Events

Once años escribiendo sobre inteligencia (III)

«Finally, the idea that decision makers wait for the delivery of intelligence before making policy decisions is equally incorrect. In the modern era, policy officials seem to want intelligence to support policy rather than to inform it. «

Arthur Hulnick (2006)[1]

 

 

 

En esta tercera entrega, la Inteligencia Artificial explora los que entienden que han sido los grandes temas que he ido desarrollando en mis trabajos. Creo que sí, que acierta.

He cambiado el orden de los factores (que la Inteligencia Artificial me perdone). En las matemáticas conmutativas, el orden no altera el producto, pero en los trabajos de inteligencia ocurre con frecuencia todo lo contrario.

 

El Impacto de la Inteligencia en la Toma de Decisiones y la Política

Una parte significativa del trabajo de Palacios explora el papel crítico de la inteligencia en la información de los procesos de toma de decisiones, particularmente a nivel estratégico. En “El impacto de la inteligencia en la toma de decisiones: la UE y la Primavera Árabe” (2018)[2], coescrito con Rubén Arcos, realiza un análisis post-mortem de la evaluación de inteligencia de todas las fuentes de la UE de 2007, “Worst Case Scenarios for the Narrower Middle East” (SIT-6577/07). Esta evaluación predijo con precisión elementos de la Primavera Árabe y desafíos relacionados; sin embargo, la respuesta política fue insuficiente. La observación central de una advertencia precisa que no logra una respuesta política se atribuye directamente a la “distribución limitada del informe y la falta de procesos establecidos en las instituciones de la UE para qué hacer con las advertencias tempranas”.

Esto profundiza en el análisis, pasando de la simple identificación de un “fallo de advertencia” a la identificación de las deficiencias institucionales y de procedimiento como la causa raíz. Destaca que la eficacia de la inteligencia no depende únicamente de su calidad o puntualidad, sino también de la “receptividad” del aparato de toma de decisiones y de la existencia de mecanismos sólidos para la integración de la inteligencia en la política.

Esta investigación proporciona lecciones cruciales para mejorar la utilidad de la inteligencia, especialmente en entornos multilaterales complejos como la UE. Sugiere que las inversiones en la producción de inteligencia deben ir acompañadas de inversiones igualmente sólidas en mecanismos de difusión, integración de políticas y fomento de una cultura de “cliente” receptiva dentro de las estructuras gubernamentales.

 

La Inteligencia en la «era post-todo” y los desafíos contemporáneos

Palacios aborda la naturaleza cambiante de la inteligencia en “El papel de la inteligencia estratégica en la era post-todo” (2018)[3]. Argumenta que la “inteligencia clásica”, desarrollada en el mundo moderno, lucha por adaptarse a un “nuevo mundo donde los objetivos son diferentes y las reglas del juego… cambian continuamente”.

Señala que la inteligencia se enfrenta a una creciente competencia de “proveedores alternativos de información estratégica”. Esto obliga a la inteligencia a “reinventarse” y encontrar nuevos roles exitosos en un entorno “post-normal” caracterizado por el caos, la complejidad y las contradicciones. Su reciente publicación de blog “Inteligencia artificial, verdad y relato” (octubre de 2024)[4] aborda directamente el impacto de la IA en la inteligencia, cuestionando cómo las percepciones generadas por la IA se alinean con la búsqueda de la “verdad” y la “realidad”.

Su conceptualización de la “era post-todo” y el “mundo post-normal”, junto con la observación de la “creciente competencia de proveedores alternativos de información estratégica”, son puntos críticos. Esto subraya un cambio fundamental en el entorno de la inteligencia: la inteligencia tradicional ya no posee un monopolio sobre la información o el análisis valioso. Debe justificar activamente su existencia y demostrar su contribución única.

Este trabajo implica que las agencias de inteligencia deben pasar de ser meros recolectores de secretos a convertirse en sofisticados creadores de sentido y verificadores de información de diversas fuentes, incluida la inteligencia de fuentes abiertas. Su propuesta de valor reside cada vez más en su capacidad para proporcionar información autorizada, contextualizada y procesable que otros no pueden, especialmente en una era de sobrecarga de información y posible desinformación.

 

Cooperación en inteligencia y redes transnacionales

Palacios aboga constantemente por una mayor cooperación entre los servicios de inteligencia, especialmente dentro de regiones geopolíticas como la UE. Su artículo “Cooperación entre servicios de inteligencia” (2021)[5] destaca esta necesidad en el mundo posmoderno debido a las amenazas globales emergentes.

Reconoce la naturaleza paradójica de la cooperación en inteligencia, dadas la soberanía nacional y los intereses competitivos, pero argumenta que los beneficios mutuos, claros y sustanciales, impulsan dicha colaboración. También discute el papel de las “redes informales, de abajo hacia arriba” como crucial para el intercambio de inteligencia dentro de la UE, complementando las políticas formales de arriba hacia abajo.

El énfasis repetido en las “redes informales, de abajo hacia arriba” como la “columna vertebral” de la cooperación de inteligencia europea, a pesar de la existencia de estructuras formales, es una observación clave. Esto destaca una estrategia de adaptación pragmática ante los obstáculos políticos y de confianza inherentes a la integración formal completa. Las “dificultades inherentes a la hora de confiar información valiosa a terceros” y la “disparidad entre el intercambio de inteligencia a nivel de expertos y las prácticas de gobernanza comunitaria” impulsan la dependencia de los canales informales. Estas redes facilitan el intercambio de “mejores prácticas y conocimientos” donde los mecanismos formales podrían ser demasiado lentos o restrictivos.

Esto implica que, si bien el ideal de una agencia de inteligencia europea plenamente integrada puede estar lejano, la cooperación práctica se fomenta a través de relaciones adaptables y basadas en la confianza. Sin embargo, esto también plantea interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo, la escalabilidad y la rendición de cuentas de los sistemas que dependen en gran medida de las conexiones personales informales.

 

Estructuras y cooperación de inteligencia europea (EU INTCEN/SITCEN)

Palacios ha publicado extensamente sobre la evolución y el funcionamiento de las estructuras de inteligencia de la UE, en particular el Centro de Análisis de Inteligencia de la UE (EU INTCEN), anteriormente conocido como Centro de Situación Conjunto (SITCEN), al que se incorporó en 2006.

Su trabajo “EU INTCEN: ¿una cultura transnacional europea de análisis de inteligencia?” (2019)[6], coescrito con Rubén Arcos, profundiza en la cultura analítica dentro del EU INTCEN, examinando el uso de técnicas analíticas estructuradas (SATs) y encontrando que estas están subutilizadas a pesar de la formación recibida. En “¿Hacia una Agencia Europea de Inteligencia?” (2020)[7], Palacios explora la transformación de la cooperación de inteligencia antiterrorista (CTIC) de la UE, de un modelo de comunidad de inteligencia estratégica a un conglomerado más fragmentado de redes bilaterales y multilaterales. Destaca el papel crucial de las redes informales en el intercambio de inteligencia dentro de la UE, dadas las dificultades inherentes para confiar información sensible a “terceros”.

El análisis de Palacios apunta consistentemente a una paradoja: si bien la UE aspira a una capacidad de inteligencia unificada (como lo implican el nombre “EU INTCEN” y la idea de una “cultura transnacional europea”), la realidad práctica es una compleja interacción de estructuras formales y redes informales vitales. Esto revela un desafío fundamental y continuo en la integración europea, específicamente dentro del delicado ámbito de la inteligencia. La “cláusula de seguridad nacional” en el Tratado de la UE y las divisiones políticas internas se identifican explícitamente como factores que disminuyen la eficacia de los esfuerzos nacionales de lucha contra el terrorismo y reducen la escala de la cooperación internacional de inteligencia. Esto establece un vínculo causal entre las limitaciones políticas y legales y la fragmentación operativa de la inteligencia de la UE, lo que lleva a una dependencia de mecanismos informales basados en la confianza para salvar estas brechas.

Esto sugiere que la visión de una “Agencia Europea de Inteligencia” plenamente integrada sigue siendo una aspiración, limitada por las culturas de seguridad nacional profundamente arraigadas y la falta de confianza entre los Estados miembros. La dependencia de las redes informales, aunque pragmática y eficaz en ciertos contextos, también implica limitaciones inherentes en la escalabilidad, la coherencia estratégica y la rendición de cuentas para la UE en su conjunto.

 

Análisis, formación y metodología de la Inteligencia

Palacios considera el análisis de inteligencia como una disciplina cada vez más formalizada que requiere enfoques y técnicas específicas más allá del aprendizaje tradicional basado en la práctica. Su artículo “Formación en análisis de inteligencia: una perspectiva europea” (2016)[8] examina cómo se utilizan en Europa los estándares y herramientas desarrollados en EE. UU., pero también destaca la necesidad de soluciones específicas europeas debido a la existencia de condiciones únicas.

Aboga por una metodología integral de análisis de inteligencia que integre técnicas analíticas estructuradas, creatividad, pensamiento crítico y construcción de sentido para reducir la ambigüedad y los sesgos para los tomadores de decisiones. Su trabajo también aborda el “lenguaje de los informes de inteligencia”, enfatizando el aspecto comunicativo de los productos de inteligencia. El hallazgo de que las Técnicas Analíticas Estructuradas (SATs) son “poco utilizadas en la práctica” a pesar de la formación recibida por los analistas es una observación empírica directa de una desconexión. Esto pone de manifiesto un problema recurrente en las organizaciones de inteligencia: la dificultad de integrar metodologías nuevas y más rigurosas en las rutinas operativas diarias. Este desajuste podría deberse a diversos factores, como las limitaciones de tiempo, la resistencia al cambio, una percepción de falta de utilidad inmediata o una preferencia por el juicio intuitivo. Sugiere que los programas de formación en inteligencia deben ir más allá de la mera instrucción para centrarse en la implementación práctica, la integración cultural y la demostración de los beneficios tangibles de las técnicas estructuradas en escenarios del mundo real.

 

 

 

 

[1]     Hulnick, A.S. (2006). What’s Wrong with the Intelligence Cycle. Intelligence and national Security, vol 21, no 6, pp. 959-979.

[2]     The impact of intelligence on decision-making: the EU and the Arab Spring, https://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/02684527.2018.1434449.

[3]     The Role of Strategic Intelligence in the Post-Everything Age | Request PDF – ResearchGate, https://www.researchgate.net/publication/329258729_The_Role_of_Strategic_Intelligence_in_the_Post-Everything_Age.

[4]     Inteligencia artificial, verdad y relato. Blog Cátedra Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos. https://serviciosdeinteligencia.com/inteligencia-artificial-verdad-y-relato/.

[5]     Cooperación entre servicios de inteligencia: la dimensión regional – Redalyc, https://www.redalyc.org/journal/927/92768049002/92768049002.pdf.

[6]     EU INTCEN: a transnational European culture of intelligence analysis?, https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/02684527.2019.1649912

[7]     EU intelligence: On the road to a European Intelligence Agency? – ResearchGate, https://www.researchgate.net/publication/346407178_EU_intelligence_On_the_road_to_a_European_Intelligence_Agency

[8]     Intelligence Analysis Training: A European Perspective – Taylor & Francis Online, https://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/23800992.2016.1150684.

El Máster en Analista de Inteligencia ha abierto el plazo de preinscripción para el curso 2025-2026

El Máster en Analista de Inteligencia ha abierto el plazo de preinscripción para el curso 2025-2026

La inscripción en la XI edición del Máster Interuniversitario en Analista de Inteligencia (curso 2025-2026) se puede realizar ya y hasta el 5 de octubre de 2025.

Para más información y forma de preinscripción, puede visitar la Página Web del Máster, pulsando sobre el siguiente botón:

Once años escribiendo sobre inteligencia (II)

«Even if it comes  from the military area, intelligence is not the same as espionage, not even with the economic one, as it is governed by codes of  professional conduct and therefore the entire process of collecting and processing data is placed in the ethical and legal area.»

Alina Hagiu y Marinela Tanasnovici (2013)[1]

 

 

 

La Inteligencia Artificial empezaba su informe con una sección que titulaba Definición de “Asuntos de Inteligencia”. Se trataba de dejar claro que la inteligencia no es espionaje, sino, ante todo, generación de conocimiento en beneficio del proceso de toma de decisiones. Una actividad perfectamente legítima, de la que nadie tendría que avergonzarse[2].   

Me parece muy bien esta opción de la Inteligencia Artificial. Si tenemos que hablar de algo (de inteligencia, por ejemplo) hay que empezar dejando claro de qué se trata.

Distinción entre Inteligencia y Espionaje

Palacios[3] subraya una distinción conceptual clara entre “inteligencia” y “espionaje”, un punto que aborda en su publicación de blog “Inteligencia y democracia (clar i català)”[4]. Observa que el discurso público a menudo confunde ambos términos, especialmente en un sentido peyorativo al referirse al “espionaje” como una actividad reprobable.

Argumenta que la inteligencia, como función organizacional, puede y debe operar en áreas que no son ilegales, particularmente en su función primordial de apoyar a los gobiernos con la información necesaria para una toma de decisiones correcta. Tomar decisiones sin estar debidamente informado se considera una “insensatez” y un “fraude a los ciudadanos” cuando se involucran fondos públicos. Esta postura no es meramente una definición terminológica; es una declaración fundamental sobre el papel legítimo y necesario de la inteligencia en la gobernanza democrática, trascendiendo las connotaciones sensacionalistas o ilícitas a menudo asociadas con el “espionaje”.

Esta comprensión subyacente revela su marco conceptual para la inteligencia, que es más amplio y legítimo de lo que comúnmente se percibe. Tal distinción es crucial para comprender los parámetros éticos y funcionales de los servicios de inteligencia en las sociedades democráticas, un tema que probablemente sustenta debates sobre la gobernanza, la supervisión y la percepción pública de la inteligencia. Implica que la inteligencia, tal como él la define, es un servicio público vital, no simplemente una operación encubierta.

 

Inteligencia estratégica frente a inteligencia táctica y generación de conocimiento

Palacios se adhiere a la perspectiva de que “la inteligencia es conocimiento”, citando la definición de inteligencia estratégica de Sherman Kent. Concibe la inteligencia como una función crucial para la generación de conocimiento, indispensable en una sociedad basada en la información.

Diferencia entre la inteligencia estratégica, que apoya a los gobiernos y los altos mandos militares en la toma de decisiones políticas y estratégicas, y la inteligencia táctica, que proporciona evaluaciones de riesgos para despliegues específicos o embajadas. Su reiterado énfasis en que “la inteligencia es conocimiento” y su descripción como un “servicio a un cliente” denotan una perspectiva pragmática y orientada a la utilidad. Su experiencia como Jefe de la División de Análisis en el EU INTCEN refuerza esta visión.

Esta postura destaca que la inteligencia, según su concepción, no es un fin en sí misma, sino un medio para capacitar a los tomadores de decisiones, reduciendo la ambigüedad y generando comprensión, especialmente en entornos globalizados complejos. Esta perspectiva vincula directamente el valor de la inteligencia a su eficacia en la formulación de políticas. Si la inteligencia se centra principalmente en generar conocimiento para un “cliente”, su éxito depende de una comunicación clara, la comprensión de las necesidades del cliente y la adaptación a paisajes de información en constante evolución. Esto se relaciona directamente con su trabajo sobre la “brecha entre la advertencia y la respuesta” y los desafíos de comunicar advertencias.

 

 

[1]     Hagiu, A., & Tanascovici, M. (2013). Competitive intelligence in the knowledge-based organisation. Network Intelligence Studies, 1. P. 45.

[2]     Miguel Delibes escribió: “cuando el hombre tiene que esconderse para hacer una cosa, es que esa cosa que hace no está bien hecha”. En Castilla, lo castellano y los castellanos, edición de Espasa (1999), p. 76. El mundo real es mucho más complicado que los pequeños pueblos castellanos que describía Delibes.

[3]     Respetaré sin (apenas) cambios el texto que me ofrece el programa de Inteligencia Artificial que he utilizado. Lo que me lleva a “hablar” de mí mismo haciendo un uso aparentemente mayestático de la tercera persona. Mil perdones…

[4]     Inteligencia y democracia (clar i català) Blog Cátedra Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos. https://serviciosdeinteligencia.com/inteligencia-y-democracia-clar-i-catala/.  

Once años escribiendo sobre inteligencia (I)

«La mayoría de los errores que se producen en la toma de decisiones son fallos de análisis…»

Fernando Velasco (2019) [1]

 

 

En 2014, publiqué mi primer trabajo sobre inteligencia[2] y en 2025, el que probablemente será el último[3]. Son todos ellos trabajos cortos (relativamente) y en cada uno de trato una cuestión particular. Al cabo de todos estos años, empiezo a preguntarme si en su conjunto conforman un todo coherente. Si podemos considerar cada uno de ellos un ladrillo más de un muro único. O si, por el contrario, se trata de obras independientes, con escasa ligazón entre ellas.

Para asegurar que la respuesta fuera lo más objetiva posible, utilicé un sistema de inteligencia artificial, el programa Gemini, de Google. Del texto recibido he suprimido algunos pormenores cuya omisión no afecta a la comprensión del argumento general, pero he incorporado también algunas consideraciones propias cuando mi visión personal difería mucho de lo que Gemini me estaba proporcionando.

Pertenezco a una determinada generación y mi visión de la inteligencia, al menos durante la etapa final de mi carrera, puede enmarcarse en el “nuevo paradigma” surgido (más bien, consolidado) a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001[4]. Algunas características de este paradigma que ha orientado mi trabajo, mis lecturas y mis escritos:

  • Importancia del análisis: no bastaba con “saber” cosas, había que entender su significado.
  • Inteligencia concebida como servicio al cliente: lo que al cliente no le interesa, o lo que no puede comprender, carece por completo de valor.
  • Apertura a los logros y enfoques de otras ciencias sociales, como forma de aumentar la calidad del producto de inteligencia (y también su credibilidad ante los clientes).

Durante los últimos años, en particular a causa de la guerra de Ucrania y del espectacular desarrollo de la Inteligencia Artificial, nuestra disciplina está sufriendo cambios profundos. Está mutando. Nuestra época, la época que conocí, se esfuma y una nueva inteligencia está naciendo.

De esta nueva inteligencia hablaremos algo en la última sección de este trabajo. Para llegar hasta ella, atravesaremos antes lo que la Inteligencia Artificial (el programa Gemini) ha resumido de las obras que he ido publicando a lo largo de los últimos once años.

Continuará (espero)…

 

[1]     Velasco, F. (2019). Analizar para decidir: la dimensión ética. CEID, Anuario 2019. 111-118.

[2]     Palacios, J.M. (2014). Militares y civiles españoles sobre el Ciclo de Inteligencia. Ejército, 883, 6-12.

[3]     Arcos, R. & Palacios, JM (2025). Intelligence Education and the European Union’s External Action. International Journal of Intelligence and CounterIntelligence, DOI:10.1080/08850607.2025.2454821.

[4]    En la literatura académica son frecuentes las alusiones a un “nuevo paradigma”, que se repiten periódicamente. La más antigua que tengo registrada figura en Reg Whitaker (1992). Security and Intelligence in the Post-Cold War World. Socialist Register, 28; 111-130.

Inteligencia artificial, verdad y relato

Si deseamos pensar bien, hemos de procurar conocer la verdad, es decir la realidad de las cosas. ¿De qué sirve discurrir con sutileza, ó con profundidad aparente, si el pensamiento no está conforme con la realidad?

Jaime Balmes, El Criterio (1845)

 

 

Hace unos meses, el periodista kosovés (y kosovar) Veton Surroi tuvo la ocurrencia de preguntar a tres máquinas de inteligencia artificial (Gemini de Google, CoPilot de Microsoft y ChatGPT) cómo veían el futuro de los Balcanes Occidentales hacia 2030. La respuesta unificada, que Surroi publicó en Koha (diario de Pristina en lengua albanesa), era probablemente similar al informe que la próxima jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, habrá recibido de sus futuros subordinados en estas semanas finales de preparación antes de asumir sus funciones[1]. Es, al menos, lo que Surroi imagina. Y conoce suficientemente bien el funcionamiento de las instituciones occidentales como para que aceptemos que, probablemente, no se equivoca demasiado.

Como nos recuerda el periodista kosovés, “la inteligencia artificial no puede producir algo que no exista en el discurso público”, lo que significa que el supuesto informe interno para la señora Kallas deriva necesariamente de lo que los responsables europeos de distinto nivel han declarado durante los últimos años. Un eurooptimista se felicitaría por ello: la Unión Europea es tan transparente que su política real coincide al cien por cien con la declarada. Un europesimista respondería que, en realidad, la Unión Europea carece de política, que todo es relato, que el relato surge de las intuiciones de nuestros responsables políticos y que su único objeto es responder a las necesidades (a menudo coyunturales) de los que lo ponen en circulación.

Toma de decisiones y sistema de anticipación[2]

Suponemos que en un sistema político racional, como el nuestro, los dirigentes que elegimos adoptan decisiones sabias sobre la base del asesoramiento experto que reciben. Por una parte, los analistas de inteligencia les explican la realidad e ilustran sobre su posible evolución. Por otra, los asesores políticos desarrollan líneas de acción alternativas y prevén los posibles efectos de cada una de ellas. Unos y otros son profesionales bien preparados y, al menos en teoría, completamente indiferentes a las conveniencias políticas de sus “amos y señores”.  Ambos elementos, decisores políticos y expertos apolíticos, forman un sistema equilibrado que debería fallar raramente.

Parece, sin embargo, que nuestro sistema comete con frecuencia errores y que muchos de estos errores tienen consecuencias catastróficas. Como el ritmo de la gran política (nivel estratégico) es muy distinto del de la pequeña política y mucho más lento, es normal que estos errores de decisión pasen desapercibidos y no se comprendan hasta años o décadas después de haber sido cometidos. Existen, sin embargo, circunstancias en las que la historia se acelera y podemos valorar, casi en tiempo real, qué se ha hecho bien y qué se ha hecho mal. El actual conflicto con Rusia nos ofrece algunos ejemplos interesantes.

Un sistema que falla

Durante las dos últimas décadas, la política energética de la Unión Europea ha estado orientada hacia la consecución de dos objetivos: la descarbonización y la seguridad de nuestros abastecimientos. Se suponía que, en caso de tensiones geopolíticas graves, nuestro principal suministrador (Rusia) podría intentar presionarnos cortándonos la energía, así que teníamos que protegernos ante tal eventualidad[3]. Pues parece que esas supuestas intenciones de Putin eran pura fantasía. Llegó la guerra en 2022 y los rusos siguieron abasteciéndonos. Al final, hemos sido nosotros mismos los que hemos reducido drásticamente nuestras compras. Y, sorpresa, el mundo (nuestro mundo) no se ha venido abajo.

Si nuestros analistas de inteligencia se han equivocado al valorar las posibles intenciones rusas, los asesores políticos también lo han hecho al prever los efectos de nuestra respuesta a la invasión de Ucrania. Las sanciones que Occidente ha impuesto durante los últimos años deberían haber degradado de manera permanente la capacidad industrial de Rusia[4] y, como algún político norteamericano proclamaba en 2022, aislado por completo el país y devuelto su economía a la Edad de Piedra[5]. En realidad, la economía rusa ha sido capaz de soportar casi tres años de dura guerra de desgaste y está creciendo a un ritmo más rápido que la española[6]. También en este aspecto, algo importante ha fallado en nuestros cálculos.

¿Podríamos hacerlo mejor?

La práctica de la inteligencia está basada en algunos supuestos básicos. Y, entre ellos, quizá el más importante sea que la verdad existe. Una verdad que a menudo es difícil de alcanzar y comprender, una verdad que puede evolucionar con rapidez, pero que, con todo, está ahí. Y que es importante.

Los políticos profesionales son conscientes de que la existencia de la verdad, pero, en ciertas circunstancias, su conocimiento puede no ser para ellos una materia con la prioridad más alta. Ellos buscan obtener el suficiente respaldo popular como para ganar elecciones y, en otro nivel, suficiente apoyo para poner en práctica determinadas políticas. Por ello, para los políticos el relato es absolutamente primordial. Es el relato lo que les permite ganar elecciones y es el relato lo que les ayuda a conseguir el apoyo que necesitan. Por eso, es muy frecuente que busquen que la inteligencia les proporcione material para alimentar su “máquina de creación de relatos”, más que la verdad.

Podemos y debemos hacerlo mejor. Pero, para ello, necesitamos una cultura política que favorezca la discrepancia. Necesitamos que nuestros políticos crean que el mundo real existe, que no todo es relato. Que estén dispuestos a escuchar las malas noticias que los expertos a veces les van a traer. Mientras estén convencidos de que la realidad es secundaria, que lo importante es cómo se cuente, los analistas no van a producir para ellos algo que saben que no va a ser bien recibido. Se limitarán a generar “munición intelectual” para ser utilizada por sus amos y señores en sus batallas dialécticas.

E, inevitablemente, la realidad se vengará de ellos. Y de nosotros.

 

ANEXO

Cómo ve la inteligencia artificial los Balcanes Occidentales en 2030

El paquete informativo para el nuevo jefe de la diplomacia europea podría ser así. Desafortunadamente.
Veton Surroi
Koha, 07.08.2024 [7]

1.

Le hice la misma pregunta a tres «máquinas» de inteligencia artificial: Gemini de Google, ChatGPT y CoPilot de Microsoft: ¿cómo ven el futuro de los Balcanes Occidentales en 2030? Obtuve tres respuestas diferentes, aunque no muy alejadas entre sí. Luego copié las tres respuestas recibidas de estas tres máquinas y les pedí que crearan un texto unificado.

El texto que creó ChatGPT (…) fue el siguiente:

Los Balcanes Occidentales en 2030: una intersección de oportunidades y desafíos

El futuro de los Balcanes Occidentales en 2030 es rico en posibilidades, pero también lleno de incertidumbres. La integración en la Unión Europea, el desarrollo económico y la estabilidad política son tres pilares que determinarán la trayectoria de la región.

Posibles escenarios:

  • Integración exitosa en la UE: Un escenario optimista que conducirá al crecimiento económico, fortaleciendo la democracia y reduciendo la dependencia de factores externos.
  • Estancamiento temporal: Un lento proceso de integración, influenciado por desafíos internos y externos, que deja a la región en una zona gris.
  • Crecientes tensiones: Un escenario pesimista con escalada de conflictos no resueltos, mayor influencia de las grandes potencias y riesgo de desestabilización de la región.

Factores clave:

  • Proceso de ampliación de la UE: La velocidad y las condiciones de la ampliación serán cruciales para motivar reformas y atraer inversiones.
  • Reformas internas: Fortalecer el Estado de derecho, luchar contra la corrupción y modernizar la economía son esenciales para un futuro mejor.
  • Influencia de las grandes potencias: La competencia por la influencia en la región continuará, creando oportunidades y desafíos.
  • Cuestiones históricas: Las disputas no resueltas pueden reactivar y obstaculizar la cooperación regional.
  • Crisis globales: Eventos inesperados como las pandemias pueden afectar inesperadamente los acontecimientos en la región.

Qué esperar: 

  • Economía más integrada: Los vínculos económicos con la UE se fortalecerán, pero el aumento del desempleo y la emigración pueden crear desafíos.
  • Crecimiento de la inversión: los sectores de energía, infraestructura y turismo atraerán más inversiones.
  • Clase media en crecimiento: si las reformas tienen éxito, se creará una clase media más amplia, que exigirá más democracia y libertad.
  • Cooperación regional: Se profundizará la cooperación en el ámbito del comercio, la energía y las infraestructuras.
  • Desafíos actuales: la corrupción, el crimen organizado y la dependencia de los combustibles fósiles seguirán siendo obstáculos.

Conclusión:

El futuro de los Balcanes Occidentales depende de las elecciones de los gobiernos, del compromiso de los ciudadanos y del apoyo de la comunidad internacional. La región tiene el potencial de realizar una transición exitosa hacia un futuro mejor, pero ello requerirá esfuerzos sostenidos y una visión clara para el futuro.

Preguntas para la discusión:

  • ¿Cuáles son los factores más importantes que determinarán el futuro de los Balcanes Occidentales?
  • ¿Qué papel debería desempeñar la UE en este proceso?
  • ¿Cómo se pueden abordar las cuestiones históricas y fortalecer la cooperación regional?

2.

Toda la operación para alcanzar tal resultado requirió bastante menos de media hora. Y un documento así es fácil que tenga similitudes con el paquete que se preparará para la nueva jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas. Las tres máquinas de inteligencia artificial analizan las palabras, el discurso público, y el análisis del discurso público en los Balcanes Occidentales apunta a escenarios similares a los de los pronósticos meteorológicos de los años setenta: puede que llueva, pero puede también que no; todo depende de los vientos del norte, oeste y sur.

Si las tres máquinas de inteligencia artificial hubieran existido hace diez años, habría producido un documento muy similar: los Balcanes Occidentales estarían una vez más en la intersección de oportunidades y desafíos.

Y es que las tres máquinas de IA a menudo suenan como Peter Stano, el portavoz del SEAE, o sus jefes. Por ejemplo, cuando proclaman que “la velocidad y las condiciones de la expansión serán decisivas para motivar reformas y atraer inversiones», o “fortalecer el Estado de derecho, luchar contra la corrupción y modernizar la economía son esenciales para un futuro mejor».

Pero el hecho de que este documento hubiera sido exactamente igual si en 2014 hubiera habido máquinas de IA plantea una cuestión elemental: si Kaja Kallas recibe un documento semejante, ¿cuál es el valor añadido de todo el aparato responsable de la formulación de la política exterior de la Unión Europea?

(…)

3.

Repetí estas preguntas a ChatGPT y me dio una larga explicación, que podría haber salido nuevamente del SEAE, o incluso de organizaciones e institutos de la sociedad civil que se ocupan de la relación entre la UE y los Balcanes Occidentales. Reiteré entonces la pregunta de otra forma: ¿qué es lo que la UE debería hacer y qué no ha hecho? Y la respuesta fue, más o menos, que debería hacer más de lo que ha hecho y de una forma más profunda.

La inteligencia artificial no puede producir algo que no exista en el discurso público. ChatGPT, CoPilot y Gemini no pueden producir soluciones que no existen en la cabeza de las personas. La inteligencia artificial es artificial: no tiene voluntad propia. Por tanto, ni siquiera puede ser un sustituto de la voluntad en el discurso de la inteligencia humana.

La mejor lección que puede enseñar la inteligencia artificial es sobre las deficiencias del pensamiento humano, en particular del que se manifiesta públicamente. Si en este discurso del siglo XXI estas son las posibilidades que se vislumbran para los Balcanes Occidentales, la ventaja de la IA es que nos lo muestra en unos pocos segundos. El llamado catártico para mejores soluciones ya no tiene por qué ocurrir con grandes conferencias internacionales: ChatGPT, junto con Gemini y Copilot, puede mostrar en unos minutos la discrepancia entre la realidad de los Balcanes Occidentales y el pensamiento político en la UE.

4.

No quería hacer una simple pregunta a las máquinas de inteligencia artificial, esperando (quizá con prejuicios, o con razón) que la respuesta la responderían los portavoces del SEAE o los diplomáticos que tratan con la región. La pregunta es: ¿por qué Serbia está hoy más alejada de la UE que cuando se convirtió en Estado candidato a miembro de la Unión Europea en 2012?

Para el nuevo equipo del SEAE, quizás esta podría ser una de las preguntas iniciales con las que entenderán cuál es la naturaleza de la misión que les espera en los Balcanes Occidentales.

 

[1]     En anexo se acompaña una traducción automática al español del artículo de Surroi.

[2]     Rosen, R. (2011). Anticipatory systems. En Anticipatory systems: Philosophical, mathematical, and methodological foundations (pp. 313-370). Nueva York, Springer New York.

[3]     A lo largo de las dos últimas décadas, multitud de trabajos y declaraciones han difundido esta tesis. Para un ejemplo temprano, véase Smith, K.C. (2006, enero). Security Implications of Russian Energy Policies. CEPS Policy Brief No. 90.

[4]     Lo dijo el Presidente Biden en sus Remarks (…) on Russia’s Unprovoked and Unjustified Attack on Ukraine, del 24 de febrero de 2024. https://www.whitehouse.gov/briefing-room/speeches-remarks/2022/02/24/remarks-by-president-biden-on-russias-unprovoked-and-unjustified-attack-on-ukraine/ (acceso: 9 OCT 2024).

[5]     Representante Jim Himes (demócrata por Connecticut), junio de 2022. https://thehill.com/business/3260821-yellen-faces-bipartisan-pressure-to-ramp-up-russian-sanctions-after-bucha/ (acceso: 9 OCT 2024).

[6]     Según el economista francés Jacques Sapir, la economía rusa crecerá un 3,6-3,8% en 2024 y un 2,5-3% en 2025. Véase https://x.com/russeurope/status/1842478868705194112 (acceso: 5 OCT 2024). Según las últimas previsiones del Gobierno, la española lo hará un 2,4% en 2024 y un 2,2% en 2025. Véase https://www.lamoncloa.gob.es/consejodeministros/resumenes/paginas/2024/240924-rueda-de-prensa-ministros.aspx#:~:text=Las%20nuevas%20previsiones%20del%20Ejecutivo,por%20el%20Gobierno%20hasta%20ahora (acceso: 9 OCT 2024).

[7]     https://www.koha.net/veshtrime/428153/si-e-sheh-inteligjenca-artificiale-ballkanin-perendimor-me-2030 (acceso: 8 AGO 2024). Traducción de Google Translate con corrección humana.

Inteligencia y democracia (clar i català)

La iniciativa signada reclama «l’adopció urgent per part de l’estat de les mesures per erradicar l’espionatge polític antidemocràtic, i garantir així que cap persona pugui ser víctima d’espionatge i persecució per defensar un projecte polític»[i].

 

 

 

¿Es o no lícito en una democracia “espiar” a personas y organizaciones a causa de sus actividades políticas? Esta cuestión ha sido planteada en diversas ocasiones en medios políticos catalanes y vuelve a serlo durante estas últimas semanas. Desgraciadamente, mucho de lo que leemos y oímos está más orientado a provocar emociones que a contribuir al perfeccionamiento de nuestro estado de derecho.

 

Y, sin embargo, otro debate es posible. Quizá sea, incluso, deseable. Lo que sigue es mi modesta aportación.

 

Espionaje e inteligencia

Empecemos con un poco de claridad terminológica y conceptual. En los últimos meses, se ha hablado mucho de “espionaje”, cuando, en realidad, se tendría que haber hablado de “inteligencia”. ¿Cuál es la diferencia?

 

a) El Diccionario LID de Inteligencia y Seguridad[ii] define (pg. 126) “espionaje” como la actividad encaminada a “obtener información secreta o crítica de naturaleza militar, política, económica, ideológica, industrial o científico tecnológica”. En el lenguaje común, sin embargo, la palabra “espionaje” tiene a menudo un sentido peyorativo. Así, por ejemplo, el Diccionario de la RAE, define espionaje (tercera acepción) como la “actividad dedicada a obtener información fraudulenta en diversos campos”[iii]. Quizá, por ello, en nuestro lenguaje administrativo contemporáneo no se habla de “espionaje”, sino de “inteligencia”[iv].

 

b) En lenguaje técnico, la “inteligencia” es un producto, es un proceso y es también una organización. Como explica Rafael Jiménez Villalonga (pg. 98)[v]:

 

La inteligencia como producto es el resultado que se obtiene al someter los datos, la información y el conocimiento a un proceso intelectual que los convierte en informes adecuados para satisfacer las necesidades de los decisores políticos, militares, policiales, empresariales, etc., así como para proteger a aquellos mediante las tareas de contrainteligencia.

 

La inteligencia como proceso comprende los procedimientos y medios que se utilizan para definir las necesidades de los decisores, establecer la búsqueda de información, su obtención, valoración, análisis, integración e interpretación hasta convertirla en inteligencia, y su difusión a los usuarios. También incluye los mecanismos y medidas de protección del proceso y de la inteligencia creada por medio de las actividades de contrainteligencia necesarias.

 

La inteligencia como organización se refiere a los organismos y unidades que realizan las anteriores actividades de transformar la información en inteligencia y la protegen.

 

Traduciendo al lenguaje técnico nuestra formulación inicial, intentaremos responder a la pregunta de si en una democracia avanzada como la española se pueden realizar acciones de inteligencia (entendida como proceso) sobre objetivos políticos.

 

¿Puede un gobierno democrático realizar/encargar/beneficiarse del trabajo de la inteligencia?

Por supuesto que sí. Cualquier gobierno, como cualquier organización o cualquier empresa, puede (debe) disponer de la información necesaria para adoptar decisiones correctas. Decidir sin estar correctamente informado es una insensatez. Hacerlo con dinero público, un fraude a los ciudadanos.

 

Es algo tan claro que todas las democracias avanzadas lo entienden así. Por ello, todas disponen de servicios de inteligencia (tercera acepción de Rafael Jiménez Villalonga), que realizan acciones de inteligencia (segunda acepción) para producir inteligencia (primera acepción). La más antigua de las democracias existentes (y, probablemente, una de las de mayor calidad), Estados Unidos, posee el sistema de inteligencia más sofisticado del mundo.

 

Es también lo que dispone la legislación española. En el artículo 1 de la Ley 11/2002 se establece que “el Centro Nacional de Inteligencia es el Organismo público responsable de facilitar al Presidente del Gobierno y al Gobierno de la Nación las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones”.

 

Objetivos de la inteligencia: ¿solo actos ilegales?

Claramente, no. La inteligencia que necesita el Gobierno (y volvemos al artículo 1 de la Ley 11/2002) se refiere a peligros, amenazas o agresiones “contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado”. Se trata siempre de hechos (reales o posibles) que perjudican los intereses nacionales, aunque no tienen por qué ser ilegales. Por ejemplo:

 

a) La toma de control de una empresa estratégica española por parte de un rival geopolítico es (en general) perfectamente legal, aunque el gobierno la pueda considerar dañina para los intereses nacionales y esté interesado, en consecuencia, en recibir información previa sobre cualquier intento en este sentido[vi].

 

b) Las actividades de lobby realizadas en Estados Unidos para perjudicar las exportaciones de un determinado sector español y beneficiar las de un competidor son también perfectamente legales, aunque sería normal que nuestro gobierno quisiera estar bien informado sobre ellas para, en su caso, contrarrestarlas.

 

Cuando se trata de acciones ilegales, estamos hablando ya del campo de acción de las fuerzas y cuerpos policiales (Policía Nacional, Guardia Civil y policías regionales), que tienen obligación de prevenirlas y perseguirlas. La inteligencia (tercera acepción, organización) puede también colaborar, pero su actuación será siempre complementaria de la de aquellos que tienen la responsabilidad principal.

 

Para resumir este apartado: la inteligencia (organización) sí puede actuar en cuestiones que no son ilegales. De hecho, su terreno privativo, aquel en el que no funciona en apoyo de los cuerpos policiales, es el de las acciones no ilegales.

 

Medios de la inteligencia: ¿siempre son legítimos?

En una democracia avanzada, la inteligencia (organización), como cualquier otro organismo público, solo puede utilizar medios legítimos.

 

La inteligencia real se parece muy poco a las películas de James Bond. De hecho, una parte muy importante de los medios y técnicas de obtención de información son “blancos”. Es decir, no se trata de actividades legalmente prohibidas, ni reguladas, ni que afectan a los derechos y libertades protegidos por nuestras leyes. Algunas de estas técnicas:

 

a) El seguimiento sistemático de las publicaciones (por ejemplo, en medios de comunicación o redes sociales) de determinados objetivos, así como de su entorno. Estudios de origen norteamericano sugieren que, dependiendo de los temas, entre el 35% y el 95% de la información procesada por la inteligencia gubernamental procede de fuentes abiertas[vii].

 

b) El uso de fuentes humanas con acceso a información de interés (siempre que no se haya utilizado ningún medio ilegal para captarlas).

 

Hay también técnicas de gran potencia que, por afectar a derechos protegidos, no se pueden utilizar sino de manera excepcional, con permiso de un juez y bajo control judicial[viii]. Estamos hablando, en particular, de la interceptación de las comunicaciones en todas sus modalidades (correo tradicional, correo electrónico, llamadas telefónicas, etc.). Todas las democracias avanzadas disponen de mecanismos legales para el uso controlado de estas técnicas en casos excepcionales.

 

A modo de conclusión

Como en cualquier actividad humana, en la labor de inteligencia se pueden cometer errores y se puede también violar las normas (de manera consciente o inconsciente). En los casos en que sea así, debe investigarse y corregirse. Desde luego, sin poner en duda la necesidad de la inteligencia como función imprescindible para la existencia de los estados y el buen funcionamiento del proceso de toma de decisiones. Una inteligencia que, en un estado de derecho, siempre debe actuar a las órdenes del gobierno y controlada por los jueces.

 

Feci, quod potui, faciant meliora potentes.

 

[i]      https://www.publico.es/public/parlament-reclama-govern-espanyol-investigacio-transparent-catalangate.html (acceso: 02.02.2024).

[ii]      Elaborado bajo la dirección del Prof. Antonio Díaz Fernández y editado por la Editorial LID en 2013.

[iii]     https://dle.rae.es/espionaje (acceso: 01.02.2024).

[iv]    La Ley 11/2002, de 6 de mayo, reguladora del Centro Nacional de Inteligencia no menciona el espionaje. Véase https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2002-8628 (acceso: 01.02.2024). Sí se habla de espionaje en el Código Penal (artículo 584), y precisamente en sentido peyorativo: como una actividad reprobable que un español puede realizar en beneficio de potencias extranjeras.

[v]    Rafael Jiménez Villalonga (2019). Tipos de Inteligencia. En Julián López Muñoz (coord.), Manual de Inteligencia. Valencia, Tirant lo Blanch. Pp. 97-122.

[vi]     Durante los últimos veinte años han sido recurrentes las discusiones públicas (políticas y técnicas) sobre la conveniencia o no de favorecer la existencia de una serie de empresas calificadas de “campeones nacionales”.

[vii]    Stephen C. Mercado (2005). Reexamining the Distinction Between Open Information and Secrets. Studies in Intelligence Vol. 49 No. 2. https://www.cia.gov/static/5d8a8df615f1bb014e49bb1452991991/Difference-Open-Info-Secrets.pdf (acceso: 03.12.2014).

[viii]   Según la legislación española. Cada país regula de manera diferente la siempre difícil cuestión de la autorización y control de la intervención de las comunicaciones.

Ucrania: ¿un fallo de la inteligencia estratégica norteamericana?

Strategic intelligence analysis frequently does not influence the creation and implementation of American foreign policy. This is contrary to an expectation that intelligence analysis should matter in the making of foreign policy and national security. Better intelligence analysis should lead to better policy. Ideally, independent and objective intelligence analysts provide the information and assessments that decisionmakers use to make the best possible decisions. 

Stephen Marrin[1]

 

En un artículo publicado a mediados de diciembre de 2023 en The National Interest, David C. Hendrickson[2] sostenía que la falta de comprensión de la resiliencia del régimen político ruso, así como del sistema productivo de ese país, había sido un “enorme fallo de inteligencia” (massive intelligence failure), compartido por Estados Unidos y Ucrania.

Existe una amplia literatura científica sobre los fallos de inteligencia, que siempre parecen más interesantes que los aciertos. A un nivel más de andar por casa, es un tema que también se ha tratado con frecuencia en blogs especializados. Por ejemplo, en este, centrando la atención sobre los fallos de la inteligencia estratégica rusa en el conflicto de Ucrania[3].

 En este post discutiremos la polémica afirmación de Hendrickson. ¿Es verdad que no solo la inteligencia rusa se ha equivocado con Ucrania, que también la norteamericana lo ha hecho?

 

¿Debe la inteligencia predecir el futuro?

Tom Fingar escribió en su momento que “el objetivo último de la inteligencia es darle forma al futuro, no predecir lo que ocurrirá”[4]. Y es así. Nadie conoce el futuro y, en la mayor parte de los casos, no se puede exigir a la inteligencia estratégica que lo prediga. Lo que sí se le puede y se le debe pedir es que ayude a los decisores a comprender mejor el presente de tal manera que el futuro no les sorprenda. En particular, que comprendan cómo puede ser el futuro si sobre el presente (a ser posible, bien conocido y comprendido) se actúa con determinadas palancas (es decir, con determinadas políticas)[5].

 Y aquí, tenemos que dar razón a Hendrickson y aceptar que sí ha habido fallos importantes:

 1) Sobre la solidez del régimen ruso. O bien se tenía una mala comprensión del actual régimen ruso y de las bases del poder de Vladimir Putin, o bien no se han entendido los efectos que podrían tener sobre él las acciones de presión decididas por Estados Unidos y secundadas por sus aliados. Era un “futuro” que habría sido posible de prever, porque todos los factores importantes que contribuían a conformarlo eran conocidos (o deberían serlo).

 2) Sobre la solidez de la economía rusa. El mismo comentario vale. Un buen trabajo de inteligencia estratégica debería haber sido capaz de adelantar los posibles efectos de las sanciones sobre la economía rusa, las contramedidas que los rusos adoptarían y su efectividad. En un plano más bajo, deberían haber permitido comprender la posible evolución de la producción militar rusa y sus efectos sobre el nivel de vida de la población. Como en el caso anterior, la mayor parte de los factores relevantes eran, o deberían ser, conocidos, por lo que la inteligencia estratégica prospectiva tendría que haber ofrecido un pronóstico bastante preciso.

 En ninguno de los casos, la inteligencia se enfrentaba a la caótica interacción de numerosas fuerzas mal conocidas. Se trataba de un experimento estrictamente controlado, en el que a una situación de partida que la inteligencia hubiera debido comprender bien se aplicó una serie de estímulos, también perfectamente conocidos. Si el trabajo hubiera estado bien hecho, la reacción del sistema no habría tenido que ser una sorpresa.

 Hubo un fallo, pues. Pero, ¿fue un fallo de inteligencia?

 

¿De verdad la inteligencia es culpable?

Pues quizá no. Quizá la inteligencia no sea la culpable. Porque, en realidad, no tenemos constancia de que las decisiones del Presidente Biden hayan ido en línea con la inteligencia que recibía.

 Estados Unidos ha hecho durante años un gran esfuerzo para vender la idea de la “omnisciencia” de su comunidad de inteligencia, lo que resultaba útil para presionar a posibles adversarios, pero también para dar un peso adicional a las decisiones que adoptaba el ejecutivo. Desde este punto de vista, el enfoque clásico de que las decisiones se toman sobre la base de la inteligencia disponible (evidence-based policy) es perfectamente lógico[6]. Aunque inexacto.

 Como nos recuerda Stephen Marrin (Marrin, 2017) y muchos otros autores, en Estados Unidos (y, posiblemente, también en otros países), las grandes decisiones no se toman sobre la base de los informes de inteligencia. De hecho, la influencia de la inteligencia sobre ellas puede ser bastante modesta. Hay todo tipo de explicaciones para ello y el excelente trabajo de Marrin explora muchas de ellas.

 Fallo, sí. De inteligencia, quizá no.

 

[1]     Marrin, S. (2017) Why strategic intelligence analysis has limited influence on American foreign policy, Intelligence and National Security, 32:6, 726, DOI:10.1080/02684527.2016.1275139.

[2]     David C. Hendrickson (12.12.2023). No, The U.S. Did Not Sabotage Russia-Ukraine Peace. The National Interest. https://nationalinterest.org/feature/no-us-did-not-sabotage-russia-ukraine-peace-207902 (acceso: 16.12.2023). Para datos biográficos de Hendrickson, puede consultarse su website personal: https://davidhendrickson.org/ (acceso: 18.12.2023).

[3]     La inteligencia estratégica rusa en el conflicto de Ucrania. 3 de marzo de 2022. https://serviciosdeinteligencia.com/la-inteligencia-estrategica-rusa-en-el-conflicto-de-ucrania/ (acceso: 18.12.2023).

[4]     «The ultimate goal is to shape the future, not to predict what it will be». Véase T. Fingar (2011). Reducing Uncertainty: Intelligence Analysis and National Security.  Stanford University Press. P. 53.

[5]     Es obvio que el problema analítico es totalmente distinto en el caso de grandes potencias (cuyas políticas contribuyen a definir o condicionar la evolución del conjunto del sistema) y las pequeñas (las demás). En este texto tratamos el problema de la principal gran potencia, Estados Unidos.

[6]     Para una breve descripción reciente de cómo debería funcionar la inteligencia en el proceso de toma de decisiones, véase Martínez Isidoro, R. (2024, 10 de enero). Decisión, inteligencia y responsabilidad. El Debate. https://www.eldebate.com/opinion/en-primera-linea/20240110/decision-inteligencia-responsabilidad_165795.html (acceso: 10.01.2024).

ACH: posibilidades y limitaciones

Let me tell you about these intelligence guys. When I was growing up in Texas we had a cow named Bessie. I’d go out early and milk her. I’d get her in the stanchion, seat myself and squeeze out a pail of fresh milk. One day I’d worked hard and gotten a full pail of milk, but I wasn’t paying attention, and old Bessie swung her s[..]t-smeared tail through the bucket of milk. Now, you know that’s what these intelligence guys do. You work hard and get a good program or policy going, and they swing a s[..]t-smeared tail through it. 

Lyndon Johnson[1]

 

Todos hemos escrito alguna vez que la inteligencia permite reducir la incertidumbre asociada al proceso de toma de decisiones[2]. Así que cualquier inversión en inteligencia debería tener como finalidad última conseguir una mayor reducción de esa incertidumbre. Y por “cualquier inversión” me refiero no solo a las orientadas a dotarse de mejores equipos técnicos o a incrementar la plantilla de personal, sino también aquellas otras que persiguen mejorar la cualificación de los que trabajan en el servicio de inteligencia.

Hace unas pocas décadas, la mayor parte de los analistas de inteligencia practicaban lo que podríamos llamar “análisis natural” (es decir, aplicaban  su sentido común al procesamiento intuitivo de la información disponible). En los últimos tiempos, sin embargo, los servicios han hecho un esfuerzo importante para formar a sus analistas en las técnicas estructuradas de análisis. ¿Debemos entender que el uso sistemático de esas técnicas permite mejorar sustancialmente la calidad de los productos de inteligencia, es decir, reducir la incertidumbre a la que se deben enfrentar los “clientes”?

La reina de las técnicas estructuradas es el ACH, el analysis of competing hypotheses[3], expresión que se suele traducir como “análisis de hipótesis en competencia”[4]. En la práctica, se ha convertido en parte fundamental de la enseñanza de técnicas de inteligencia, tanto en las escuelas internas de los servicios como en los programas universitarios. Podemos preguntarnos si es cierto que el uso de ACH reduce la incertidumbre, como se supone que debe hacer la inteligencia.

Y la respuesta es negativa. Según la experiencia recogida en entornos docentes[5], el resultado,  a menudo, es el contrario. Del uso sistemático de ACH es frecuente que se derive una mejor comprensión de posibilidades alternativas a la que se había en un principio considerado como principal, pero muy raro que una hipótesis cualquiera se vea confirmada con un alto grado de confianza.

Intentaremos explicar por qué es así. Asumiremos, para ello, que el analista está utilizando ACH con la ayuda de un sencillo programa, como es PARC ACH[6]. Siguiendo la lógica de este programa, el propio analista puede construir una alternativa utilizando software de hoja de cálculo.

 

Primer problema. Muchas de las informaciones son ambiguas

El primer problema que se nos plantea al utilizar ACH es que muchas de las informaciones que debemos utilizar son ambiguas. Y ello es así por dos motivos principales[7]:

1) En todos los asuntos de los que se ocupa la inteligencia, existe siempre un adversario que persigue objetivos distintos de los nuestros y que intentará “embarrar” el terreno de juego para que nos resulte más difícil comprender la realidad de su situación o de sus intenciones.

2) Las técnicas de obtención son imperfectas. Producen “agujeros negros”, “ruido” y errores.

Un ejemplo ilustrativo. En el terreno de la inteligencia estratégica es frecuente que tomemos como piezas de evidencia las declaraciones de actores políticos relevantes. Lo que pasa es que no siempre resulta fácil decidir si estas declaraciones traducen un mensaje real (a sus propios ciudadanos, a las audiencias exteriores) o son simples actos de desinformación, destinados a confundir a observadores externos. Dependiendo de la decisión que en cada caso tome el analista, el resultado final de aplicar el programa (es decir, la probabilidad relativa de las hipótesis que se consideran) puede cambiar mucho.

Podemos pensar que una alternativa válida sería excluir todas aquellas piezas de evidencia sobre las que no haya seguridad total acerca de su significado y valor. El problema es que, entonces, nos quedaríamos con tan pocas evidencias que su conjunto resultaría insuficientes para inclinar la balanza hacia una hipótesis u otra.

 

Segundo problema: el problema de las hipótesis prioritarias

Si los medios de obtención están orientados en una dirección, el número de informaciones, correctas o no, que se reciben de esa dirección será superior al de las que llegan de otras. Si utilizamos un programa como PARC ACH, la reiteración de noticias en un determinado sentido reforzará artificialmente ciertas hipótesis en perjuicio de otras. Algo parecido nos ocurrirá si no utilizamos ningún tipo de asistente informático para computar las informaciones que recibimos: la reiteración de noticias puede convencernos de que ciertas hipótesis son más creíbles.

Y aquí, el analista se encontrará ante un dilema:

1) Si no toma ninguna medida de compensación, su ACH funcionará en la práctica como “análisis de una sola hipótesis”, la preferida.

2) Si quiere evitar este problema, alterará el “peso” que da a diferentes informaciones, o eliminará noticias que entienda pueden ser “redundantes”. Al hacerlo así, sin embargo, reducirá la sensibilidad del sistema e incrementará la probabilidad de que el resultado final del análisis no sea concluyente.

 

Tercer problema: el problema de los “pesos”

En principio, con ACH intentamos encontrar evidencias que invaliden hipótesis, Y, como decía Sherlock Holmes, “una vez que has eliminado lo imposible, lo que queda, por improbable que nos parezca, debe de ser la verdad”[8]. El problema es que, si tenemos en cuenta los factores ya expuestos, resulta raro encontrar información de la que podamos fiarnos al 100% y que resulte incompatible con alguna hipótesis. Mucho más, disponer de informaciones que nos permitan invalidar todas las hipótesis menos una.

Esta es la lógica básica de ACH, pero, si no podemos aplicarla, tenemos que recurrir a un cálculo alternativo, como el que nos ofrece PARC ACH o cualquier otro instrumento informático similar. Aquí, cada una de las hipótesis acaba teniendo una determinada puntuación y, en principio, asumimos que la más probable es aquella que obtiene la puntuación más alta.

Un problema importante es que, a efectos de cálculo, estamos asignando “pesos” distintos a las informaciones que computamos (o a diferentes categorías de informaciones). Esa asignación es arbitraria y solo se justifica por la bondad de los resultados que con ella se obtenga. Pesos diferentes nos conducirían a resultados finales distintos, debilitando, de esta manera, nuestra fe en la calidad global del proceso.

 

Recapitulando: virtudes y limitaciones de ACH

Como hemos anticipado en una nota, en la inteligencia estratégica, de carácter político o militar, ACH no se suele utilizar. El motivo es que requiere mucho tiempo y trabajo, sin que los resultados que se obtienen de su aplicación compensen el esfuerzo que exige.

Por ello, en la práctica se empieza con la obtención de información y se espera que el propio sentido de lo que se recibe vaya apuntando en una cierta dirección (hipótesis básica). Como dicen en las películas de juicios, facts speak for themselves (los hechos hablan por sí mismos). Una vez que se ha generado esta primera hipótesis, el resto de nuestra tarea (si hay tiempo) consiste en intentar validarla. En general, solo cuando resulte evidente que no es correcta se puede intentar generar una segunda hipótesis. Es un proceso relativamente rápido y nos conduce a producir un mensaje claro para el cliente. Que es lo que la inteligencia le promete: reducir su incertidumbre.

Un uso más riguroso de las técnicas analíticas estructuradas (en primer lugar, de ACH), “incrementa la incertidumbre y complica la adopción de decisiones”[9]. Algo que no necesariamente será bien recibido por los clientes. Lo mejor que ACH ofrece (la generación de hipótesis alternativas, con la conciencia de que la realidad puede ser más complicada de lo que a primera vista parece) no es lo que ellos buscan: seguridad, certidumbre.

¿Hay solución? Sí y no. Sí la hay si los clientes llegan a tener una actitud sofisticada ante el proceso de toma de decisiones y utilizan no solo lo que saben, sino también lo que ignoran. Los known unknowns[10]. La conciencia de sus lagunas de conocimiento los hará, en muchos casos, ser más prudentes, lo que no necesariamente es una mala opción.

Y esa sería la valiosa contribución de la inteligencia (ACH mediante) al proceso de toma de decisiones. No es de extrañar que políticos como el que fuera presidente de Estados Unidos, Lyndon Johnson, la comparen con su vaca Bessie, echando a perder con su sucio rabo un cubo lleno de leche.

 

[1]     Jervis, R. (2010). Why Intelligence and Policymakers Clash. Political Science Quarterly, vol. 125, no. 2. P. 185.

[2]     «The primary purpose of intelligence is to reduce uncertainty». Véase Fingar, T. (2011). Reducing Uncertainty: Intelligence Analysis and National Security. Stanford University Press. P. 35.

[3]     Según se explica en Heuer, R.J, Jr. (1999). Psychology of Intelligence Analysis. Center for the Study of Intelligence (CIA). Disponible en

[4]     Por ejemplo, en Díaz Fernández, A.M. (2013). Diccionario LID Inteligencia y Seguridad. Madrid, LID Editorial Empresarial. P, 36-37.

[5]     Evidencia anecdótica sugiere que los analistas de inteligencia utilizan raramente ACH en situaciones reales, probablemente por falta de tiempo. Quizá también (al menos, en parte) porque esta técnica no ofrece los resultados que los clientes desearían.

[6]     Puede encontrarse un tutorial en la siguiente dirección: https://www.youtube.com/watch?v=c16QDwLk53o.

[7]     Para una explicación más sofisticada, véase Pillar, P. (2011). Intelligence and U. S. Foreign Policy. Columbia University Press. P. 7.

[8]     Conan Doyle, A. (1890). The Sign of the Four, Capítulo 6.

[9]     Marrin, S. (2017). Why strategic intelligence analysis has limited influence on American foreign policy. Intelligence and National Security, 32,6. P. 730. https://doi.org/10.1080/02684527.2016.1275139.

[10]     «También sabemos que hay incógnitas conocidas; es decir, sabemos que hay cosas que ignoramos”. Brifin del Secretario de Defensa norteamericano Donald Rumsfeld el 12 de febrero de 2002. https://archive.ph/20180320091111/http://archive.defense.gov/Transcripts/Transcript.aspx?TranscriptID=2636 (acceso: 12.11.2023).

 

 

Un proyecto ruso de revista sobre estudios de inteligencia

Building a significant body of research on intelligence outside of the Anglosphere has the potential to create new ‘black holes’ driving the evolution of the wider universe of Intelligence Studies away from cultural biases. This diversification will require skilled and driven researchers who understand non-Anglophone cultures and are ready to explore intelligence practices and cultures in countries where their research may not be particularly welcome.

 

Damien Van Puyvelde y Sean Curtis (2016)[1] 

 

 

Hace pocas semanas, se publicaba en Rusia el número piloto de Невидимое Измерение (Nevidimoie Izmerenie, La Dimensión Invisible), que aspira a ser un referente de calidad entre las revistas en lengua rusa sobre temas de inteligencia. El promotor de esta iniciativa es el Laboratorio Intelligence Express (LIEKS), que en su página web (https://www.intelligence-express.ru/) explica sus propósitos de la siguiente manera:

El LIEKS surge con el objetivo de analizar y sistematizar información abierta relacionada con las actividades de los servicios de inteligencia en todo el mundo, resumiendo experiencias, problemas, fortalezas y debilidades, así como errores de cálculo en diferentes etapas históricas. En el extranjero, esta actividad se denomina “Estudios de Inteligencia”.

Desde un punto de vista práctico, nos parece interesante y útil:

  • estudiar las transformaciones históricas de los servicios de inteligencia, tanto activos como aquellos que han desaparecido o han perdido importancia, a lo largo de sus diversas trayectorias históricas;
  • evaluar el impacto de los cambios en la actuación de los servicios de inteligencia tanto en el éxito como en el de las políticas exteriores e interiores de los diversos estados.

Como primer paso, LIEKS planea comenzar a publicar un almanaque trimestral con el objetivo de publicar en sus páginas electrónicas materiales históricos y analíticos de interés, en general no publicados anteriormente en el espacio informativo ruso. También está previsto publicar investigaciones de autores propios e invitados sobre la inteligencia y sus áreas de empleo.

Los codirectores de LIEKS y de la revista son Ruslan Nikolaievich Pujov y Rustam Zagidullovich Churiakov. Pujov es un conocido periodista especializado en asuntos de defensa, director del CAST (Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías) de Moscú y, en calidad de tal, moderador de la conferencia anual The Ogarkov Readings. En medios occidentales, se le considera próximo al GRU, el servicio militar ruso[2]. Churiakov, por su parte, es un ingeniero militar, coronel retirado (desde 1992), que se ha dedicado durante las últimas décadas a trabajos de consultoría en el marco de la defensa. Ninguno de ellos es conocido por publicaciones relacionadas con la teoría o la práctica de la inteligencia.

 

Revistas sobre inteligencia

En uno de los artículos del número piloto (Исследования разведки: специализированные издания и экспертное сообщество, El estudio de la inteligencia: publicaciones especializadas y comunidad de expertos, pp. 63-66), la redacción hace un repaso de las revistas más importantes que se publican en el mundo sobre temas de inteligencia. Traducimos literalmente[3]:

Los estudiosos de la inteligencia tienen hoy a su disposición un gran volumen de literatura científica, incluidas decenas de revistas, que se pueden dividir en cuatro grupos principales:

  1. Revistas científicas revisadas por pares publicadas por grandes editoriales. Por ejemplo:

 – Intelligence and National Security;

 – International Journal of Intelligence and CounterIntelligence;

 – Journal of Intelligence History;

 – The International Journal of Intelligence, Security, and Public Affairs;

 – Journal of Policing, Intelligence and CounterTerrorism.

  1. Revistas científicas revisadas por pares publicadas por universidades y organizaciones privadas. Por ejemplo:

– Central European Journal of International and Security Studies (Universidad Metropolitana de Praga).

– Texas National Security Review (Universidad de Texas).

– Journal of European and American Intelligence Studies (Instituto de Investigación para Estudios Europeos y Americanos, RIEAS, de Grecia).

– The Scandinavian Journal of Military Studies, publicado conjuntamente por el Colegio Universitario de la Defensa de Noruega, la Universidad de la Defensa de Suecia, el Centro de Estudios Militares de la Universidad de Copenhague, el Centro Sueco para el Estudio de las Fuerzas Armadas y la Sociedad, y el Real Colegio Danés de Defensa.

– American Intelligence Journal, publicado por la Fundación Nacional de Inteligencia Militar (Estados Unidos).

–  Journal of Intelligence and Analysis, de la Asociación Internacional de Analistas de Inteligencia Criminal (IALEIA).

  1. Revistas publicadas por think tanks, como por ejemplo:

– RUSI Journal (The Royal United Services Institute – Reino Unido);

– Jane’s Defense and Intelligence Review (Reino Unido).

  1. Revistas publicadas por agencias de inteligencia u organizaciones afiliadas a ellas. Por ejemplo:

– Studies in Intelligence (CIA).

– Romanian Intelligence Studies Review (SRI).

La mayoría de las revistas mencionadas comenzaron a publicarse en los últimos veinte años. Entre todas estas publicaciones, dos revistas líderes han tenido un impacto significativo en el campo de los estudios de inteligencia: Intelligence and National Security y el International Journal of Intelligence and Counterintelligence. Entre ambas, han publicado alrededor de 2.300 artículos. Curiosamente, las dos se fundaron en 1986 para dar respuesta a la creciente necesidad de estudiar la comunidad de inteligencia.

Intelligence and National Security, fundada por el historiador Christopher Andrew (Universidad de Cambridge) y Michael Handel (U.S. Army War College), ha representado un papel importante en el desarrollo de la disciplina académica de los estudios de inteligencia al proporcionar una plataforma para fomentar el debate académico y la investigación seria sobre la inteligencia y su papel en las relaciones internacionales. Según los estándares académicos de la revista, los editores utilizan una revisión «doble ciego» con la participación de dos a cuatro revisores externos para justificar las decisiones sobre la publicación posterior de los artículos recibidos.

International Journal of Intelligence and CounterIntelligence también se centra en el desarrollo de la disciplina académica de los estudios de inteligencia, pero sus orígenes y evolución han estado marcados por un deseo más pronunciado de dar servicio a los profesionales de esta materia. (…) La audiencia de la revista incluye profesionales de la comunidad de inteligencia, investigadores de inteligencia y el público en general. La revista no utiliza el método de revisión “doble ciego”. En sustitución de él, un consejo editorial formado por oficiales de inteligencia en servicio y retirados, así como expertos académicos, revisa los artículos recibidos y decide si se publican.

A pesar de estas diferencias editoriales, ambas revistas han representado y siguen representando un papel importante en el desarrollo de los estudios de inteligencia en Occidente.

A lo largo de casi cuarenta años de actividad, en torno a estas revistas se ha formado y desarrollado una comunidad de expertos, cuyos miembros imparten estudios de inteligencia en instituciones de educación superior, publican periódicamente artículos y libros y tienen una amplia presencia en las redes sociales.

Además, las numerosas conferencias y seminarios organizados bajo los auspicios de estas revistas son acontecimientos emblemáticos para muchos expertos en inteligencia.

 

Panorama en la URSS y en la Rusia actual

Ni en Rusia ni la antigua URSS se han publicado nunca revistas abiertas que traten de asuntos de inteligencia con niveles de calidad similares a los de las revistas occidentales. Las publicaciones que han existido en el pasado y existen en estos momentos son las siguientes:

  • Сборник КГБ СССР (Recopilación del KGB de la URSS), publicada en la URSS a partir de 1959. Clasificada alto secreto.
  • Труды высшей школы КГБ (Actas de la Escuela Superior del KGB), publicada también en la URSS desde 1970 y, al igual que la anterior, clasificada alto secreto. Según el artículo que estamos siguiendo, estas dos revistas, “por la profundidad de los análisis y por las cuestiones que en ellas se trataban, (…) eran muy superiores a Studies in Intelligence, la revista de la CIA».
  • Служба безопасности — новости разведки и контрразведки (Servicio de Seguridad: noticias de inteligencia y contrainteligencia), publicada entre septiembre de 1991 y marzo de 1999, inicialmente bajo égida del Centro de Relaciones Públicas del KGB de la URSS y, más tarde, del FSB de Rusia. Era una revista de divulgación y, en sus ocho años de existencia, llegó a publicar diecinueve números.
  • Экспорт вооружений (Eksport vooruzhenii, Exportación de armamento)[i], revista publicada por el Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías (CAST). En alguno de sus artículos, aborda temas relacionados con la inteligencia, aunque no es una revista especializada en este terreno. El que sea mencionada obedece, probablemente, al hecho de que Ruslan Pujov, uno de los promotores de Nevidimoie Izmerenie, sea también el director de CAST.
  • Разведчик (Razvedchik, El Oficial de Inteligencia)[ii], publicada por el SVR (servicio exterior ruso), desde diciembre de 2022. Tiene carácter de divulgación y está particularmente interesada en cuestiones históricas.

Como vemos, en Rusia (como, anteriormente, en la URSS) faltan publicaciones que traten de una manera moderna cuestiones como las técnicas de inteligencia o el papel de la inteligencia en proceso de toma de decisiones. Investigadores académicos y apparatchiki suplen esta carencia recurriendo a publicaciones occidentales. Como señala Nevidimoie Izmerenie. “según el sitio web Intelligence Online, en 2018 la Administración Presidencial se suscribió a la revista del Royal United Services Institute (RUSI) y a Jane’s».

 

Conclusiones: tres ideas para retener

1) En la tradición rusa y soviética, la inteligencia consiste, sobre todo, en el descubrimiento de hechos (importantes) que el adversario quiere mantener ocultos. El análisis no tiene en este esquema un papel importante. Más que de análisis, deberíamos hablar de “procesamiento” de la información[4].

2) El propio Putin comparte este enfoque clásico rusosoviético de la inteligencia. En su tradicional conferencia de prensa navideña de 2013 (19.12.2013), afirmó: “De todos modos, es imposible leer un volumen así [de noticias de inteligencia], y resulta inútil leer extractos. De nada sirve leer las notas analíticas de los servicios de inteligencia[5], porque no son hechos, sino opiniones de analistas. (…) O bien se tiene una absoluta confianza en estos analistas y se conoce personalmente al que escribe, sus opiniones, sus puntos de vista… (…) O bien hay que leer los documentos originales. Pero es imposible leer todos los originales de estas interceptaciones, en miles de millones de copias. Resulta obvio”[6].

3) Todas las revistas que se citan en este artículo están en lengua inglesa y, de una u otra forma, son tributarias de la gran literatura sobre inteligencia surgida en países anglosajones. El problema es que esa literatura surge en un contexto muy concreto y presupone una forma (una serie de formas emparentadas entre sí) de organizar el proceso de toma de decisiones y de definir el papel de la inteligencia dentro de él. En una Rusia que apuesta por la multipolaridad efectiva, quizá sería más natural abrirse a otras perspectivas. Por ejemplo, siguiendo de cerca lo que se se publica en lenguas diferentes del inglés.

 

[1]     Van Puyvelde, D. & Curtis, S. (2016) ‘Standing on the shoulders of giants’: diversity and scholarship in Intelligence Studies, Intelligence and National Security, 31:7, 1040-1054, DOI: 10.1080/02684527.2016.1185323. P. 1048.

[2]     Allegedly GU-linked Ruslan Pukhov launches new intelligence magazine. Intelligence Online, 29.08.2023. https://www.intelligenceonline.com/government-intelligence/2023/08/29/allegedly-gu-linked-ruslan-pukhov-launches-new-intelligence-magazine,110036952-art (acceso: 11.10.2023).

[3]     En lo sucesivo, todo el texto en cursiva es traducción del original ruso que comentamos.

[4]     Resulta muy instructivo leer el artículo dedicado al análisis de inteligencia en la versión rusa de Wikipedia. Анализ разведывательной информации. (2023, 17 de marzo). Wikipedia, the free encyclopedia. https://ru.wikipedia.org/?curid=2953692&oldid=129280788 (acceso: 11.10.2023).

[5]     En léxico ruso y soviético, “servicios especiales” son los que en léxico occidental se llamarían “servicios de inteligencia y seguridad”.

[6]     Пресс-конференция Владимира Путина 19 декабря 2013 года, 17:00 Москва (Conferencia de prensa de Vladimir Putin, 19 de febrero de 2013, a las 17:00 hora de Moscú). http://www.kremlin.ru/news/19859 (acceso: 19.12.2014).

[i]      http://cast.ru/products/zhurnal-eksport-vooruzheniy/

[ii]     http://svr.gov.ru/zhurnal-razvedchik.htm

 

Inteligencia sobre Rusia: los viejos analistas nunca mueren (¿o sí?)

Mr. Powers: I don’t want any more economists, sages, or oracles bombinating over our cables. I want a reporter! Somebody who doesn’t know the difference between an -ism and a kangaroo. A good, honest crime reporter. That’s what the Globe needs. That’s what Europe needs!.

Foreign Correspondent, Alfred Hitchcock (1940)

 

José Miguel Palacios, 18 de septiembre de 2023

La comunidad occidental de inteligencia llegó al final de la Guerra Fría con una buena comprensión del mundo soviético y un importante número de analistas especializados en su estudio. El llamado “dividendo de la paz”[1] la afectó y, poco a poco, el conocimiento acumulado durante décadas, la sobresaliente capacidad analítica alcanzada, se fueron degradando. Con el tiempo, los analistas sovietólogos se fueron retirando o se reconvirtieron hacia otros temas o regiones (por ejemplo, la exYugoslavia en los años noventa; Afganistán, Iraq, Siria y el terrorismo en la década siguiente).

 

En los últimos años, Rusia ha vuelto a ser un objetivo importante para la comunidad occidental de inteligencia[2]. Y esta tiene que hacerle frente con unos medios humanos e intelectuales mucho más modestos que los que poseía hace tres décadas. Probablemente, ha sido posible recuperar a algún viejo kremlinólogo. Probablemente, un cierto número de analistas expertos en otras áreas o temáticas ha pasado a trabajar sobre temas rusos. Irremediablemente, una parte sustancial de los analistas que están encargándose del trabajo deben de ser jóvenes con escasa experiencia.

 

En las próximas líneas, ofrezco una breve discusión (personal y, por tanto, discutible) de las ventajas e inconvenientes de estos tres grandes grupos de analistas.

 

Los viejos kremlinólogos (Cold War Warriors)

Algunas de las ventajas asociadas con una larga experiencia como analistas, con décadas dedicadas al conocimiento de Rusia y del mundo postsoviético son:

 

  • Memoria: excelente conocimiento de los antecedentes.
  • Contexto: buena comprensión del entorno en que viven y actúan los líderes que investigamos, del espacio en el que desarrollan los procesos que nos interesan.
  • Capacidad para seguir líneas de investigación muy variadas en temas que, a primera vista, no resultan obvios.

 

No todo son ventajas, sin embargo. Algunos problemas de los que frecuentemente adolecen analistas de este tipo son:

 

  • Resistencia a reconocer señales de cambio. Tienden a interpretar todos los hechos que observan de acuerdo con los esquemas explicativos que su larga experiencia les ha hecho adoptar. Esquemas que, con frecuencia, se resisten a modificar.
  • Tendencia a invadir el campo de acción del cliente político. Convencidos de que saben más y/o mejor que otros participantes en el proceso de toma de decisiones, algunos de ellos caen en la tentación de dar el siguiente paso: desarrollar una preferencia marcada por determinadas líneas de acción y valerse de su conocimiento especializado para intentar imponerlas.

 

Analistas experimentados, sin buen conocimiento de la zona

El uso de este tipo de analistas experimentados suele estar asociado a importantes ventajas:

 

  • El haber tenido que enfrentarse a lo largo de su carrera con temas diversos les ha hecho (al menos, en muchos casos) prestar más atención a la metodología del análisis, a perfeccionar el uso de una serie de técnicas que les permiten abordar con éxito cuestiones muy distintas. Por el contrario, los superespecialistas, dedicados durante décadas al mismo tema, pueden tener una tendencia excesiva al uso de métodos intuitivos, no sistemáticos.
  • La experiencia en diversos temas les puede permitir establecer conexiones transregionales o utilizar las lecciones aprendidas en uno de ellos para mejorar la comprensión de otro[3].

 

Su principal desventaja es producto de su larga experiencia (exceso de confianza en su propia capacidad), unida a su insuficiente conocimiento del tema concreto que están analizando. Esta combinación puede llevarlos a minusvalorar lo que cada país, región o tema, tienen de específico y a intentar reconducir el análisis de personajes, decisiones y situaciones hacia esquemas ya conocidos, que les han dado buenos resultados en otras circunstancias.

 

Analistas noveles

En una disciplina como la inteligencia, en la que la experiencia suele considerarse una parte importante del bagaje intelectual de los analistas, pueden obviarse algunas de las ventajas comparativas que poseen los más noveles. Por ejemplo:

 

  • Entrenamiento más reciente y moderno.
  • Mayor familiaridad con técnicas y herramientas actuales (en particular, con las proporcionadas por la inteligencia artificial).
  • Humildad: en la mayor parte de los casos, no creerán que “se las saben todas”.
  • Ímpetu: tienen que luchar para “hacer carrera”.
  • Facilidad para reconocer elementos de cambio, novedades en la actuación de líderes o en la evolución de temas. 

 

En la parte negativa, resulta obvio que la escasa profundidad de su conocimiento específico del tema objeto de análisis, así como la falta general de experiencia, pueden llevarles en algunas ocasiones a cometer errores analíticos graves[4].

 

 

¿Qué hacer?

 

Al final, el trabajo hay que hacerlo con los medios (humanos y materiales) de los que se dispone. En el caso concreto del actual conflicto de Occidente con Rusia, los gestores de organizaciones y equipos de inteligencia se enfrentan al reto de optimizar el uso de los recursos que tienen en sus manos (o que pueden movilizar en un plazo de tiempo necesariamente breve) a fin de ofrecer el mejor producto posible. Algunas ideas:

 

  • Para aquellas cuestiones de inteligencia estratégica en las que resulte fundamental poseer (y ser capaz de transmitir) una buena compresión del contexto, así como de las motivaciones de los actores principales, siempre es bueno contar con analistas veteranos que posean un amplio y profundo (también en el tiempo) conocimiento del tema. Y si la organización no posee (o no posee ya) este tipo de analistas, tendrá que buscarlos en las llamadas “reservas de inteligencia”.
  • Para inteligencia estratégica, cuando se trata de ver el “juego global” y trascender el problema concreto que nos ocupa, es bueno confiar en analistas veteranos con experiencia en varias regiones o temas. Aquellos que, además, hayan trabajado en estrecho contacto con los clientes políticos (o dentro de estructuras políticas) estarán particularmente bien preparados para ofrecer un buen producto de este tipo.
  • Cuando se trata de formular predicciones acertadas, tanto a nivel estratégico como operacional o táctico (alerta temprana), hay que contar con “superpronosticadores”, es decir, con analistas con una capacidad especial y probada para prever la evolución de la situació. No siempre los analistas expertos son buenos pronosticadores[5].
  • Para análisis táctico y operacional, particularmente cuando se realiza sobre la base de un potente sistema de obtención, los grandes expertos de área tienen pocas ventajas; el trabajo se puede hacer perfectamente con generalistas bien entrenados (incluso noveles), sobre todo si tienen una buena comprensión de los medios y técnicas más modernos.

 

La inteligencia, como disciplina, puede compararse a una buena paella. Admite todo tipo de ingredientes, siempre que se combinen con arte y se añadan a una base sólida. Un buen “coupage”, con aportaciones de origen muy diverso, es a menudo la solución óptima para dar una respuesta adecuada a los problemas con los que la inteligencia debe enfrentarse.

 

[1]     De hecho, la aparición de este concepto es anterior a la desintegración del bloque soviético. Las discusiones sobre el “dividendo de la paz” eran ya muy populares en 1989, tanto en publicaciones académicas como en otros textos especializados. Véase, por ejemplo, Treverton, G.F. (1989/1990). The defense debate. Foreign Affairs, Vol. 69, No. 1. Pp. 183-196. https://doi.org/10.2307/20044294.

[2]     Aquí, estamos dando por supuesto que la “comunidad occidental de inteligencia” existe. Quizá se trate de una cuestión que merezca una consideración más detallada, sobre la base de una sólida definición de “comunidad de inteligencia”.

[3]     El Embajador norteamericano Robert C. Frasure, enviado especial a Bosnia-Hercegovina en 1995 (falleció el 19 de agosto, en un accidente de automóvil cerca de Sarajevo), había desarrollado gran parte de su carrera en diversos países de África. Por aquellos meses, se decía en Belgrado (medio en broma, medio en serio) que quizá no fuese mala idea que un experto en cuestiones tribales africanas intentara encontrar una salida al conflicto de la antigua Yugoslavia.

[4]     Durante el conflicto de la antigua Yugoslavia, una parte sustancial de los funcionarios internacionales desplegados en la zona rotaba rápidamente, lo que se traducía en una pérdida casi irrecuperable de “memoria histórica”. En 1995-96, se comentaba en Belgrado que algunos personajes locales habían utilizado este continuo cambio de interlocutores para “reinventarse”, alterando partes importantes de su biografía (en particular, de sus ideas, conexiones y posturas pasadas). Un ejemplo bastante jocoso puede encontrarse en la película Gori Vatra, de Pjer Žalica, una versión bosnia del Bienvenido Mister Marshall de García Berlanga. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Gori_vatra.

[5]     Philip Tetlock ha demostrado empíricamente que en algunas cuestiones, buenos analistas con una gran experiencia ofrecen predicciones que apenas son mejores que las que ofrecería un juego puro de azar. Véase Tetlock, P. E. (2005). Expert political opinion, how good is it? How can we know. Princeton, NJ: Princeton University Press. También Scoblic, J. P.; Tetlock, P. E. (2020). A Better Crystal Ball. Foreign Affairs. Vol. 99 Issue 6. Pp. 10-18.

 

 

 

Categorías