grupos de influencia, disparan situaciones a través de bytes de un ordenador produciendo mucho “ruido”. Además de la mezcolanza que se suelen hacer cuando se dispersa la realidad por estos grupos, en los medios de comunicación. Estas armas en silencio, operan a través de datos (información) obtenida la mayoría de las veces por medios legales, donde se recogen información bien estructurada en cuestionarios de satisfacción, salud, laborales, entre otros. ¿Cómo lo hacen? obteniendo datos sobre: consumo, hábitos sociales de diversión y tiempo libre. A veces incluso se estudian los llamados “coeficientes de consentimiento” basados en los shock testing de Rothschild. Así sin darnos cuenta , mediante simples formularios se recogen feedbacks de tolerancia social perfectamente cuantifícales en números. Estos son más eficientes cuando se aplican en situaciones de crisis, epidemias, huelgas de servicios, en definitiva cuando estamos emocionalmente más implicados. Si le parece una distopía Orwelliana y que sus datos no son importantes para nada ni nadie, piense en un momento en el sistema de crédito social chino donde se registran los hábitos de los ciudadanos gracias a la combinación de reconocimiento facial, monitorización de internet y redes sociales y Big data. Pero esto ya sería otro artículo.

Así pues: llegados a este punto, seguramente todos estaremos pensando que las teorías expuestas sobre manipulación social, son útiles pero no las únicas posibles y seguramente existen otras mejores. De ser así, gracias porque de esto va este artículo, del pensamiento crítico. Por favor, que comience el debate.

1 http://www.iidh.ed.cr/comunidades/redelectoral/docs/red_diccionario/manipulacion.htm ( consultado, marzo 2021) mencionado en Valderrama,pg.77 “ Motivación Inteligente”

2 https://www.mackinac.org/OvertonWindow (visitado el 18/03/21)The Overton Window(1990) Mackinac center for public policy

 

Notas

Joseph P. Overton, Ex-vicepresidente del poderoso grupo de expertos del Centro Mackinac de Estados Unidos.
Sylvain Timsit, analista político francés. En 2002 describió 10 estrategias que el poder político usaba con el propósito de una manipulación masiva.
Meyer Amshel Rothschild (1744-1812). Descubridor de la inducción económica a través de la moneda.
George Orwell (1903- 1950) . 1984, distopía publicada en 1949. Entre otras también escribió “Animal Farm” en 1945.

La inteligencia en la lucha contra la pandemia

“You can never know everything”

General Van Riper

citado por Malcolm Gladwell, 2006

 

José Miguel Palacios, 10 de noviembre de 2020

En un libro publicado en 2011[1] transcribía Tom Fingar[2] (en forma condensada) una serie de conversaciones que había tenido con miembros del Congreso interesados en que el NIC[3] escribiera una estimación estratégica sobre el cambio climático:

Miembro: Necesitamos una estimación sobre el cambio climático.

Yo: No trabajamos sobre el cambio climático; hable con NOAA[4] o la Academia Nacional de Ciencias.

Miembro: Pero confiamos en usted y sabemos que obtendremos una evaluación objetiva.

Yo: Gracias, pero el NIC no sabe nada de climatología.

Miembro: Pero confiamos en usted, y el NIC analiza los desarrollos geopolíticos, ¿verdad?

Yo: Sí, pero nos sigue faltando experiencia en cambio climático.

Miembro: OK, entonces haga un NIE sobre la geopolítica del cambio climático global. (Fingar, 61).

Hay muchas definiciones de inteligencia, pero la mayoría de ellas incluyen dos elementos centrales: a) se trata de un tipo especial de “conocimiento”, y b) sirve para apoyar el proceso de toma de decisiones. De alguna manera, no siempre explicitada, se entiende también que la inteligencia se ocupa, sobre todo, de asuntos relacionados con la “seguridad”. Y, claro, si el concepto de seguridad se amplía, también debe ampliarse el campo de acción de la inteligencia.

Hace algunas décadas, se hablaba de “seguridad exterior” (frente a agresiones externas) y “seguridad interior” (frente a amenazas de tipo interno), pero esta división clasificación simple de los tipos de seguridad ha quedado ya completamente superada. Así, en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017[5] se “adopta una visión integral de la seguridad, entendida esta como servicio público objeto de una acción del Estado dirigida a proteger la libertad, los derechos y bienestar de los ciudadanos, a garantizar la defensa de España y sus principios y valores constitucionales, así como a contribuir junto a sus socios y aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de los compromisos acordados” (ESN, 16). Por ello, entre las amenazas y desafíos para la Seguridad Nacional se incluyen algunos que se podrían inscribir en la idea tradicional de seguridad (conflictos armados, terrorismo, proliferación de armas de destrucción masiva, vulnerabilidad del espacio marítimo, aéreo y ultraterrestre, espionaje), mientras que otros son más novedosos (crimen organizado, vulnerabilidad del ciberespacio, inestabilidad económica y financiera, vulnerabilidad energética, flujos migratorios irregulares, emergencias y catástrofes, epidemias y pandemias, efectos del cambio climático) (ESN, 59-77). Todos estos grandes temas pueden y deben ser objeto de la atención de la inteligencia.

A lo largo de 2020, el Departamento de Seguridad Nacional ha elaborado diversos informes[6], tanto clasificados como abiertos, sobre la pandemia y sus posibles repercusiones. Aunque el Departamento no es un servicio de inteligencia, podemos aceptar que realiza funciones de inteligencia al crear y transmitir conocimiento en apoyo al proceso de toma de decisiones. En particular, conocimiento sobre materias relacionadas con la seguridad nacional. Y sí, la parece estar absorbiendo una parte considerable de su atención. También en otros países, las agencias de inteligencia se han implicado activamente en la lucha contra la pandemia[7].

Moraleja: a medida que se amplía el concepto de seguridad, aumentan también los temas que pueden ser objeto de la atención de los servicios de inteligencia. Como decía hace casi cuarenta años Alexandre de Marenches[8], que fuera Director del servicio exterior francés SDECE, “el campo de acción de los Servicios Secretos es ilimitado: injerencia, desinformación, subversión, que hay que detectar y contrarrestar, observación del planeta, con coincidencias sorprendentes entre ciertos fenómenos, observación también desde el espacio y desde las profundidades del mar”[9].

El problema es cómo enfocar temas siempre nuevos, temas sobre los que no existe experiencia previa en el servicio de inteligencia. Ni bases de datos propias ni analistas con una comprensión sofisticada de ellos. ¿Existe alternativa a la cooperación con especialistas ajenos a los servicios? Y si no existe alternativa, ¿hay una forma práctica y eficaz de fomentar y organizar esta cooperación tan necesaria?

 

[1]     Fingar, T. (2011). Reducing uncertainty: Intelligence analysis and national security. Stanford University Press.

[2]     Para una biografía de Fingar, véase Wikipedia contributors. (2020, October 13). Thomas Fingar. In Wikipedia, The Free Encyclopedia. Retrieved 17:52, November 9, 2020, from https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Thomas_Fingar&oldid=983306983.

[3]     National Intelligence Council. Órgano de la Comunidad de Inteligencia norteamericana encargado de elaborar la inteligencia estratégica de más alto nivel (los National Intelligence Estimates). Fingar fue su presidente entre 2005 y 2008.

[4]     https://www.noaa.gov/

[5]     https://www.defensa.gob.es/Galerias/defensadocs/Estrategia_Seguriad_Nacional_2017.pdf

[6]     Véase, por ejemplo, https://elpais.com/espana/2020-10-11/el-pp-manipula-informes-de-la-moncloa-para-culpar-a-sanchez-de-la-pandemia.html.

[7]     Para el caso particular de Israel, veáse, por ejemplo, Kahana, E. (2020). Intelligence Against COVID-19: Israeli Case Study. International Journal of Intelligence and CounterIntelligence, DOI: 10.1080/08850607.2020.1783620. También, Shpiro. S. (2020). Israeli Intelligence and the Coronavirus Crisis. International Journal of Intelligence and CounterIntelligence, DOI: 10.1080/08850607.2020.1805711.

[8]     Alexandre de Marenches. (2020, août 15). Wikipédia, l’encyclopédie libre. Page consultée le 07:50, août 15, 2020 à partir de http://fr.wikipedia.org/w/index.php?title=Alexandre_de_Marenches&oldid=173833892.

[9]     Ockrent, C. y Alexandre de Marenches (1986). Dans le secret des princes. Paris: Stock. P. 313.

 

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